El aumento del precio de la vida, acentuado en Semana Santa por el fuerte incremento de la demanda turística, no ha frenado a los aragoneses a la hora de salir de casa. Las ansias de viajar y de huir de las limitaciones del coronavirus han llenado las carreteras de familias que van de vacaciones, unas al pueblo del que proceden y otras a destinos turísticos de la costa mediterránea y del Pirineo, que este puente cuelga el cartel de completo.
«Es evidente que se ha notado una subida de precios en un momento de fuerte aumento de la demanda por la llegada de las vacaciones de Semana Santa», indica José Ángel Oliván, responsable de la Unión de Consumidores de Aragón (UCA).
Pero precisa que «no se trata de algo extraordinario», sino de un fenómeno «ordinario» que se produce «todas las semanas santas». De hecho, explica, el viernes de la semana anterior la ocupación ya estaba entre el 80% y el 90% gracias a que el turismo nacional se ha movido de forma notable.
Una inflación contagiosa
Además, hay que tener en cuenta que se trata de la primera Semana Santa de los últimos tres años que se vive dentro de una casi total normalidad, mascarillas aparte.
Lo que distingue esta temporada alta de las de años pasados, al margen del declive de la pandemia, es la reciente elevación del precio de la energía, un gasto fijo que afecta de lleno a la hostelería y a todos los sistemas de alojamiento, apunta Oliván. Pero el punto de comparación no puede ser el bienio 2020-2021, sino el 2019 y los años previos, advierte el responsable de la UCA.
Además, el propio viajero comprobará que cuesta más dinero llenar el depósito. Pero los efectos negativos no se pararán ahí, pues «la inflación, que roza el 10%, es contagiosa y se extiende a todos los ámbitos». El coste de la luz ha generado una gran preocupación social por su mismo impacto en la economía de todas las familias. Sin embargo, el incremento de los alquileres de apartamentos y de las habitaciones de hotel, por ejemplo, «tiene una repercusión que es más individual».
No obstante, pese al acusado y generalizado aumento de los precios registrado últimamente, la Unión de Consumidores de Aragón (UCA) no ha recibido todavía quejas ni denuncias por facturas consideradas abusivas en relación con la actividad hostelera y hotelera.
"Cerrar los ojos y tirar para adelante"
«La subida de precios ha sido generalizada, ha afectado a todo, y en el caso de la alimentación se ha registrado un aumento de 30 a 40 céntimos en los productos de la compra habitual», indica Lucía Germani, responsable de la asociación de consumidores Torrerramona.
Con todo, esta situación de encarecimiento del coste de la vida no va a traducirse en una reducción del éxodo vacacional de la Semana Santa, según Germani. «Con tantas dificultades, prevalece la idea de que hay que cerrar los ojos y tirar hacia adelante», señala.
No tienen por qué ser grandes salidas, agrega, en referencia a que un número considerable de aragoneses irá al pueblo donde tiene sus raíces. «Se ha producido un cansancio de malas noticias», dice la experta en consumo, que reconoce que sus predicciones se basan más en la observación directa del entorno que en encuestas o estudios.
Por otro lado, en Torrerramona no han detectado una subida general en hostelería, alojamientos y viajes. «No ha habido quejas todavía, pues normalmente en estos casos las familias hacen el viaje programado y presentan la reclamación a la vuelta, cuando echan cuentas y se percatan de que se han ido de presupuesto», asegura.
En este contexto, Lucía Germani sostiene que «no tendría sentido» que el sector turístico aprovechara para subir de forma desmesurada los precios, «habida cuenta de que la crisis afecta a todos y entre todos hay que salir de ella».
En cualquier caso, sostienen las asociaciones de consumidores, hasta que no acabe la Semana Santa las familias no sabrán con exactitud cuánto dinero más han gastado este año para poder irse de vacaciones.
