La gasolina y el gasóleo son dos combustibles volátiles por su capacidad para convertirse en vapor. Pero, desde que Rusia invadió Ucrania el pasado 24 de febrero, también lo son por la facilidad con que se han disparado los precios.

El incremento ha sido notable, pero desigual, con variaciones apreciables en las tarifas de una gasolinera a otra, por lo que buscar la estación de servicio con los precios menos caros se ha convertido en un obligado deporte para muchos conductores aragoneses.

La prueba infalible de que una gasolinera ofrece carburantes más asequibles dentro de la carestía son las colas que se forman ante sus surtidores. Esto sucede, entre otras, en la situada en el Alcampo de Valdefierro, en la antigua entrada a Zaragoza por la N-II.

Luis, de Reus, dice que ya gasta un 15% más en combustible. ANGEL DE CASTRO

Una cola continua

«Desde hace dos semanas se forma una cola continua, de unos 250 metros, desde las ocho de la mañana hasta la una de la madrugada», explica Cristian, que cobra a los clientes en la garita acristalada de la estación de servicio. «Detrás de un vehículo llega otro, sin parar», afirma.

«La gente se queja de los precios», señala Teresa, que está en la caja de otra gasolinera, esta ubicada en la avenida de Cataluña de la capital aragonesa. La sin plomo de 98 octanos ha escalado de precio en la misma medida en que lo hacía la guerra en Ucrania y ayer estaba allí a 2,019 euros, o sea, superando la barrera psicológica de los dos euros.

Jaime calcula que cada trayecto de ida y vuelta entre Vidreres y Azuqueca de Henares le sale cien euros más caro. ANGEL DE CASTRO

El mismo viaje cien euros más caro

Luis, un camionero de Reus que ha parado en el área de servicio de Rausán, en la confluencia de la AP-2 y la N-II, considera que llenar el depósito de su camión se ha encarecido «un 15%, de un día para otro». Y Jaime, que lleva botes de cristal entre Azuqueca de Henares (Guadalajara) y Vidreres (Gerona), localidades separadas por 700 kilómetros, ha echado cuentas y le sale que cada viaje que realiza, ida y vuelta, le sale ahora cien euros más caro.

«El gasóleo A ha subido entre 60 y 70 céntimos y en algunos sitios lo venden a 1.85 euros, que es una barbaridad», lamenta. Llenar su depósito, con una capacidad de 1.300 litros, cuesta «una fortuna», afirma.

Marcos González, un chófer asturiano de Panero Logística que viaja con un cargamento de carne del Principado, utiliza como combustible gas natural licuado. Pero es lo mismo, pues también ha sufrido un aumento considerable. De 0,70 céntimos el kilo se ha pasado a 2,20 euros, pero en este caso «el subidón ocurrió antes, a partir del pasado 2 de enero». «El precio se ha disparado independientemente de la guerra», dice.

El asturiano Marcos González circula con un camión que usa gas natural licuado, "que se disparó antes de la guerra". ANGEL DE CASTRO

200 euros más para llenar el depósito

Víctor Franco, de Murcia, lleva nota de lo que se ha encarecido el combustible. «Antes llenaba el depósito con 800 euros y ahora me cuesta mil», indica el camionero, que transporta residuos químicos. El incremento de los precios, advierte, repercutirá directamente en el coste de los portes, dado que los propietarios de los camiones tendrán que recuperar la subida de los combustibles.

Javier, responsable de la gasolinera del área de Rausán, apunta que la cotización del diésel «está bajando en la Bolsa de Londres un 21%, frente a la subida del 18% que experimentó ayer». Con todo, «de los 892 euros que costaba la tonelada en febrero se ha pasado a 1.492 ahora mismo», informa.

Javier subraya que, aparte del conflicto entre Rusia y Ucrania, en el precio de los carburantes influyen muchos otros factores externos». Pero la guerra ha introducido un factor de inestabilidad que ha hecho que el precio varíe, a veces de forma considerable, entre las distintas gasolineras.

Víctor Franco, de Murcia, está seguro de que subirán los portes para compensar el incremento del combustible. ANGEL DE CASTRO

El reto de repostar

«Algunas aún tenían reservas de antes de que se produjera esta fuerte subida y por eso pueden ofrecer precios menos elevados», comenta.

En su caso, asegura que el aumento de los precios no ha supuesto un descenso de la clientela. «El número de servicios se mantiene», manifiesta.

De todas formas, sostiene, aún es pronto para valorar el alcance del encarecimiento de los distintos tipos de combustible, en particular en el caso de los turismos. «Muchos coches todavía circulan con los depósitos que llenaron hace unos días», avisa. De momento aún hay calma. Los problemas y las quejas llegarán cuando sus propietarios tengan que repostar

Gloria, ayer, llenando el depósito de un camión en la gasolinera del área de servicio de Rausán, a las afueras de Zaragoza. ANGEL DE CASTRO