El Periódico de Aragón

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LOS EFECTOS DEL COVID

Los presupuestos para la cooperación, todavía recortados

El Gobierno de Aragón es la única administración pública que ha recuperado el nivel de fondos previo al covid | El ajuste en el consistorio zaragozano alcanza el 47% respecto a 2019

Los proyectos han tenido que añadir protocolos de prevención del covid para conseguir financiación. | EL PERIÓDICO

La llegada del covid en marzo de 2020 revolucionó prácticamente todos los aspectos de la vida de los aragoneses, en mayor o menor medida. Algunas de las cuestiones que más alteradas se vieron fueron las monetarias, al sufrir los presupuestos públicos grandes reajustes para poder pagar los gastos extraordinarios generados por la pandemia. Entre las partidas más afectadas se encontraban las que las administraciones dedican a financiar proyectos de cooperación internacional en países subdesarrollados de África, Sudamérica y el Sureste Asiático. Más de dos años después del inicio de la pandemia y viviendo un momento mucho más estable en cuanto a la enfermedad, la Federación Aragonesa de Solidaridad denuncia que todavía no se han recuperado todos los fondos que fueron recortados drásticamente.

Son cuatro las administraciones púbicas en las que más destacan estos ajustes. El Ayuntamiento de Huesca redujo la partida en un 42%, mientras que en el caso del de Zaragoza el tijeretazo llegó al 47%. Otros consistorios más pequeños como el de Alcañiz eliminaron totalmente las cuantías destinadas a este fin.

En el caso del Gobierno de Aragón la rebaja fue de un millón de euros en 2020, sin embargo, esta es la única administración que sí ha recuperado e, incluso, incrementado el presupuesto para proyectos de cooperación internacional. En concretó, pasó de 5 millones a 4,1 tras el estallido de la pandemia, pero en las cuentas de 2022 ha rebotado hasta los 6,2 millones.

Desde la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) ponen en cuestión los argumentos esgrimidos cuando se menguaron estos fondos, una decisión que «cerraba los ojos ante el carácter global de la pandemia y ante la necesidad de solidaridad y colaboración para atajarla a todos los niveles». «En aquel momento hubo recortes porque había que pagar cuestiones que no estaban previstas y que habían aparecido por el covid, pero nosotros consideramos que igual que aquí fue necesaria mucha ayuda, existen muchos otros países con sistemas de salud mucho más débiles y que no podían mantenerse por sí mismos. En muchos casos dependían de nosotros y no pudimos llegar a ayudarles», explica Estrelicia Izquierdo, coordinadora de proyectos de esta organización.

«La decisión cerraba los ojos ante la globalidad de la pandemia y la necesidad de atajarla a todos los niveles»

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Además, desde las entidades sociales aseguran que el covid no ha sido el mayor de los problemas que se ha vivido en estos países. La gestora de la delegación en Huesca de CC ONG Ayuda al desarrollo, Ana Fuertes, sostiene que en sus lugares de actuación –Senegal, Burkina Faso y Mauritania entre otros– el covid no se ha vivido como una enfermedad pandémica y que los problemas llegaron en la mayoría de las ocasiones «por falta de suministros». «El cierre de las fronteras supuso muchos problemas. A algunas zonas rurales de Senegal prácticamente dejaron de llegar los alimentos», añade.

Aún así las entidades no han dejado de trabajar en ningún momento. En la citada oenegé oscense la solución pasó y todavía pasa, por reducir las expectativas. «En aquel momento decidimos que teníamos que terminar todos los proyectos que habíamos empezado. En las previsiones de 2021 y 2022 lo que hemos hecho ha sido proyectar menos cosas y las actuaciones más grandes dividirlas en fases porque sabíamos que con menos fondos íbamos a llegar a menos sitios», explica Fuertes. «Al final los mayores perjudicados han sido los receptores de la ayuda porque el pozo de agua que habrían tenido en 2020 no les va a llegar hasta tres años después», subraya.

Desde la delegación de Cruz Roja en Aragón consideran que los recortes llegaron por un problema de concepción. «Cuando hay un problema que afecta también a España, la ayuda al resto de países pasa a un segundo plano. Entendemos que ayudar aquí siempre va a ser primordial, pero para nosotros no es incompatible con seguir trabajando en proyectos internacionales», explica María José Andrés, técnica de cooperación internacional de esta entidad.

Una cuestión política

Aunque los mayores recortes en estas partidas se dieron por afecciones de la pandemia, la Federación Aragonesa de Solidaridad denuncia que existen casos en los que ya eran notables antes de la crisis sanitaria. Así ha ocurrido, según la FAS, en el Ayuntamiento de Zaragoza, que lleva tres años con una clara tendencia a la reducción en sus partidas presupuestarias para cooperación internacional.

«La tendencia de recortes ya llevaba varios años siendo clara en el caso del Ayuntamiento de Zaragoza. En ese caso, el covid solo fue una excusa para llevar a cabo unos recortes que hubieran llegado de todas formas», asegura la representante de esta organización. En las últimas cuentas del gobierno municipal PP-Ciudadanos, el dinero dedicado a esta materia social asciende a 1,98 millones de euros, muy lejos de los 3,7 millones con que contaba el consistorio en 2019.

Además, las asociaciones coinciden en que la financiación privada también se ha visto reducida. «Venimos de pasar unos meses que han sido muy duros para las familias y en muchos casos han optado por prescindir de los gastos que en ese momento eran más prescindibles, en este caso la cuota de la oenegé», explica Ana Fuertes.

