El Periódico de Aragón

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EN PRIMERA PERSONA

Un donante aragonés: «No me lo pensé ni un segundo y lo volvería a hacer»

Carlos Seral le donó un riñón a su hermana Sara hace 21 días / "Es de justicia que se reconozca el derecho a una baja", dice

Carlos Seral y su hermana Sara, ayer en Leciñena, donde residen. SERVICIO ESPECIAL

Hace 21 días que Carlos Seral se sometió a una operación para donarle un riñón a su hermana Sara. «No me lo pensé ni un segundo y lo volvería a hacer, sin ninguna duda», asegura. «Ella lo necesitaba y esta era casi la única y mejor solución que tenía, porque somos muy compatibles», cuenta.

Ya está prácticamente recuperado, aunque todavía tiene limitados algunos movimientos. «La herida ha cicatrizado bien, pero no puedo coger mucho peso o agacharme rápido», explica Carlos.

"Al salir del hospital lo haces con movilidad reducida al menos una semana. Me costaba levantarme de la cama o andar. Son 15 días donde se pasa regular", asegura.

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Él es autónomo, por lo que laboralmente no ha tenido que justificar nada ante una empresa para ausentarse para donar, pero señala que es «de justicia» que se reconozca este derecho. «Me sorprende mucho que no esté aplicado. Creo que es algo que se tenía que hacer», considera.

De hecho, desde su experiencia apunta que «hay días malos», sobre todo tras la operación. «Me operaron un jueves y estuve ingresado hasta el lunes. Estás flojo porque te tira la heridas, estás con gotero, y al salir lo haces con movilidad reducida al menos una semana. Me costaba levantarme de la cama o andar. Al menos son 15 días donde se pasa regular», explica.

"¿Alguien por su hermana no lo haría? Me garantizaron que su calidad de vida iba a pasar de negro y blanco y no me lo pensé", señala

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Los hermanos Seral viven en Leciñena (Zaragoza) y, desde el principio, les garantizaron una mejora en la calidad de vida de Sara. «Es joven y no podía depender de una diálisis. Me comentaron que era algo fácil y que le iba a cambiar la vida de negro a blanco y lo tuve claro», señala Carlos. «¿Alguien por su hermana no lo haría?», se pregunta.

En el caso de Sara, se está recuperando «muy bien» y, aunque su evolución es más lenta que la de Carlos, el trasplante ha sido exitoso. Antes del mismo, él tuvo que modificar algo sus hábitos, una circunstancia que ahora le ha venido «muy bien» porque su salud ha mejorado. «Me quité los dulces y la cerveza ya la tomo sin alcohol porque me dijeron que podría ser un problema si más adelante padezco alguna insuficiencia renal. He perdido 8 kilos en un año y he notado un cambio para mejor», asegura. «Lo hice por la donación, pero ahora mantengo este hábito por mí mismo», señala Carlos.

Él también es donante de sangre y de médula ósea. «En mi casa lo he visto desde pequeño y para mí no es ningún sacrificio. Cuando se me planteo la opción, ni me lo pensé. Mi único cambio es que voy a vivir con un riñón menos pero, afortunadamente, es compatible», dice.

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