«Cuando llega el momento en el que pasamos del silencio completo a tocar todos al unísono los hijaranos sentimos que nuestro corazón late al ritmo de los tambores», afirmó ayer Luis Carlos Marquesan horas antes de que se produjera el esperado momento de volver a romper la hora.

La noche de Jueves Santo es para siete de los nueve pueblos de la Ruta del Tambor y el Bombo la más especial del año. Anoche, Híjar, Alcorisa, Abalate del Arzobispo, Andorra, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda y Urrea de Gaén volvieron a celebrar sus respectivos actos de romper la hora después de que la pandemia relegara el toque a los balcones en las dos ultimas ediciones.

«No hay mucho que preparar, solo la túnica y el tambor o el bombo, pero sí que es verdad que se nota que llevamos dos años sin poder disfrutar de romper la hora en condiciones», explicaba el primer edil . «En las calles se nota la emoción y el pueblo está a reventar, todos los que viven fuera han vuelto, además de los visitantes», añadía.

Los hijaranos comenzaron a congregarse una hora antes del acto de romper la hora S.E.

La emoción era el sentimiento imperante en las plazas de cada una de las siete localidades donde, ya mucho antes de las doce de la noche, las cuadrillas comenzaban a reunirse en busca del mejor lugar desde el que vivir el ansiado momento.

La llegada del momento estuvo precedido por un silencio sepulcral. En el momento en el que los vecinos del Bajo Aragón comenzaron a tocar se liberó toda la tensión acumulada y las sonrisas se veían en los rostros de los tamborileros. Muchos no pudieron aguantar la emoción y siguieron tocando pero con los ojos llenos de lagrimas.

«Tengo todavía muy vivo el recuerdo de 2020, de estar completamente solo en el centro de la plaza y lo único que espero es que la alegría y el hermanamiento que habrá esta noche pueda compensar toda la espera», explicaba Marquesán.

Los vecinos compartían anoche con su alcalde los nervios ante la llegada del comienzo del acto. Es el caso de Roberto Clavero, hijarano desde la cuna, de esos vecinos que ha acudido, primero con sus padres y luego con la cuadrilla, a romper la hora desde que su estatura le permitía sujetar un tambor. Clavero asegura lleva semanas preparado para tocar. «Emoción, impaciencia y pasión sobre todo. La Semana Santa supone para todo hijarano los días que esperas durante el año, después de la espera, este Jueves Santo se desatan todas las emociones que llevaban dos años confinadas», afirma Clavero instantes antes de comenzar a tocar.

Momento de la Rompida de la Hora en Samper de Calanda. EP

En el caso de La Puebla de Hijar, después de más de 1.000 días de espera, el presidente de la Ruta del Tambor y el Bombo, Fernando Galve, fue, junto al presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, el encargado de estrenar el bombo de más de dos metros de diámetro que marca el inició del toque. Este enorme instrumento fue encargado antes de la pandemia por la Asociación de Cofradías de Semana Santa de la Puebla de Hijar, que recupera una de las tradiciones que la localidad perdió en la década de los 70.

En la ciudad de Teruel se vivió ayer la procesión central del Jueves Santo presidida por el obispo de la Diócesis de Teruel y Albarracín, José Antonio Satué, y del resto de autoridades. Contó con la participación de hasta seis de las ocho hermandades turolenses en un recorrido que fue el mismo que en las procesiones generales de los años previos a la pandemia.

La Virgen de la Esperanza en la Procesión de Jueves Santo por Teruel. EFE/Antonio García

En total, más de 400 cofrades recorrieron las calles del casco histórico turolense portando los nueve pasos a los que se sumaron también los hermanos penitentes y las bandas de tambores y bombos y cornetas.

Hoy, Viernes Santo, todas las hermandades saldrán a la calle y se espera que sean alrededor de 2.500 cofrades los que acompañen a las 13 imágenes con las que cuenta la ciudad.

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