Fernando Bolea falleció este pasado domingo a los 75 años. Este sindicalista fue, sin duda, la punta de lanza de UGT, no solo en Opel, donde pasó prácticamente toda su vida laboral hasta que dejó la compañía a los 60 años, sino de la organización en Aragón en un momento especialmente relevante para los sindicatos de clase.

Fue presidente del comité de empresa de General Motors España entre 1982 y 1983, cargo que retomó desde 1996 a 1997, periodos en los que demostró tener un liderazgo innato y unas ideas claras. Bolea estuvo al frente de la sección sindical de UGT en la factoría y fue miembro del comité europeo de Opel. También ocupó durante un tiempo la secretaría general de UGT Aragón.

“Fernando lo fue todo en Opel”, apunta el que fuera su relevo al frente del sindicato en la planta, Pedro Bona. Con Bolea, Bona, Juan Carlos Sánchez (también fallecido) y Luis Tejedor, la sección sindical de UGT tuvo que hacer frente a serios problemas y a dificultades sobrevenidas, entre las que destaca la implantación del turno de noche en Figueruelas, un empeño en el que Fernando Bolea puso todas sus energías.

“Fernando lo fue todo en Opel”

Pedro Bona - Sucesor de Bolea al frente del sindicato UGT

La factoría aragonesa fue la primera en el mundo en tener ese tercer turno, algo que permitió la creación de mil empleos y que puso a la fábrica a la vanguardia. Pues bien, Bolea fue uno de sus grandes artífices, a pesar de los escollos que hubo que superar.

“Era convincente en las asambleas, tenía las ideas claras y era especialmente minucioso, ya que analizaba todos los escenarios antes de tomar una decisión”, destaca Pedro Bona, que reconoce que contaba con fuertes convicciones. Una de ellas fue la de tratar de poner en marcha los 17 turnos, de forma que se trabajase también en sábados y domingos, algo que al principio fue impopular pero que permitió dotar de más flexibilidad a la factoría, a cambio de un incremento en la remuneración para la plantilla.

La negociación para la llegada del Meriva fue otro de los episodios cruciales en la historia de Opel en los que participó muy activamente Bolea. El logro fue atraer un modelo que se producía en el centro polaco de Gliwice en plena deslocalización de productos al Este de Europa. La batalla la ganó Figueruelas. Se primó el empleo y la atracción de producto, pero para ello se potenció la flexibilidad de la mano de obra, la productividad de la plantilla y la logística, valores que Bolea y más tarde Bona supieron poner en valor para atraer esa inversión.

La presencia en Europa de los sindicatos de Zaragoza y de otras plantas también fue otro de los objetivos que se marcó Fernando Bolea. Y lo consiguió, a pesar de que solo la todopoderosa Alemania tenía entonces representación. El exlíder sindical vio en el foro un lugar donde era posible negociar, tener voz y voto. “Fue uno de los sindicalistas que más empujó para tener presencia allí”, señala Bona.

Fernando Bolea, en definitiva, marcó una generación de sindicalistas, puso los cimientos de una nueva forma de entender la representación de los trabajadores y de defender el empleo por encima de cualquier otra consideración. Todo un líder, un maestro.