El Periódico de Aragón

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TURBULENCIAS COYUNTURA ECONÓMICA ACTUAL

El miedo por la inflación se aparca hasta septiembre en Aragón

El gasto en las vacaciones aumenta pese a temer un otoño incierto / Aragón es la cuarta comunidad que más crecerá en sus ingresos respecto a 2019

Un grupo de turistas atiende a las explicaciones de una guía en Zaragoza.

En un contexto como el actual, con el IPC disparado y ya por encima del 10% en toda España, todo podría hacer presagiar que el bolsillo se cerraría más de la cuenta y, pese a ser las primeras vacaciones de la normalidad ya sin restricciones por la pandemia, los turistas contendrían sus gastos en destino por lo que pueda pasar a la vuelta del verano. Pero la realidad es que, en líneas generales, el sector servicios está apreciando que, lejos de reducirse, ha aumentado.

Ya lo había hecho durante el primer trimestre del año, cuando el gasto medio por visitante pasó de los 144 euros de 2019 a los 187 en el mismo periodo de este 2022 (en 2021 había bajado a 134), un 30% más. Y entonces las familias aún podrían confiar en que el encarecimiento del coste de la vida sería algo fugaz, pasajero. Quizá también se podría interpretar lo mismo al atender las conclusiones del último informe de Exceltur, que sitúa a Aragón como la cuarta comunidad en España con mejores perspectivas de crecimiento en cuanto a la facturación de este tercer trimestre del año. Este apuntaba a un incremento del 2,5%, solo superado por la Comunidad Valenciana (2,7%), Canarias (3,5%) y Baleares (3,6%), todas ellas con zonas de litoral. Incluso mejoraba las perspectivas de Andalucía, con mucho tirón en verano, que preveía crecer un 2,4%.

Pero la percepción actual, a falta de que se conozcan los datos oficiales que publicará el Instituto Nacional de Estadística (INE), apunta a que son más los turistas que opinan que este verano no hay que escatimar y que se aplaza hasta la vuelta al cole eso de abrocharse el cinturón. Una especie de apuesta por que me quiten lo bailao, que augura un mes de septiembre, y un otoño en general, de «mucha incertidumbre».

El miedo por la inflación se aparca hasta septiembre

Lo dicen los propios turistas y los del sector que se alimentan de ellos y que saben, como sucede en Zaragoza, que el verano no es precisamente cuando la ciudad se juega el cobre para atraer más y más visitantes. Al menos Zaragoza, con menos del 60% de ocupación estos días en sus establecimientos hoteleros. Lo peor es que para la ciudad, la temporada alta llega, precisamente, a la vuelta del verano, «en el último trimestre del año», desde las fiestas del Pilar a las Navidades.

Pero, como señalan los expertos, el dato del gasto medio por turista estas vacaciones no va a ser indicador válido para significar que ha habido más consumo, que es seguro que lo habrá. Porque ahora mismo «ha aumentado el coste de los alojamientos y del transporte, obligatoriamente estaremos hablando de un dato superior a otros años», explicaron a este diario desde sectores como la hostelería. «Es verdad que antes muchos visitantes cenaban un menú y dos botellas de vino y ahora piden una y cuatro tapas para compartir», o que «las terrazas están muy llenas pero las consumiciones no son las mismas, duran más y la rotación es menor». Pero también los precios, entre un 25% y un 30% en los alojamientos, sobre un 10% en las consumiciones.

"Pagando el triple"

Pero claro, «hay de todo», bromean los bares, que no quieren señalar a sus clientes pero son conscientes del esfuerzo que está suponiendo para las economías domésticas que todo sea más caro en los gastos esenciales: la luz, los alimentos, la gasolina... «Pero también hay que pensar que para nosotros también lo es». «Hay locales que están pagando ahora el triple de la factura de la luz que hace un año, las materias primas para hacer menús también han subido, si tienes la mala suerte de tener que renovar el alquiler del local por el que pagas unos 1.800 euros al mes, ya sabes que ahora te va a suponer casi 200 euros más mensuales con la revisión del 10% por el IPC...», argumentan desde la hostelería.

Pero solo son promedios generales de una inflación que golpea a todos por igual, y las estrategias para no perder clientela en la hostelería son muy dispares: contener tarifas, reducir las gangas en los menús o, como pasa ya en algunos pueblos, pactar los precios para que nadie salga perdiendo.

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