El Periódico de Aragón

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HUMANIZACIÓN DE LA ASISTENCIA

José Carlos Bermejo: «Hay que centrarse en las personas, no en los procesos de las patologías»

El director del centro de Humanización de la Salud en Madrid dice que «podemos ser técnicos pero olvidar que tratamos con humanos»

José Carlos Bermejo, en un aula del Miguel Servet. EL PERIÓDICO

Humanizar la soledad, El sanador herido. Humanizar las relaciones de ayuda o Humanizar el sufrimiento y la muerte son algunos de los títulos que ha firmado José Carlos Bermejo, director del Centro Asistencial San Camilo para personas mayores dependientes y enfermos al final de la vida en Tres Cantos (Madrid). «Me interesa la investigación sobre la humanización de distintos ámbitos», asegura el religioso Camilo, que recientemente ha participado en una jornada sobre la Humanización de la asistencia organizada por el hospital Miguel Servet de Zaragoza. Esta exploración sirve para «darnos cuenta de la propia vulnerabilidad» ya que «los traumas propios y los familiares se pueden despertar en la relación con los pacientes». Por eso, afirma que si «no se integran bien podemos encontrarnos a personas poco maduras al cuidado de otras personas», señala.

Para Bermejo, la formación de los profesionales es esencial porque en numerosas ocasiones las facultades se centran en la «dimensión biológica del enfermo» pero «no basta con una pastilla cada ocho horas» ya que hay que tener en cuenta conductas preventivas y terapéuticas «centradas en cada persona» para que sea él «su mejor terapeuta, su mejor médico». Es por eso que «nos centramos en sanar, somos personas que tratan personas no solo técnicos que manipulan un cuerpo enfermo».

La humanización en relación a la atención sanitaria lleva a pensar que «cuidar a personas enfermas que se encuentran al final de la vida» significa también «conjugar verbos como prevenir y rehabilitar» por lo que esa atención «tiene que centrarse en las personas, no en los procesos de las patologías». De ahí, que señale que «los seres humanos sufrimos, no solo tenemos dolor. Y cuando estamos atendidos por los demás corremos el riesgo de ser cosificados».

En este sentido, precisa que humanizar es «reclamar una dimensión más multidimensional del ser humano» en la que además de tener en cuenta el cuerpo también «tenemos una mente, una dimensión cultural y una serie de valores». Y son los profesionales los que deben estar preparados en competencias relacionales, emocionales y espirituales». Y señala que las Facultades preparan mucho en la dimensión biológica, «pero no en la escucha». En cuanto al desarrollo tecnológico, asegura que es «una amenaza si coloniza espacios personales», ya que aunque una pantalla «puede sustituir la mirada y el contacto físico, hay riesgo de deshumanización» ya que «nos podemos convertir en técnicos en el uso de procedimientos pero olvidarnos que estamos delante de personas», a los que hay que comunicar malas noticias, dar soporte emocional o acompañar a los que están al final de la vida.

En esto, «el coronavirus nos ha puesto contra las cuerdas» porque ha aumentado la fatiga y el estrés y «trabajar con pacientes angustiados por no tener a sus familias cerca ha aumentado también la tensión entre los profesionales», señala Bermejo.

Preguntado qué opina sobre la Ley de la Eutanasia, reconoce que es «un tema muy complejo» donde aparecen conceptos como «la dignidad, la libertad, la autonomía, el significado de la compasión, la valoración del sufrimiento», etc., un aspecto al que debería llegarse «solo una vez que tuviéramos satisfechas las necesidades de cuidados paliativos» y aún no se ha llegado a ese momento. Por eso, concluye, esto supone una «transformación de la profesión sanitaria, porque nos formamos para prevenir, curar, paliar y rehabilitar, pero no para matar».

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