MARÍA GASTÓN, DURANTE UN AÑO HA TRABAJADO EN UN PROYECTO EN KIEV:

«Existe mucha resistencia civil en Kiev y quieren defender su país pero puede ser una masacre»

Veían venir la situación pero las alarmas no sonaron hasta el fin de semana del 12 y 13 de febrero, cuando desde la Embajada de España les recomendaron salir del país. Eso hizo María Gastón (40 años), que trabaja para la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP) y llevaba un año en Kiev para poner en marcha un proyecto financiado por la Unión Europea para la digitalización del país. Antes ya había tenido un aviso, ya que sus hijos acuden al colegio americano y a principios de enero «se fueron todos» y comenzó un «formato híbrido» de educación, por lo que ella decidió traer a sus hijos a España a finales de enero, y volvió a Ucrania, aunque quince días después, emprendió otra vez el viaje a su país natal. Ahora, desde Huesca, está «enganchada a las noticias».

Gastón reconoce que el conflicto ha llegado a la población «de repente», pero afirma que llevaban en guerra desde 2014, cuando cayó el gobierno de Yanukóvich y Rusia consideró que había habido un golpe de Estado. En las últimas semanas todo se ha acelerado. De hecho a principios de año la vida era «normal, no había desabastecimiento de alimentos y se podía sacar dinero normalmente», asegura María Gastón. En este sentido, considera que atacaba más fuerte el «covid que el propio conflicto», por eso había mucha población ya teletrabajando.

Fue a mediados de febrero, cuando se recomendó a los extranjeros que salieran del país, cuando la población comenzó a «preocuparse, a sacar dinero y a comprar productos por si había desabastecimiento», reconoce, y añade que ella seguía «teniendo reuniones y participando en eventos en los que incluso estaba el presidente o los ministros y todos mantenían agendas normales».

La situación se complicó muy rápido. «La verdad es que no pensaba que esto pudiera pasar. La amenaza estaba siempre latente» pero todo el mundo «estaba tranquilo hasta las últimas semanas que entraron en cierto pánico».

La mayor parte de su equipo de trabajo es ucraniano y sigue en contacto con ellos. Por lo que le cuentan, «hay gente durmiendo en las estaciones de metro, ha habido una llamada a unirse al ejército» y los varones de entre 18 y 55 años «no pueden abandonar el país». Es, afirma, «un caos total, porque hay problemas de desabastecimiento, problemas de comunicaciones, bombardeos…». La población está huyendo y las salidas «se colapsan». Hay «pánico», dice, pero también asegura que «lo llevan mejor que lo que lo podríamos llevar nosotros porque son más resilientes y tienen más armas a nivel psicológico» para afrontar la situación.

La población intenta huir de forma «masiva» pero la infraestructura ferroviaria no es buena y tampoco las carreteras por lo que «no se recomienda salir», aunque muchos lo estén haciendo. De hecho, hay toque de queda desde las 10 de la noche a las 7 de la mañana.

Gastón vivía al lado del parlamento en Kiev, cerca del Palacio Presidencial, y cree que esa zona «será tomada de forma rápida porque lo que quieren es llegar a los centros de poder». Ella salió, pero hubo otros españoles que se quedaron por «vínculos familiares» y ahora han quedado atrapados.

El futuro lo ve «mal» y espera que «cuanto más rápido sea todo, mejor» porque el panorama es «desolador». Las fuerzas ucranianas no tienen capacidad para combatir contra Rusia pese a que «existe mucha resistencia civil en Kiev y quieren defender el país» pero puede resultar «una masacre». Define a la población ucraniana como muy «similar a nosotros, cada vez más occidentales, agradables, personas de buen trato y trabajadores», asegura.

Los hijos de María Gastón tienen 5 y 7 años. Al pequeño no le cuenta mucho y «no se entera», mantiene contacto con sus amigos porque siguen dando clase a distancia, pero la niña «sí se entera y no quiere volver». Sin embargo, ella, si puede «volveré», aunque sabe que todavía tendrá que pasar un tiempo hasta que la situación se normalice.

