Las zonas turísticas del Pirineo y las sierras turolenses viven con incertidumbre la evolución de la temporada como consecuencia del incremento del precio de los combustibles, que a su vez está dando lugar, en determinados establecimientos, a un reajuste de precios.

Tanto en la provincia de Huesca como en la de Teruel y en las comarcas de Cinco Villas y el Somontano del Moncayo, el único medio eficiente para llegar a sus localidades es en automóvil, lo que las hace muy dependientes del coste de la gasolina y el diésel. Y algunos hoteleros, en particular en el Pirineo, temen perder clientes potenciales por el elevado coste de llenar el depósito.

Con todo la situación, varía de un territorio a otro. En el norte de la provincia oscense hay una mayor incertidumbre que en Teruel, donde se confía en llenar las plazas hoteleras a partir de la festividad de San José y, posteriormente en Semana Santa, gracias a la fuerte implantación del turismo procedente de Levante.

De hecho, la Comunidad Valenciana está a punto de iniciar una temporada marcada por las fiestas populares, las Fallas en primer lugar, pero también las de la Magdalena en la ciudad de Castellón.

«No sabemos qué ocurrirá con unos precios de los combustibles tan altos»

Anabel Costas Cativiela, hoteleros oscenses

Por otro lado, en lo que concierne al turismo rural, «no se han producido anulaciones», según una fuente del sector, y se espera una buena afluencia.

«No sabemos qué ocurrirá con unos precios de los combustibles tan altos», afirma Anabel Costas Cativiela, de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería y Turismo de Huesca.

«Este fin de semana, en principio, la ocupación será buena pese a que ha habido anulaciones porque se anuncian precipitaciones», precisa la hotelera, que regenta el hotel El Privilegio, en Tramacastilla de Tena.

Costas señala que el encarecimiento general de la vida, empujado por el incremento desbocado de la energía tras la invasión de Ucrania, obligará a los hoteleros a subir los precios. «No es solo que haya subido la luz y el gas, sino que también lo han hecho otros conceptos muy importantes, como la cuota de autónomos o los sueldos de los empleados», explica.

Vivienda de turismo rural, Casa Oncíns, en la provincia de Huesca. TURISMO VERDE

Muchas ganas de salir de viaje

«Pensamos que la subida de los precios se notará algo en los índices de ocupación, qué duda cabe», mantiene Roche Murciano, de Teruel Empresarios Turísticos. «No solo sube la gasolina, también se ha incrementado mucho el gas y la luz, por lo que de una forma o de otra esos costes más elevados habrá que repercutirlos en los precios de hoteles y restaurantes», comenta.

No existe una regla general, advierte, y cada establecimiento buscará una solución propia al reto que plantea el aumento de los gastos fijos.

Pero el hotelero turolense creen que «son tantas las ganas de salir de viaje, después de dos años de confinamientos por la pandemia de coronavirus, que es previsible que se produzcan las avalanchas de visitantes de otros años cada vez que haya un puente».

Sin embargo, reconoce que la carestía de la vida, con una inflación desbocada y fuertes aumentos de los precios, quizá reduzca el número de visitantes, así como el dinero que estos estén dispuestos a gastar.

«Pienso que, tras dos años desastrosos, el hecho de tener que pagar 10 euros más por llenar el depósito del coche no va a ser un obstáculo insalvable», subraya Murciano. Es más, apunta, en Teruel «no se están produciendo anulaciones».

San José y el pistoletazo de salida

En su opinión, el progresivo levantamiento de las restricciones impuestas para frenar la expansión del covid-19 hará que los actos colectivos, desde los conciertos a las fiestas de los pueblos, adquieran mayor relieve y tengan mucha repercusión. «Es posible que los visitantes ajusten el gasto en los restaurantes y busquen hoteles más asequibles, pero no por eso van a dejar de salir», mantiene.

Sabe, gracias a su experiencia en el sector, que «a partir de San José sonará el disparo de salida de la temporada turística, que ya no se detendrá hasta el Pilar». Por todo ello está convencido de que 2022 «no será un año malo», si bien no cree que se sitúe al nivel del 2019, un ejercicio que ahora sirve de punto de referencia al sector turístico.

El turismo rural resiste

Otro sector que no pierde el optimismo es el de los alojamientos rurales. «La gente en las ciudades está decidida a salir y no hay anulaciones», afirma Jesús Marco, responsable de Faratur, que agrupa a establecimientos dedicados al turismo natural.

Claro que ello es así en gran medida porque los empresarios han decidido «ganar algo menos de dinero» antes que repercutir en sus precios el incremento de los gastos de gestión.

«Lo cierto es que no se ha notado nada en el nivel de ocupación y en las reservas», informa Marco, que no obstante no descarta que los turistas opten por reducir la duración de las vacaciones con el fin de no irse de presupuesto.

El turismo rural tiene sus esperanzas puestas ahora en la Semana Santa y, más allá, en el verano, que son las dos épocas del año en que se registra una mayor tasa de ocupación de los establecimientos asociados, indica.

Plaza Mayor de Aínsa, uno de los lugares más visitados de Aragón. EL PERIÓDICO

«Es difícil saber en qué medida influirá la subida de la gasolina en el comportamiento de nuestros visitantes habituales», señala una hostelera de Jaca que pide no ser identificada.

De momento, dice, la afluencia se mantiene alta durante los fines de semana y es posible que, al haber nieve en las estaciones de esquí, en la todavía lejana Semana Santa se registren niveles de ocupación muy altos, del cien por cien en determinados hoteles.

«Si no fuera así, si bajara mucho la afluencia, sería una sorpresa para todos, pues incluso en tiempos de coronavirus se ha registrado un buen nivel», afirma.