Zaragoza aún va capeando el desabastecimiento de comestibles que empieza a producir la huelga del transporte por carretera y la flota pesquera amarrada en los puertos como protesta por el brusco aumento del combustible.

Pero el sector de la alimentación teme que si los paros se prolongan, como todo parece indicar, los alimentos empiecen a escasear en tiendas, supermercados y grandes superficies.

«De momento no falta de nada, pero ya veremos lo que pasa la semana que viene», señaló ayer Cristina, que regenta un puesto de menuceles en el Mercado Central de Zaragoza.

Por delante de su mostrador pasaba un público numeroso, «pero no más que cualquier otro sábado», pese a los continuos rumores, e incluso advertencias de las autoridades, de que España se puede quedar sin víveres. 

Un poco más allá, ante un mostrador repleto de fruta, Blas, responsable de Frutas y Verduras Los Pocholos, expresó las mismas reservas. «Hasta ahora ha habido de todo, pero a partir del lunes ya veremos», explicó mientras atendía a la clientela.

Carlos Barrera, del puesto Pablo Mar en el Mercado Central, indica que se ha reducido el surtido de pescado. ANGEL DE CASTRO

En realidad, los efectos de la huelga del transporte ya llevan varios días dejándose sentir, pero el desabastecimiento solo afecta a productos concretos de primera necesidad en algunos establecimientos, pero no en todos.

«Ha llegado menos pescado, faltan hortalizas y han bajado bastante las existencias de leche», comentó a las diez de la mañana una cajera de La Plaza de Día del centro de Zaragoza.

Profecía autocumplida

En otros centros comerciales se notaban huecos vacíos en los estantes destinados a la harina y al aceite de girasol. Y en los expositores del pescado el aluminio había quedado parcialmente a la vista al no haber suficiente oferta para cubrirlo. «La verdad es que hay algunas estanterías vacías», reconoció una clienta de un Día del casco antiguo de la capital aragonesa.

Pero, por lo general, los compradores no tenían problemas para encontrar lo que buscaban. «Espero que no haya problemas la semana que viene», manifestó Marina, una mujer mayor que hacía la compra de la semana en el mismo supermercado.

 «Lo que está pasando es muy curioso», explicó Claudia, encargada de un centro de BonÀrea en la calle Torre Nueva. «Empiezan a escasear precisamente los productos que los medios de comunicación dicen que se están agotando», indicó. «Es un fenómeno que no parece natural, sino que está provocado por lo que se informa en la televisión», añadió.

De hecho, la insistencia en la amenaza de desabastecimiento «hace que mucha gente tenga miedo y se dedique a hacer acopio de productos que cree que van a faltar», indicó la vendedora.

En los puestos de fruta y verdura del Mercado Central había total normalidad. ANGEL DE CASTRO

Esa psicosis no se ha generalizado, si bien es más visible en unos supermercados que en otros. En los diversos centros de Mercadona en Zaragoza, por ejemplo, la clientela se multiplicó durante la jornada de ayer y las reservas de leche, harina, botes de conserva, carne y otros alimentos empezaron a descender a ojos vista, según relató una clienta habitual.

 Furgonetas, no camiones

Pero el impacto del fallo en la llegada de suministros no es uniforme. Hay negocios que resisten mejor que otros. «Se puede decir que hay menos surtido de pescado, pero aun así hemos tenido más oferta de la que pensábamos que habría tras varios días de huelga del transporte y de la flota pesquera», comentó Carlos Barrera, que dirige el puesto Pablo Mar en el Mercado Central.

Él también es de la opinión de que los problemas «pueden llegar la semana que viene». Pero no es pesimista. «El reparto ha continuado haciéndose utilizando furgonetas en lugar de camiones», señaló. Porque cuando las cosas se tuercen siempre existe por ahí un plan B.