La resistencia a la corrosión o su larga vida son dos de las cualidades más apreciadas del aluminio, un material claramente en auge en sus usos y aplicaciones. Son también dos de las virtudes que definen a Inalsa, un grupo industrial aragonés que ha forjado una trayectoria de más de 60 años en torno a la transformación de este metal. A pesar del difícil e incierto contexto económico de los dos últimos años, condicionado por la pandemia, la crisis de las materias primas y los precios desorbitados de la energía, la compañía ha logrado mantener una senda de crecimiento y avanzar en su apuesta por una producción de más valor añadido. Prueba de ello son los 21 millones de euros que ha invertido en su complejo industrial de Nuez de Ebro, donde ha puesto en marcha una prensa de 4.800 toneladas -lo habitual es que sean de 3.000- para elaborar perfiles de gran formato y alta exigencia técnica, una instalación modélica desde el punto de visto tecnológico y energético que sitúa a la empresa en la vanguardia del sector a nivel europeo.

El vicepresidente del Gobierno de Aragón y consejero de Industria, Arturo Aliaga, visitó este lunes esta moderna planta, acompañado por el consejero delegado del Grupo Inalsa, Blas Martín, y la alcaldesa de la localidad, María Isabel Toro. Con este proyecto, la compañía da un salto cualitativo en una actividad productiva que tiene su otro epicentro en una factoría situada en el polígono Cogullada, de 26.000 metros cuadrados.

«Lo que verdad nos distingue es la orientación al cliente», aseguró el máximo directivo de esta empresa familiar, que alcanzó una facturación de 140 millones de euros y una producción de más de 31.000 toneladas en 2021, lo que representa un crecimiento anual del 40%. El grupo viene experimentando un incremento sostenido en su volumen de negocio y empleo en los últimos años, hasta alcanzar los 380 puestos de trabajo en la actualidad, 100 de ellos creados en los últimos 4 años.

Y la previsión es seguir escalando posiciones, con nuevos proyectos y la incorporación de entre 70 y 80 empleados en los próximos dos años. Esta pujanza contrasta con la inestabilidad y el encarecimiento de las materias primas que impera desde hace más un año. La receta de éxito de Inalsa pasa por la anticipación y diversificación de las fuentes de suministro. «Hemos llegado a comprar hasta en Vietnam y en destinos exóticos», destacó Martín. Gracias a ello, ha logrado garantizar el suministro y los plazos de entrega a los clientes. «No todo el mundo tiene tocho (lingote cilíndrico de aluminio)», apuntó.

Con ese «plus de servicio» y una amplía base de clientes por sectores y países, la compañía espera hacer frente a los nuevas turbulencias que han surgido con la guerra de Ucrania, al igual que ha logrado sortear las anteriores crisis. «Tenemos planificado un año interesante con una carga de trabajo casi al 100%. De momento, nuestros planes no cambian», afirmó.

La internacionalización es una de otra de sus señas de identidad desde 1981, ya que destina entre el 75% y 80% de la fabricación. Inalsa es la empresa de cabecera de un grupo del mismo nombre del que forman parte Alcar (carpintería de aluminio), Anesa (lacado, anodizado y sublimación del aluminio) y Zamecal (mecanizado y estampado), que también se ubican en el complejo de Nuez de Ebro, que ocupa una parcela de 50.000 metros cuadrados.

Del Ave de la Meca a las ventanas y las plantas solares

Inalsa es un sólido grupo cuyos orígenes se remontan al año 1957 y que atesora una experiencia de más de 60 años en la producción, transformación y comercialización de perfiles de aluminio presentes en al menos 117 sectores industriales, desde el ferroviario hasta el de las energías renovables, pasando por el de la automoción, la agricultura, la construcción, el transporte terrestre o las instalaciones deportivas. Así, es posible encontrar el aluminio extruido en alguna de las cinco prensas de la empresa, que totalizan una capacidad instalada de 62.000 toneladas, en seguidores solares y aerogeneradores, componentes estructurales de automóviles, puntales y andamios de construcción, camiones, ambulancias, toldos, láminas de persianas o porterías de fútbol. Entre sus proyectos más emblemáticos destaca las 600 toneladas para el Ave de La Meca o las 700 para la estación de tren de Kowloon de Hong Kong.