Luis Roldán, exdirector de la Guardia Civil condenado a 30 años de cárcel por corrupción en el ejercicio de su cargo, murió ayer a los 78 años en el hospital San Juan de Dios de la capital aragonesa. 

Allí estaba ingresado en la sección de cuidados paliativos. Su esposa, una ciudadana de origen ruso, había fallecido un tiempo antes con 66 años. Sus restos se incinerarán mañana en el cementerio de Torrero en una ceremonia reservada a la familia.

Nacido en 1943, Roldán no saltó al ruedo político, en el ámbito municipal, hasta el año 1976, cuando se afilió al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), donde fue progresivamente escalando puestos hasta el descubrimiento de sus asuntos turbios a mediados de los años 90 del pasado siglo, un golpe que los socialistas acusaron, pero sobre todo a nivel de opinión pública, dado que demostró que la formación no era ajena a los desvíos de poder.

Concurrió como candidato a concejal del Ayuntamiento de Zaragoza en las primeras elecciones municipales de la democracia, en el año 1979. Se hizo, en efecto, con un acta de miembro de la corporación y ocupó el cargo de teniente de alcalde bajo el mandado de Ramón Sainz de Varanda.

«No era una persona refinada», explicó ayer una persona que lo trató en aquel periodo de su vida y que pidió permanecer en el anonimato. «Hubo una vez, con motivo de la inauguración de una fábrica en Zaragoza, en la que se sirvió un banquete y todos los asistentes se pudieron dar cuenta de que no sabía manejar los cubiertos para el marisco, por lo que recurrió a las manos», relató este testigo.

"Un hombre sin escrúpulos"

Pasó por la Comisión de Urbanismo y pronto se corrió la voz de que cobraba comisiones para facilitar expedientes urbanísticos. Asimismo, se le vinculó con Jorge Esparza, gerente de Hispano Alemana, la constructora de Rumasa, que llevó a cabo proyectos dudosos en la capital aragonesa.

Cuando fue ascendido a delegado gubernamental en Navarra en 1982, Sainz de Varanda lo definió, ante el vicepresidente del Gobierno, como «un hombre sin ideología y sin escrúpulos». Hasta ese momento, Luis Roldán encabezaba un grupo ideológico socialista, a nivel local, denominado los Roldanes, que se diferenciaban por su obrerismo acendrado, frente a otros dirigentes del partido procedentes de clase alta o media alta. De hecho, Roldán llegó al PSOE a través de UGT, es decir, tras una fase de sindicalista.

Estuvo al frente de la Delegación del Gobierno en Navarra desde 1982 a 1986, durante el primer mandato de Felipe González, cuando el poder del socialismo abarcaba todos los ámbitos decisorios de la política española. Fue en esa época en la que el luego prófugo de la justicia se familiarizó con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, en unos momentos caracterizados por el terrorismo etarra.

Posteriormente, desde esa situación fue aupado a la de director general de la Guardia Civil en 1986. Fue el primer civil en alcanzar esa jefatura del cuerpo de seguridad. Y sería en este cometido en el que llevó a cabo acciones ilegales con las que se enriqueció de una forma rápida e ilegítima que le llevó a poseer viviendas y mansiones en lugares como París, Madrid y el Caribe.

Detenido en el aeropuerto de Bangkok

Con anterioridad a su ingreso en la política, Luis Roldán había trabajado en una metalistería, y en el antiguo matadero de Zaragoza, ubicado entonces en la calle Miguel Servet. Y también como seleccionador de personal en la empresa TeoT. De aquella época data el apodo de El Relojero que le pusieron sus compañeros, pues iba siempre con un cronómetro en la mano con el que medía la duración de determinadas tareas laborales.

Cuando se creó Mercazaragoza, tras el cierre de las vetustas instalaciones de Miguel Servet, Roldán utilizó todas sus palancas e influencia para introducir a personas de su entorno, lo que le garantizaba un grupo de fieles que habría de ser fundamental en su posterior carrera política en el ámbito local.

La vida de Roldán dio un giro de 180 grados cuando se empezó a investigar su paso al frente de la Benemérita, en el año 1994. Entonces fue cuando decidió huir de España, hasta encontrar refugio en Laos. Después, en una operación policial de gran envergadura, fue detenido cuando se encontraba en el aeropuerto de Bangkok, en Tailandia.

Buena conducta en la cárcel

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Traído a España, se completó la investigación de las distintas causas que tenía abiertas y se le condenó a 28 años de cárcel por varios delitos de índole económica. Posteriormente, la sentencia fue recurrida y el Supremo la elevó a 31 años. Entre las acusaciones demostradas figuraban la de malversación de caudales públicos y la de fraude a la Hacienda pública.

Cumplió aproximadamente la mitad de esa pena, gracias a que observó buena conducta y a que dedicó el tiempo a estudiar. Estuvo inicialmente encarcelado en el penal de Brieva, en Ávila, desde el que pasó al de Zuera. Sus últimos años de vida los pasó discretamente en Zaragoza y era una figura habitual en el entorno de la avenida Tenor Fleta, donde había heredado una vivienda tras el fallecimiento de su madre.