El Periódico de Aragón

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EL VERANO POLÍTICO EN LA COMUNIDAD

La estocada de Herrarte y los otros pullazos de Ciudadanos

La dimisión de la concejala abre otra crisis naranja | La edila se deja querer por otros mientras su partido se agarra a la refundación

Carmen Herrarte y Jorge Azcón se saludan en un pleno municipal. EL PERIÓDICO

Se diría que 2019 fue el principio y el fin de Ciudadanos en el firmamento político español. No es exactamente así, le costó llegar mucho más que empezar a marcharse. Pero se va, se está yendo la única fuerza que replanteó el equilibrio bipartidista con el regreso del centro democrático que ahora vuelven a pedirse sin complejos PP y PSOE. Contra eso andan luchando los que quedan en Cs, que son pocos y mal avenidos, para qué engañarse.

En abril de ese 2019 consiguieron los naranjas ser la tercera fuerza más votada del país en las primeras elecciones generales que hubo ese año. Se quedaron a solo nueve diputados del PP de Pablo Casado, entonces en mínimos históricos. Luego llegó la negativa de Albert Rivera a sentarse a hablar con Sánchez, también algunos pactos de gobierno con Vox, directos o indirectos, en municipios y comunidades. Y sobre todo la incomprensión hacia Rivera de la gente, al cabo el votante.

En menos de 7 meses había pasado de 57 diputados a 10, dejando fuera del Congreso a muchas de sus caras visibles. Entretanto, eso sí, había cogido cuerpo en algunos territorios. En Aragón, por ejemplo, los liberales habían sacado nada menos que 12 diputados, solo por detrás de los 24 del PSOE y los 16 de los populares. Y en Zaragoza 6, por los 8 conservadores y los 10 socialistas. Así le dio para opinar en el consistorio, que no en las Cortes.

No había llegado aún el castigo que los viene barriendo después, que los tiene temblando en algunos territorios, directamente desaparecidos al sur. De aquellos polvos de Rivera vienen ahora los lodos que han pasado por Murcia, Madrid y Castilla y León antes de llegar el trompazo de Andalucía. Claro que esta culpa no es aquella, que esta es de Arrimadas, dicen en según qué barrios naranjas.

En Aragón el ambiente es malo. También es verdad que, si bien no hay unidad, tampoco hay grandes bloques, ni fuertes. Parecería más una guerra de espejos, tan individual como la que ha emprendido esta semana Carmen Herrarte, la concejala de Economía en el Ayuntamiento de Zaragoza, la señora que ha tirado de la campaña del Volveremos, uno de los pocos proyectos reseñables emprendidos por los liberales en estos tres años largos que llevan gobernando junto a Azcón y el empujoncito de Vox, partido con el que han chocado más antes que después.

Hasta que Herrarte se quiso llevar Julio Calvo a una comparecencia y en la dirección del partido le pararon los pies. La edil, que es brava, no ha olvidado. Mes y medio después ha dimitido de sus cargos orgánicos en el comité del partido, ha dejado claro que no volverá y ha alimentado los rumores de su futuro. Está mejor con Azcón o con los ultraconservadores, o eso dice sin decir. De paso, a su jefe, Daniel Pérez Calvo, le ha dejado algún recado. "Tengo claro hacia dónde no quiero ir y con quién no quiero ir". Ahora le llama jefe a Azcón.

Daniel Pérez Calvo y Javier Lambán, en el parlamento autonómico. JAIME GALINDO

Dice el coordinador en Aragón de Cs que respeta la decisión de Herrarte, aunque le sorprenden los argumentos que emplea para justificar una salida del comité autonómico "que no afecta en absoluto al funcionamiento del mismo". El hecho de que haya decidido salir "no supone ninguna consecuencia para el partido en Aragón", afirma Pérez Calvo, que no quiere "pronunciarse" e incluso se remite a la entrevista publicada ayer por EL PERIÓDICO DE ARAGÓN: "Después de leer y escuchar sus explicaciones, no hay que ser un lince para que cada cual saque sus propias conclusiones".

