Comisiones Obreras en Aragón (CCOO) denunció que en algunos centros escolares de la comunidad se ha llegado a dar clase a 35 grados centígrados. En una nota emitida ayer, en vísperas de la gran ola de calor que se abate ya sobre casi toda España, el sindicato señaló que «no se puede permitir que nuestros hijos e hijas tengan que acudir a clase a ejercer su derecho a recibir una educación de calidad en condiciones indignas, como son las que se dan en nuestras aulas, cuando las temperaturas pueden alcanzar en su interior valores superiores a los 35 grados».
«Estos días, antes de la llegada de la ola de calor, estamos en clase a una temperatura próxima a los 30 grados», denunció ayer una profesora zaragozana que ejerce en un centro público y que prefirió no facilitar su nombre. Esta enseñante subrayó que en el instituto en el que trabaja «no se ha instalado ningún sistema de refrigeración, como pasa de hecho en la inmensa mayoría de los centros educativos, ya sean públicos o privados», añadió. En algunas comunidades, como Extremadura, se ha dado permiso a los colegios que así lo deseen para que adelanten la salida de las aulas a las 12 del mediodía.
Baja el interés y el rendimiento
Pero no es ese el caso de Aragón, donde tampoco se ha invitado a los padres de los alumnos y alumnas, como sucede en Madrid, a que incluyan pulverizadores de agua en las mochilas de los pequeños. Una medida que está rodeada de polémica, pues en algunos colegios ya se han dado batallas campales entre escolares en las que estos han acabado empapados de arriba abajo. Sin llegar a esos extremos, habría soluciones más sencillas, como encender los ventiladores..., si los hubiera, pues en Aragón tampoco se ha dotado a las aulas de estos aparatos que mueven el aire y a los padres y madres no se les ha aconsejado pertrechar a sus hijos con artículos para combatir el calor.
En Aragón ya ha pasado la temporada de exámenes y ahora los centros se disponen a terminar la actividad docente durante la pausa estival. Pero el malestar entre los profesores y profesoras es palpable. «El calor no es ninguna tontería», dice la profesora zaragozana. «Ya desde mayo, cuando se nota la subida de las temperaturas, los alumnos y las alumnas están nerviosos, no paran, y su interés y rendimiento se ven muy disminuidos, lo que nos obliga a los enseñantes a hacer un esfuerzo extra», denuncia.