«¿Qué si paro? Pues claro que paro. No me queda otro remedio». José Manuel Soro es uno de los miles de autónomos que viven asfixiados por el incremento del precio de los carburantes. Este camionero de Fuentes de Ebro (Zaragoza) reconoce que es la primera vez que deja de trabajar por este motivo desde que hace 16 años se puso en ruta. «No tengo alternativa porque en estos momentos trabajaría perdiendo dinero o solo moviéndolo, pero sin ganar nada», afirma.

La última vez que llenó el depósito de su camión de combustible el litro costaba 1,86 euros. «Tengo clientes fijos y transporto básicamente áridos y alabastro hasta Tarragona, pero con el carburante a ese precio ir y volver a esa ciudad me cuesta 250 euros y mis ingresos se sitúan entre 300 y 315 euros». Es decir, le quedan 60 euros de margen, con los que tiene que pagar la cuota de autónomos, el mantenimiento del vehículo, los seguros y, por supuesto, un sueldo para él. Inviable. 

José Manuel solo tiene un camión con el que trabaja desde 2006 y lamenta que en los últimos meses no haya dejado de subir el gasóleo. A su juicio, «así es imposible trabajar se mire por dónde se mire», ya que todo lo que sea pagar más de 1,40 euros por litro hace inviable esta actividad para cualquier autónomo. Otra cosa, apunta, es el caso de las grandes empresas, que pueden negociar unos precios más bajos y al tener una flota tan elevada pueden ver reducidos sus costes.

La brecha entre las grandes operadoras del sector y los autónomos o las pequeñas empresas se ha agrandado en los últimos tiempos y se ha acrecentado a raíz del incesante aumenta el precio del carburante, el principal gasto al que se tiene que enfrentar un transportista. «No hay unidad dentro del sector», lamenta Soro, que tiene poca confianza en que el Gobierno vaya a actuar para rebajar unos costes que ya están desorbitados. Por tanto, lo tiene claro: «hasta aquí hemos llegado».

«Ir y volver a Tarragona me cuesta 250 euros e ingreso entre 300 y 315 euros»

No obstante, son muchos los transportistas autónomos que todavía siguen al volante, a pesar de la convocatoria de paros, una movilización que entienden incluso los propietarios de pequeñas empresas dedicadas a la distribución de mercancías.

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Luis (nombre ficticio) es uno de ellos. Su pyme cuenta con una flota de 18 camiones que casi a diario cubren el trayecto entre Zaragoza y Barcelona. «Estamos simplemente sobreviviendo», asegura este empresario que prefiere no revelar su nombre ni el de su compañía. No ha secundado el paro, ya que su empresa está englobada dentro de la patronal del sector, que se ha desmarcado de la acción de protesta. Pese e allo, entiende que los autónomos paren. 

«Es imposible llegar a fin de mes porque el margen es escaso o nulo ahora», dice Luis. Cada uno de sus camiones genera unos ingresos diarios de 560 euros por ir y volver a Barcelona pero 340 se van en gasóleo. Los 200 restantes son para nóminas, seguros y mantenimiento. Las cuentas no salen.