ARTURO RAMBLA, EMPRENDEDOR Y EMPRESARIO:

«La esperanza te ciega la realidad»

Arturo Rambla era optimista y no creía que iba a estallar el conflicto. De hecho, salió de Ucrania con su mujer y sus 2 hijos en coche ante la escalada de tensión entre su país de residencia y Rusia. El zaragozano esperaba que fuera un viaje corto y regresar pronto a casa pero ya se ha dado cuenta de que no será así. «Es como cuando te dicen que tienes una enfermedad grave pero piensas que te vas a salvar. Teníamos la espada de Damocles encima y te agarras a la esperanza, que te ciega la realidad, que son los 120.000 soldados que estaban en la frontera», explica. Cuando salió de Kiev pensábamos que «era como unas vacaciones para poner a mi familia a salvo», era como un «por si acaso». 

Sin embargo, ahora se da cuenta de que «el dinero se acaba. Para comer tenemos porque estoy en casa de mi madre», pero... Tiene el corazón en Ucrania. «Mi mujer es de allí, llevo 25 años allí, monté mi negocio y salí corriendo y sin poder sacar dinero. Se está devaluando la moneda, han bloqueado la tarjeta de crédito y solo puedo disponer de una pequeña cantidad de efectivo aquí». No quiere pensar en las cosas materiales que dejó porque «la gente lo está pasando peor».

Rambla cree que «los militares ucranianos no se están defendiendo del todo», aseguraba este viernes, ya que considera que «lo único que están haciendo es retrasar la invasión porque no hay una fuerza de oposición suficiente contra Rusia». De ahí, que opine que que se opongan «implica ataques más indiscriminados, no solo a zonas militares sino también a zonas civiles».

Arturo Rambla, el día que llegó a Zaragoza. Jaime Galindo.

Cuenta con temor que en el grupo de wasap de padres, una de las madres de un compañero de su hijo había escrito que había subido gente armada con fusiles de asalto a su casa y habían dejado marcas para la aviación militar. «No se sabe si son marcas para bombardear o no bombardear. De cualquier manera acojona», reconoce. Y el presidente ha entregado, cuenta, 10.000 fusiles de asalto para quien quiera cogerlos, así que «habrá disparadores desde las ventanas cuando entren los rusos y responderán. Así fue la destrucción nazi de las ciudades», señala.

El zaragozano quería pensar que Putin era «un canalla» pero «confiaba en el sentido común» del presidente ruso y que «estratégicamente lo estaba haciendo bien» pero ha sorprendido su ataque a Kiev «y las bajas civiles». Creía que «lo quería hacer bien, recuperar la economía de Kiev y presentarse como salvador», cuenta. 

KARLOS LANDETA, DELEGADO DE ARAGÓN EXTERIOR EN RUSIA:

«Rusia va a contestar y lo hará de forma muy fuerte»

«Nadie esperaba lo que está pasando, estamos en estado de shock». Así de contundente se mostraba esta viernes Karlos Landeta, socio de Inverest y delegado en Rusia de Aragón Exterior (Arex), quien reconoció que la población en el país de Putin «daba por hecho que iba a intervenir en Donbás» y anexionarse esa región que es «rusófila e iban a ser recibidos con los brazos abiertos» pero «nadie es esperaba este despliegue militar» y la llegada hasta la capital ucraniana. 

Esta invasión traerá «consecuencias imprevisibles», explica Landeta, «más allá de lo humano». Y lo explica: «Ucrania, como país, quedará destrozado» y a Rusia se le impondrán sanciones sin precedentes, pero «Rusia va a contestar y las sanciones, igual que pasó con las de 2015, afectará a la población ucraniana, pero también a nosotros», asegura este vasco que lleva trabajando en Rusia desde 2005 siendo delegado de Aragón Exterior. 

Karlos Landeta.

En cuanto al futuro tiene claro que las sanciones a nivel europeo afectarán a Rusia pero también que Putin contestará. En cuanto a las sanciones europeas duda de que haya «cierre total» a Rusia puesto que en Alemania, Italia u Holanda «no es sencillo ponerles fin porque el nivel es fortísimo en cuestión del comercio».

Las relaciones entre los países van más allá. La mujer del director de la empresa es ucraniana y su suegra está viviendo en una región de Kiev. Él ha intentado sacarla de allí pero le ha contestado que «es ucraniana y que se siente rusa, y que no se mueve», cuenta. Y es que en Ucrania «hay de todo, es una sociedad muy polarizada, gente que se siente ucraniana y gente que se siente rusa» pero «los lazos de amistad están por encima de la política».