Los centros de datos de AWS parecen auténticos fortines. Un vallado perimetral que supera los cuatro metros de altura, centenares de cámaras de vigilancia y un formado equipo de seguridad mantienen el perímetro del recinto a buen recaudo. Nadie sabe explicar con exactitud qué habrá en el corazón de las enormes naves blancas que allí se erigen. Quizás computadoras, máquinas punteras desarrolladas por el creciente imperio del coloso tecnológico. Y datos, el oro del Perú del siglo XXI y del mundo digital, cuya seguridad requiere de un complejo como los tres que se levantan en Aragón.

"Tienen los mismos controles que un aeropuerto. Casi más te diría yo. No he visto cosa semejante", cuenta un trabajador de una de las subcontratas que ejecuta el proyecto de la Plataforma Logística de Huesca. "Allí dentro, hay distintos niveles de autorizaciones para acceder a cualquier lugar. En algunas zonas restringidas en las que tenemos que entrar a arreglar algo no se puede ni sacar el móvil. Hay guardias vigilando algunas zonas las 24 horas del día", comenta este empleado. El anonimato se da por supuesto: Amazon obliga a las empresas con las que trabaja a firmar serios contratos de confidencialidad a sus empleados.

Incluso la ubicación geográfica del centro de Villanueva es casi un enigma, aunque resoluble. Apartado de los polígonos industriales, el enorme recinto de AWS se sitúa en el antiguo aeródromo, sin otras naves a su alrededor y con un solo acceso por carretera. El centro de El Burgo de Ebro, radicado en el polígono El Espartal II, cuenta con un acceso más sencillo. El trasiego de trabajadores es constante: camiones, albañiles o instaladores eléctricos. 

Misterio y enigmas

El porqué de tanto misterio, algunos se atreven a hablar de escasa transparencia, podría simplemente deberse a una razón de cultura empresarial anglosajona, según explica un técnico que mantiene contacto con AWS, que también prefiere el anonimato. Sería esta una razón por la que se justificaría ese proceder discreto y silencioso del coloso norteamericano, dado que sus anuncios, siempre comedidos, suelen brillar por su ausencia.

El acceso a una de las naves del centro de datos de Amazon Web Services, en El Burgo. ANDREEA VORNICU

Por ello, la mayor parte de las empresas que operan el macroproyecto –varias de ellas aragonesas– no pueden anunciar que trabajan con Amazon, aunque esa sería una agradecidísima publicidad. 

En cualquier caso, desde una de las entidades que trabaja en la construcción de los centros hablan de que AWS es "un buen cliente, muy serio en los pagos pero igualmente exigente en cuanto a plazos y calidad". "Pero si tú cumples, ellos cumplen", aseguran fuentes de una de esas empresas. El misterio rodea las instalaciones de la filial tecnológica de Amazon. Difícil es averiguar qué se esconde en el Fort Knox aragonés.