El camionero autónomo Juan Manuel Choclán, de 56 años y residente en La Muela, no dudó ni un instante en sumarse a la huelga convocada hace 11 días por la Plataforma Nacional en Defensa del Transporte por Carretera y que ha provocado problemas de desabastecimiento en el comercio, la industria y la agricultura.

«No puede ser que ahora me gaste 6.000 euros al mes en combustible, 2.000 más que hace un mes», explicó ayer mientras conducía su vehículo Renault en la caravana de huelguistas que se desplazó en manifestación desde la Ciudad del Transporte de Zaragoza hasta la fábrica de Stellantis, en Figueruelas.

«Esos 2.000 euros de más eran mis ingresos, mi sueldo mensual, y ahora se esfuman en pagar el gasóleo A», protestó el camionero. «Hemos tenido que declararnos en huelga por la cabezonería del Gobierno, que se niega a rebajar el precio del combustible y ni siquiera quiere recibir a nuestros representantes», aseguró.

«Resulta muy difícil sacar una rentabilidad al transporte de mercancías», señaló Juan Manuel. «Se te va un dineral en combustible, en averías, en impuestos…», dijo. Por no hablar de las letras del camión, comprado hace dos años, y que ascienden a 830 euros mensuales, precisó.

Juan Manuel Choclán, ayer, en la cabina de su Renault, durante la manifestación de camiones. JAIME GALINDO

El riesgo de volver sin carga

La crisis económica ha golpeado duramente a su sector de actividad, el de los camioneros que poseen su propio vehículo (raramente dos o más) y son jefes de sí mismos. «Hay veces en que vas a un sitio con una carga y te vuelves vacío o tienes que esperar un tiempo hasta conseguir un cliente», afirmó. Y eso que él no tiene una especialidad concreta que limite su campo de acción, ya que se dedica a lo que llama «mercancía general». En su caso eso incluye desde el hierro y la madera a grandes cargamentos de papel higiénico.

El camionero, casado y con dos hijos, está convencido de que, «si el encarecimiento de los costes del transporte por carretera se aplicara al precio de los portes, todo subiría tanto que nadie podría comprar nada». «La economía depende en gran medida del pequeño transportista autónomo y, aun así, el Gobierno no quiere negociar», añadió.

Apoyo popular

En cambio, la opinión pública sí percibe la importancia del trabajo de los camioneros. De hecho, ayer, cuando la caravana de huelguistas (267 vehículos en total) pasaba por Casetas, numerosos vecinos salieron a la travesía y les aplaudieron desde las aceras, mientras ellos tocaban las bocinas en señal de agradecimiento. Cláxones que también hacían sonar los huelguistas con insistencia cada vez que veían chóferes en camiones que no se habían unido a la huelga.

Los camioneros en huelga llegan a una vía de acceso a la fábrica de Stellantis, en Figueruelas. JAIME GALINDO

«No hay ningún grupo extremista detrás de la protesta, solo defendemos nuestros derechos», aclaró. Si alguien les echa una mano, será bien recibido, argumentó, pero recalcó que solo el Gobierno puede solucionar el problema del elevado coste del combustible.

Claro que no todas las quejas de Juan Manuel son de orden económico. Como al resto de sus compañeros de profesión, le preocupa mucho la «falta de educación y consideración» a la que se enfrentan en su quehacer cotidiano.

"Solo pedimos un poco de por favor, somos buena gente"

«Llegas con la mercancía al lugar de descarga y te dicen que esperes, que ya te llamarán, pero pasa el tiempo y no te llaman», lamentó. «Tampoco pedimos tanto, solo que nos traten con un poco de por favor porque somos buena gente», subrayó.

Por otro lado, continuó, es difícil encontrar áreas de servicio vigiladas y debidamente acondicionadas para los vehículos pesados. «Si no estacionas en un lugar seguro, te puede pasar cualquier cosa», dijo el camionero, que ya ha sufrido alguna tentativa de robo.

Todas estas circunstancias, agregó, hacen que la profesión de camionero haya perdido atractivo para los jóvenes y que se empiece a sentir ya la escasez de chóferes.

Un total de 267 tráilers tomaron parte en la manifestación para pedir rebajas en el precio del gasóleo A. JAIME GALINDO

"Lejos de casa"

«Hay que tener en cuenta que este es un trabajo duro y solitario en el que, en ocasiones, las fiestas te cogen lejos de casa», manifestó. A ello hay que añadir los problemas de espalda que resultan de pasar tantas horas sentado en la cabina. O el hecho de que los camioneros no puedan jubilarse a los 60 años y tengan que resistir hasta los 65.

Quizá por ello, ni su hijo, que es chapista pintor, ni su hija, que se dedica a la fotografía, han querido seguir sus pasos. Él se alegra de su elección laboral, pero, por su parte, no está dispuesto a renunciar a la vida de camionero.

«Es una profesión vocacional que mamé en mi casa, desde chaval, pues mi padre también fue camionero en Teruel», comentó. Le gusta tanto su trabajo que, hace unos años, compró un mítico camión Pegaso de los años 70 en un desguace y lo restauró y le arregló el motor. Funciona y a veces se monta y se da una vuelta por ahí.

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Además, piensa Juan Manuel, ser chófer, autónomo o asalariado, tiene su aquél. Un gusanillo que, hasta la astronómica subida de los carburantes, era más fuerte que la monotonía de las carreteras y las tediosas esperas en los polígonos industriales

La Guardia Civil reguló el tráfico y vigiló ayer estrechamente del desarrollo de la protesta de los camioneros. JAIME GALINDO