Todavía no se han cumplido tres años desde aquel 1 de agosto de 2019 en el que los líderes del PSOE, Podemos, Chunta Aragonesista y el Partido Aragonés rubricaron el Acuerdo de investidura y gobernabilidad para la X legislatura en Aragón.
Iniciaron la andadura de un cuatripartito inédito, con cierta vocación de transversalidad, pero sobre todo, con la intención de "evitar políticas contrarias a la descentralización del Estado, el desarrollo autonómico y lo que representa Aragón". Ante el último año de la legislatura parece, sin embargo, que han pasado mucho más que tres presupuestos compartidos y una vida parlamentaria sin sobresaltos.
La pandemia de coronavirus se encargó de encoger y estirar el tiempo a su antojo, paralizando en seco la acción política y económica, así como las discrepancias políticas. A grandes males, grandes remedios. Cuando apenas levantábamos la cabeza, el fantasma de la guerra volvía a Europa y las bombas de Rusia sobre Ucrania se transformaban en Aragón y en España en unos precios desbocados que pueden llevarse por delante a cualquier gobierno.
En este tiempo, dos de las cuatro formaciones que rubricaron el acuerdo del cuatripartito han cambiado de líder. Joaquín Palacín tomó el relevo tranquilo de José Luis Soro en CHA. Maru Díaz hizo lo propio de manos de Nacho Escartín, pero en un proceso más turbulento tras el cese de este por parte de la dirección de Podemos.
También el PAR ha afrontado un terremoto interno que casi se lleva por delante a su líder y vicepresidente del Gobierno, Arturo Aliaga, que venció en las primarias a Elena Allué por un puñado de votos. Solo Javier Lambán, presidente del Gobierno, mantiene su liderazgo intacto, tras un congreso de aclamación y superadas –parece– las pugnas con Ferraz.
Ahora que la maquinaria electoral está en marcha, flota en el aire la pregunta de quién rentabilizará mejor la acción de Gobierno. La experiencia dice que, en las coaliciones, el partidos grande se come al pequeño. Que se lo pregunten a Ciudadanos.
En este multipartidismo a la aragonesa, las urnas deberán aclararlo. Pero hasta entonces, unos y otros se han dejado pelos en la gatera en pro de la "estabilidad" y la "gobernabilidad".
El capital mediático de Lambán
El presidente capitalizó toda la atención mediática durante la pandemia y sigue explotando casi día tras día la llegada de nuevas empresas a la comunidad.
Su fomento del diálogo social, con la Estrategia de Recuperación Económica y Social tras la pandemia; así como su oposición al Comité Olímpico Español (COE) en defensa de los intereses de Aragón para los fallidos Juegos de Invierno con Cataluña han puesto el foco sobre él y ha logrado surfearlo. Incluso cayó de pie tras su encontronazo en Twitter con Pau Gasol.
La falta de médicos y los miles de aragoneses en riesgo de pobreza son el talón de Aquiles del Gobierno liderado por el socialista.
Gestionar en medio de la marejada interna del PAR
El vicepresidente Aliaga es quien más ha sufrido a nivel interno y todavía tiene pendiente un juicio por el congreso del PAR.
La gestión de los fondos europeos, haber salvado el bache de Motorland y la atracción de empresas a las Cuencas Mineras juegan a su favor. La contestada gestión de las energías renovables y el palo al turismo durante la pandemia merman sin embargo su balance de gestión.
La cara de la Ciencia, la cruz en Medio Ambiente
En Podemos, Maru Díaz puede presumir de haberle dado la vuelta al operativo de extinción de incendios, haber logrado el máximo acuerdo de financiación de la Universidad de Zaragoza y haber aprobado la primera ley ‘Cloud’ del país.
Pero el área compartida de Medio Ambiente con el socialista Joaquín Olona deja grandes cuestiones por resolver, como la ley de Cambio Climático. La reforma del Impuesto de Contaminación de las Aguas (ICA) tampoco es la que Podemos reclamaba junto a la Red de Agua Pública de Aragón cuando estaba en la oposición.
El tropiezo en las ayudas al alquiler... Y el avance en el bus
Al frente de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda, José Luis Soro (CHA) ha llegado a reconocer el fracaso que supone la gestión de las ayudas al alquiler con un tramitación que acaba expulsando del sistema a quienes realmente lo necesitan.
La elaboración del mapa concesional del transporte, el impulso al Canfranc y los proyectos de vivienda pública en alquiler suman entre sus logros. Pero la pérdida de trenes y haber aceptado la ampliación de Cerler por Castanesa pesan en su gestión.
Después de tres años y mucho más que 500 noches, el cuatripartito afronta el último curso político con ganas de repetir. Están felices los cuatro.