El Periódico de Aragón

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UN FINAL DE VACACIONES INFRUCTUOSO

Fin de la odisea: el vuelo de Volotea aterriza en Zaragoza 24 horas después

Volotea deja 24 horas en tierra a 200 pasajeros del vuelo Venecia-Zaragoza | La compañía aérea canceló en la noche de ayer el vuelo por una "incidencia del motor" | El avión de regreso parte a las 18.15 y llegará a Zaragoza a las 20.45 horas

Momento en el que el vuelo Venecia-Zaragoza de Volotea aterriza en el aeropuerto de la capital aragonesa.

Momento en el que el vuelo Venecia-Zaragoza de Volotea aterriza en el aeropuerto de la capital aragonesa.

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Momento en el que el vuelo Venecia-Zaragoza de Volotea aterriza en el aeropuerto de la capital aragonesa. M. Calvo Lamana

La compañía de vuelos de bajo coste Volotea dejó en la noche del jueves a cerca de 200 pasajeros en tierra, en el aeropuerto de Venecia al cancelar el vuelo de regreso a Zaragoza. Al ser un trayecto de ida y vuelta con cambio de viajeros, otras tantas personas se quedaron sin subir al avión en la terminal zaragozana en un vuelo que debía partir sobre las 22.30 horas. Los afectados pudieron completar ayer el trayecto tras horas de incertidumbre y aterrizaron en Zaragoza cerca de las 21.00 horas.

La empresa confirmó ayer que el vuelo V1846 que partía de la ciudad italiana hacia Aragón no llegó a despegar por «una incidencia en el motor». Allí viajaban «muchísimos aragoneses, algunos italianos y otros turistas», según los presentes, además de varias familias con niños. De hecho, este trayecto ya sufrió un problema similar el mes pasado con la misma compañía. 

Los últimos mensajes que la compañía ha enviado a los pasajeros del vuelo.

Los últimos mensajes que la compañía ha enviado a los pasajeros del vuelo.

Los afectados iban a poder viajar esta misma tarde en un viaje que iba a partir a las 16.15 y aterrizará en Zaragoza a las 18.45, según aseguró Volotea a este diario. Sin embargo, este vuelo de regreso también se retrasó y terminó saliendo después de las 18.00 horas para llegar a las 20.45. Este viaje fue operado por la compañía NEOS, asociada a Volotea.

«Estamos en un hotel hartos, hasta las narices, porque mañana teníamos una actividad de montaña para subir el pico de la Gran Facha y conmemorar los 100 años de vida de la Federación Española de Montañismo». Astrid García, jacetana y miembro de Montañeras Adebán, mostraba así su frustración por la cancelación del vuelo.

Relata García que tendrían que haber salido el jueves a las ocho de la tarde, pero que el embarque comenzó a retrasarse «una hora... y después otra». «Cuando nos embarcaron por fin en el vuelo nos dijeron que habia un problema con el aire acondicionado, pero alguna persona entró en pánico y quiso bajarse del avión. Dijeron que sí, pero que bajo su responsabilidad. Al llegar a la pista de despegue, el capitán nos dijo que volvíamos para atrás», relata la montañera, que ayer aún mantenía la esperanza de llegar al balneario de Panticosa para ascender el pico.

Otro de los viajeros, Daniel Sebastián, relata en una carta remitida a este diario a las 3.08 de la mañana que al subir al avión la compañía informó de que había un retraso por «un problema de slots». «Posteriormente, aparecieron varios técnicos en el avión y, tras cerca de 50 minutos, finalmente el vuelo comenzó la maniobra de entrada a la pista de despegue. El avión se detuvo repentinamente y el piloto comunicó por megafonía que el problema técnico anterior había vuelto a aparecer y que en esas condiciones el avión no podía despegar. Ha dado la vuelta al parking y han desalojado a las personas del avión», cuenta Sebastián. Así, tras «otra hora de espera», les fue comunicado que el vuelo no iba a salir.

Diana Sanz regresaba junto a su familia, todos aragoneses, de unas vacaciones en Venecia. «Se nos ha hecho muy largo. Fue muy desesperante al principio: no arrancábamos y cuando parecía que sí, de repente el avión se dio la vuelta. No nos decían nada y ya cuando nos dieron vales para la cena y dijimos: esto pinta mal», explica la mujer.

En el aeropuerto tan solo quedaba un bar, por lo que los 200 pasajeros se lanzaron a por un bocado. «Imagínate qué fila se formó», recuerda Sanz por teléfono mientras factura su maleta para regresar a casa 24 horas después. «Había familias con niños más pequeños que daba cosa verlas», lamenta, aunque reconoce que una vez salieron del aeropuerto todo fue a mejor, con un «buen trato» en el hotel, donde han podido desayunar y comer.

Una larga cola se formó en el único bar del aeropuerto de Venecia después de medianoche para canjear los vales para cenar.

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