El Periódico de Aragón

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La lentitud como síntoma común a los pacientes de Párkinson

Amador Plaza padece la dolencia desde hace más de 30 años y ahora tiene 66 /// «Contra la enfermedad hay que moverse», asegura

Amador Plaza.

A Amador Plaza le diagnosticaron párkinson cuando tenía 35 años (ahora tiene 66). Era joven, estaba trabajando y acababa de nacer «mi tercera hija». Lo que más le costó, dice, fue dejar de trabajar porque «no se puede competir con la gente», reconoce. En cuanto a su familia, señala que su hija pequeña «no me ha conocido» sin la enfermedad, el resto «se asustaron un poco al principio pero lo aceptaron sin problemas». Para Amador, se trata de una enfermedad «socialmente muy desconocida» porque la mayoría lo asimilan al temblor pero «no es un síntoma común para todos». Para él, el que afecta a todos es «la lentitud, sobre todo en el pensamiento», pero también la rigidez.

Uno de los grandes inconvenientes de la enfermedad es que «es progresiva», y de momento «no tiene cura ni freno». Él se operó hace años de estimulación cerebral profunda por la que le introdujeron dos electrodos hasta la zona oscura. «Tuve suerte» porque no todos pueden realizarse esa operación y a él le ha dado «autonomía durante diez años». El problema es que «no deja de avanzar y los años se van notando también», asegura. Plaza considera esencial el ejercicio, repite en varias ocasiones: «Contra la enfermedad hay que moverse, mental y físicamente», señala, porque, avanza: «Irá a peor». La pandemia ha agravado la situación de los enfermos ya que «si a todos afectó el no hacer nada, imagínate con párkinson» cuando el movimiento es tan necesario.

Asegura que les bastaría «con que se descubriera algo» porque es una enfermedad compleja, pero los fármacos son de los «años 50 del siglo pasado»; y que se les concediera el 33% de minusvalía «inmediatamente».

Amador Plaza.

Es presidente de la Asociación Párkinson Aragón desde 2009. Allí acude todas las mañanas a terapias como logopedia, fisioterapia o terapia ocupacional. La asociación atiende a 650 socios (350 pacientes, aunque afecta a alrededor de 6.000 aragoneses), a las que informan y ayudan con tratamientos de rehabilitación y a nivel preventivo para «evitar que haya una evolución acelerada y mantener el nivel de vida», señala María Gracia, trabajadora social de la asociación, quien considera que lo que se pretende es «mantener su autonomía y evitar situaciones de dependencia y discapacidad el mayor tiempo posible», concluye.

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