Así que el líder de la formación, que combate tantos enemigos dentro como fuera, asume con naturalidad inexacta la situación de un partido que se derrumba. Quedan meses para dar la vuelta a la situación política, a las encuestas, dicen a uno y otro lado cuando hablan de los lambanes y los azcones, de la larga y cruenta batalla que vendrá a la vuelta de agosto. Son los mismos que no le dan tanta vida a Cs. Más de uno, de hecho, cree que el hilo de vida no les dará ni para llegar al final de la legislatura. Parece exagerado, pero lo repiten.

En todo caso, fuentes del partido aseguran que se afronta el futuro con más optimismo del que se trasluce. Ahí se agarran a la refundación de Inés Arrimadas, que puede llevarse por delante el logo, los colores y hasta el nombre del partido, el Ciutadans que triunfó en su día en Cataluña. Es lo más difícil, hay debate, pero en Europa ya hablan casi exclusivamente del partido liberal. Aunque esa es otra guerra.

En la batalla del Ebro ya ha habido algaradas previas como las de Ramiro Domínguez, Susana Gaspar o Rodrigo Gómez. Incluso Víctor Serrano fue muy crítico tras conocer el escrutinio en Andalucía. «Eso no son malos resultados, es desaparecer», dijo el concejal. El último episodio ha sido este de Carmen Herrarte, que se despidió vía WhatsApp con un ruido que no quería. O quizá sí.

El caso es que fuentes del partido aseguran que, al no haber dejado su acta de concejala, no hay crisis institucional, por lo que no necesita una respuesta. Vienen a explicar que su función en el comité era «irrelevante» y que no le quieren conceder «ni un minuto de gloria», que es «lo que ella quiere».

Está buscando pretextos para justificar lo que pretende hacer, señalan. ¿Y qué es? Buscar partido. ¿Y cuál? PP o Vox, por este orden. Así la ven desde fuera. Mejor dicho, desde dentro, donde no entienden que busque excusas absurdas y que llegue a insinuar que Daniel Pérez es sanchista. «Qué más quisiera que ser expulsada y represaliada, así sería la víctima que quiere ser», le afean unos. Otros creen que tiene "pavor" a quedarse en la calle (política) en menos de un año. 

La guerra, ya se ve, es cruenta como todas las que enfrentan a hermanos. No solo en el comité autonómico, también hay sus cuitas en el grupo municipal y en las Cortes, donde otros amigos señalan que Pérez Calvo no habla con varios de sus diputados.

Por medio queda el alcalde, a quien ella piropea sin rubor. Tampoco esconde él su consideración por la labor de la concejala. Pero ese concepto expresado por Herrarte de que Azcón es su «jefe» se entiende también como un error enorme. "De jefe nada, es el socio de Gobierno", le reprochan recordando de paso que tiene un reparto de concejales bastante equilibrado (8 del PP por 6 de Cs).

Así que mientras en el PP dicen que ven a Pérez Calvo mucho más cerca del PSOE que de lo suyos "como puede ver cualquiera que siga las redes sociales", en Cs molesta el protagonismo que tiene en el ayuntamiento Azcón. Tampoco le ofrecen mucha resistencia, todo sea dicho. Así que el alcalde tiene tiempo y estrategia para identificar a Lambán con Sánchez cada dos por tres, que es lo que le interesa más allá de las batallas naranjas.

En Cs, además, dicen que no tienen prisa en preparar las listas. Inciden en el proceso de refundación del partido y se quieren alejar de los errores de 2019. Va "muy bien" el proceso, con un comité que está haciendo un trabajo intenso y extenso, parecido al partido liberal alemán cuando se quedó fuera del Bundestag (el parlamento federal germano).

El objetivo es alcanzar el próximo mayo resultados electorales dignos. Digno significa no desaparecer de las instituciones. Y quizá sumar 3 diputados en Aragón. Y quizá, soñando, que la aritmética esta vez los meta dentro de la ecuación de Gobierno. No sería poco para un partido que esta vez no pone vetos. El futuro, dicen, está en el cómo y no en el quién. Justo lo contrario de lo que piensa y dice Herrarte.

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