El Periódico de Aragón

El Periódico de Aragón

EL CAMBIO CLIMÁTICO

Los glaciares han perdido seis metros de espesor en 10 años

Un experto predice que dentro de 20 años las masas de hielo dejarán de avanzar

Rescate en el glaciar del Aneto, pese a la alerta de la Guardia Civil sobre el peligro existente por su degradación. GUARDIA CIVIL

Los glaciares pirenaicos, como los del Aneto y la Maladeta, constituyen uno de los ecosistemas más frágiles frente al cambio climático, que está reduciendo su extensión y grosor a ojos vista. De hecho, según los expertos del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), en los últimos 10 años las masas de hielo de la parte superior de los picos más elevados de la cordillera han perdido un espesor de más de seis metros.

Este dato ha disparado todas las alarmas, pues, a este ritmo, los glaciares no serán más que un recuerdo del pasado. De hecho, los signos exteriores revelan que el proceso de fusión, iniciado hace décadas, sigue en marcha, activado por varios fenómenos, desde la suavización de las temperaturas invernales al incremento térmico por encima de los valores normales que se producen en verano y, cada vez con mayor frecuencia, al final de la primavera y comienzo del otoño.

En declaraciones a EL PERIÓDICO, el experto Juan Ignacio López, que dedica su quehacer profesional al estudio de los glaciares en el IPE, «dentro de 20 años es probable» que las masas de hielo permanente en el Pirineo carezcan de movimiento y se habrán convertido en masas inertes que se irán fundiendo».

En el caso del Aneto, la desaparición progresiva de la capa más superficial del glaciar ha convertido a la plataforma subyacente en un peligroso escenario para los que practican la escalada de alta montaña, dado que hace más difícil el agarre y aumenta el riesgo de deslizamiento por la ladera aun en el caso de los montañeros más experimentados.

Por otro lado, recientemente la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) presentó los resultados del estudio del balance anual de la Maladeta, que muestra «una clara tendencia negativa y con algunos indicadores entre los peores de la serie».

Es más, según los autores del informe se ha observado que han aparecido gran cantidad de grietas en la parte superior del glaciar, algunas de ellas de considerable anchura y profundidad.

Actualmente la superficie del glaciar es de 18,3 hectáreas, 1,6 hectáreas menos que a finales de 2020, lo que supone una reducción del 64% desde el comienzo de las mediciones efectuadas por la Confederación Hidrográfica del Ebro en 1991, cuando alcanzaba las 50 hectáreas. Además, la parte frontal de la Maladeta ha retrocedido unos 350 metros en las tres últimas décadas.

El espesor también se ve afectado negativamente, hasta el punto de que en 2021 el hielo se ha reducido en 223 centímetros de espesor medio, frente a los tan solo 24 centímetros del año anterior. En el caso del frontal de la lengua helada, esta pérdida se ha traducido en una disminución de tres metros. De forma que, según los estudios realizados, el espesor medio perdido desde el año 1992 asciende a 25 metros, que en caso del frente del glaciar se sitúa en 50 metros en el curso de estas pasadas décadas.

De 80 a 39 lenguas de hielo

La progresiva y, en apariencia, inexorable extinción de los glaciares del Pirineo queda patente en las cifras, dado que a finales del siglo XX, en la década de los 80, existían en la cordillera 39 lenguas de hielo permanentes.

Pero un recuento llevado a cabo en 2021 mostró que, de todos ellos, solo habían resistido el paso del tiempo 21 glaciares, es decir, masas de hielo con movimiento propio, el requisito que caracteriza a estas formaciones de nieve helada.

En este sentido, la pérdida de espesor es una demostración palpable del retroceso generalizado, con una media de solo 15 0 20 metros de espesor. Y la extensión también se ha visto afectada gravemente, con unos datos que registran 229 hectáreas, frente a las 900 que todavía existían en la década de los 80 del pasado siglo.

Por todo ello, Ignacio López Moreno considera que la situación de los glaciares aragoneses es «crítica». A este respecto, el control de los gases de efecto invernadero no sería la solución definitiva, dado que, aunque parara de súbito su emisión, las temperaturas seguirían todavía subiendo durante un periodo de 20 años por la misma inercia de los fenómenos climáticos.

La experta en glaciarismo de la CHE María Luisa Moreno comparte la misma opinión. En su opinión se da una tendencia a la pérdida de masa de hielo, dado que, en un contexto de balance negativo, ninguna parte de la nieve acumulada pasa a ser parte integrante del glaciar.

«Los glaciares solo crecen cuando la nieve se convierte en hielo y forma parte de él en la zona de acumulación», afirma la investigadora, que sigue con preocupación del manto nivoso tras un invierno marcado por la escasez de precipitaciones y por la llegada prematura del deshielo en la cabecera de los ríos pirenaicos. 

Menos agua en los embalses

Por otro lado, la reserva de agua embalsada en la cuenca del Ebro es de 4.845 hectómetros cúbicos, el 61% de su capacidad total, a fecha de 18 de julio de 2022, según los datos facilitados este lunes por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). En la misma fecha, la reserva de 2021 se elevó a 5.768 hectómetros cúbicos, el 73% de la capacidad. El promedio de los últimos cinco años, de 2017 a 2021, es de 5.916 hectómetros cúbicos, el 75% de la capacidad, y el mínimo de los últimos cinco años se produjo en 2017, con 5.163 hectómetros cúbicos, el 65% de la capacidad. En la actualidad, no se supera la reserva promedio de los últimos cinco años y se está por debajo de la cifra de 2021, y de la del mínimo en el año 2017.

Compartir el artículo

stats