Cruz Roja también ha notado la bajada en las aportaciones particulares. «Hemos visto cómo ha disminuido nuestro número de socios, también por casos de gente que ha muerto por culpa del coronavirus», lamentan desde esta entidad, donde las personas mayores representan una parte muy importante de su base social. «Seguimos trabajando en intentar llamar la atención de los más jóvenes», concluyen desde esta institución humanitaria.

«Los conflictos en Europa provocan desabastecimiento»

Miriam Maza, con varios niños de una escuela de Kenia. El Periódico

Casi dos meses trabajando como voluntaria en una escuela-orfanato en una pequeña isla de Kenia es más que suficiente para asumir que las cosas allí se viven de forma muy diferente. Miriam Maza, de 23 años, siempre había tenido curiosidad por colaborar de esta forma. «Es algo que siempre he querido hacer y que siempre me he planteado y al terminar la carrera vi la oportunidad y me fui con mi novio», explica la joven.

Su licenciatura como enfermera fue la que le permitió colaborar con el servicio médico que se les ofrecía a los niños del orfanato escuela. Aún así, la joven asegura que el covid no se encontraba entre las principales dolencias que ella y la otra voluntaria, estudiante de medicina, trataban en el día a día. «En la isla no había ningún tipo de normas ni restricciones, nadie llevaba la mascarilla», explica.

"La crisis sanitaria se ha vivido de una forma muy diferente en los territorios en vías de desarrollo "

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«En los dos meses que pasé en Kenia la única vez que vimos mascarillas y geles hidroalcohólicos fue un día que tuvimos que llevar a una de las niñas al hospital de la ciudad a cinco horas de donde estábamos», señala la voluntaria. «Aun así, la niña tuvo que ser ingresada y en ningún momento nadie planteó hacerle un test o que pudiera estar enferma», añade, al tiempo que pone de relieve las grandes diferencias que existen allí entre zonas rurales y las grandes ciudades del país.

La joven asegura que el covid no ha sido el único problema europeo que ha afectado a la vida en Kenia. «El agua no es potable, la bebíamos embotellada y durante unas semanas tuvimos incluso que racionarla porque no llegaba por la crisis que había en Europa por la guerra en Ucrania», concluye. 

«Allí, la gente se muere por la malaria no por el covid»

Ana Fuertes, de Huesca a Senegal. El Periódico

La llegada del covid, según los expertos, no trastocó tanto la vida de los países menos desarrollados a nivel sanitario como en Europa. Sin embargo, la pandemia trastocó de forma notable la manera de operar las oenegés, que trabajan de forma incansable llevando proyectos al territorio. 

Cuando la pandemia estalló en Europa y España decretó el confinamiento domiciliario, Ana Fuertes, técnico de Huesca, se encontraba supervisando la última fase de un proyecto de cooperación en Senegal. «Fui de la gente que pudo subirse al último vuelo que salía. Muchos compañeros tuvieron que quedarse allí varios meses sin volver a España», explica.

Desde entonces Ana ha vuelto en un total de seis ocasiones y todas el covid ha supuesto una circunstancia adversa a la que ha habido que acostumbrarse. «Los protocolos han ido cambiando, unas veces necesitabas un test, luego estar vacunado, en algunas ambas cosas», explica la técnico.

"La pandemia trastocó de forma notable la manera de operar de muchas de las oenegés en el tercer mundo"

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Aún así, asegura que una vez allí el covid se convertía en un mal menor. «Allí, la gente no se muere por covid, ni siquiera les preocupa poder tenerlo», explica. «Tienen problemas más graves porque la gente de lo que se muere en Senegal es de tuberculosis o de malaria», añade Ana que recuerda que ni las mascarillas ni las políticas anticovid son cosas frecuentes en el país africano.

Aun así la pandemia ha conseguido entrar a formar parte del trabajo de la oenegé. «Nos hemos encargado de ofrecerles geles y fomentar el lavado de manos o la distancia interpersonal, porque hemos visto que pueden ayudarles a protegerse de las enfermedades», asegura la cooperante. 

«Los vacunados solo tienen acceso a una dosis» 

David Villalba, durante el voluntariado que hizo en Kenia. El Periódico

«Igual es globalizar, porque nosotros no nos movimos demasiado de la zona en la que estábamos, pero es verdad que allí no tenían ninguna mascarilla ni ningún protocolo a seguir respecto al covid», asegura David Villalba después de dos meses de voluntariado en una escuela de Kenia. 

«No es tanto que no fueran conscientes porque cuando las cosas estaban peor en Europa allí sí que tenían mascarillas, todos los niños estaban obligados a llevarlas durante las clases y sí que se hacían cuarentenas para los enfermos. Simplemente, es que allí, igual que en Europa, las cosas están más tranquilas», asegura este joven zaragozano. Respecto al covid, la única intromisión que provocó la enfermedad fue antes de viajar. «Además de la visa, teníamos que convalidar el pasaporte covid español con el Gobierno de Kenia. Fue un mero trámite administrativo porque una vez allí nadie nos lo pidió», cuenta.

"En países como Kenia, las restricciones sanitarias por el covid han sido mínimas en relación a Europa"

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Daniel recuerda que los únicos puntos en los que estuvo obligado a cubrir su rostro con una mascarilla fueron durante el trayecto en avión y en las ocasiones en las que tenían que acudir al hospital con alguno de los niños a los que atendió durante su estancia. 

Según este voluntario internacional, las mayores diferencias entre la vivencia de la pandemia en Europa y África está en el nivel de expansión de la vacunación de la población. «Aquí son muchos los que tienen incluso tres dosis, allí son muy pocos los que tienen acceso a la vacunación y los que lo tienen solo tienen una dosis», concluye. 

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