Que el desempleo juvenil es una lacra para la economía de un país se ha dicho una y mil veces. No es para menos, pues en las manos de esos jóvenes se halla el futuro del mercado laboral y el sino de Aragón. Sin embargo, no es menos cierto que una y mil veces se les ha reclamado a los trabajadores esa extraña mezcla de juventud y experiencia. Una 'rara avis', casi un oxímoron laboral si se prefiere. Al fin y al cabo, no les queda otra a quienes pretenden veteranía en sus trabajadores que contratar precisamente a profesionales experimentados.

En Aragón, más del 50% de la población activa es mayor de 45 años y, a su vez, hay más de 39.000 personas en paro que pertenecen a este segmento de edad. Sabiendo que según el último balance del paro, el total de desempleados se situaba en torno a los 59.000, los mayores de 45 años representan un enorme porcentaje, con las consabidas dificultades que encuentran para incorporarse al mercado laboral.

«Hay gente que cae en el error de pensar que los mayores usurpan los puestos de trabajo a los jóvenes. Y ese es un craso error», asevera Benigno Lacort, el consejero delegado de Atenzia, una empresa del ámbito sociosanitario que decidió apostar por reforzar su plantilla con mayores de 45 años. Sin embargo, dice Lacort, quien pese a su acento andaluz cuenta con raíces aragonesas más allá de su apellido, que lo que ellos hacen no es un gesto altruista. «Creemos en los profesionales experimentados como un valor único», afirma el consejero delegado de la entidad, quien añade que el mejor trabajador se consigue con tiempo y experiencia. «Al igual que en una operación te pondrías en manos del cirujano con más experiencia, en una empresa de teleasistencia y servicios sociosanitarios entendemos que también debe ser así», apunta Lacort.

De hecho, esa apuesta por la empleabilidad de los trabajadores mayores de 45 años les ha llevado a una promesa: que el 45% de su plantilla cumpla este requisito en los próximos años a través del proyecto Talento +45. De momento, en la delegación de Atenzia en Zaragoza van ya por el 29% del equipo. La razón por la que se prescinde de los trabajadores más experimentados resulta, en cierto modo, sencilla de comprender. En épocas difíciles para las empresas, cuando deben hacerse malabares para cuadrar la cuenta de resultados, lo más sencillo es prescindir de la mano de obra costosa. Es aquí cuando se cae en el edadismo que critica Lacort: «¿Cómo se va a arreglar la cuenta de resultados despidiendo a quienes atesoran la experiencia? Los servicios hay que potenciarlos con gente que sepa del negocio», apunta el consejero delegado de Atenzia. Que el desempleo juvenil es una lacra para la economía de un país se ha dicho una y mil veces. No es para menos, pues en las manos de esos jóvenes se halla el futuro del mercado laboral y el sino de Aragón. Sin embargo, no es menos cierto que una y mil veces se les ha reclamado a los trabajadores esa extraña mezcla de juventud y experiencia. Una rara avis, casi un oxímoron laboral si se prefiere.

Es precisamente en el sector servicios donde más se pone de manifiesto la necesidad de profesionales con experiencia. Es ese valor añadido del trato y el saber hacer el que buscan muchos empresarios.

Como dijo Aristóteles, en el centro está la virtud, el equilibrio. El debate debe centrarse en que jóvenes y veteranos se retroalimenten, como señala Lacort, quien pone el foco en los países escandinavos, donde la veteranía es un grado más respetado que en los países del sur de Europa.