El Periódico de Aragón

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El estudio en vacaciones

Las academias de Aragón se reinventan para sobrevivir al verano

Junio y julio eran antes «los meses más rentables», ahora «son de transición», dicen los responsables / Sin recuperaciones, los centros reducen su horario y se centran en puestas a punto

Un grupo de adolescentes, en el curso de verano del Grupo Piquer. | ÁNGEL DE CASTRO

Quien más y quien menos en Aragón a lo largo de la etapa educativa se ha visto obligado a estudiar en verano después de haber suspendido una, dos o más asignaturas. Era algo común, y como de forma individual era más complicado por no tener a quién preguntarle las dudas, además de sumar distracciones típicas del verano, una de las soluciones para las familias era apuntar al estudiante a una academia para dar clases de repaso y aprobar la materia.

Pero eso se acabó. La evaluación es continua para la ESO y las convocatorias extraordinarias se han trasladado a antes del verano en Bachiller; lo mismo que la Evau que tiene lugar en julio; solo en la Universidad de Zaragoza habrá exámenes en septiembre, pero este será el último año.

Los alumnos pueden, por tanto disfrutar del verano, pero ¿qué sucede con aquellas academias para las que los meses de verano eran sus platos fuertes económicamente hablando? Se han tenido que reinventar organizando cursos de verano, puestas a punto para el próximo curso o centrándose en franjas de edad menores donde, además, de clase, también hay juegos. Algunos centros se han visto obligados a cerrar y otros se han tomado vacaciones durante unos días, algo impensable otros años. Antes «junio y julio eran los meses más rentables», asegura Rosa Estaún, una de las socias de Ah!cademia, sin embargo actualmente «son de transición», reconoce, antes de apostillar que «nadie se monta una academia para ganar dinero, porque este es un trabajo vocacional, nos gusta enseñar». También opina lo mismo Marta Díez, de Academia de 10, para quien la falta de exámenes en septiembre es como «si el Corte Ingles cierra diciembre y enero», señala.

El trabajo en Ah!cademia es muy personalizado. | JOSÉ MIGUEL CALVO

«El mercado de las academias se ha reducido muchísimo», puede estar al 40% y quien tiene «solo una academia lo está pasando realmente mal». Dentro del sector existe una gran «preocupación», como empresa pero también «educativamente, porque la situación es muy complicada», señala David Ariño, subdirector general operativo del Grupo Piquer. Pero no solo por la desaparición de los exámenes de septiembre, sino sobre todo por la «rebaja de nivel». Para Ariño los niveles de exigencia «han bajado mucho» porque los alumnos aprueban y pasan de curso.

El Grupo Piquer, por ejemplo, cuenta con dos centros, una academia «tradicional» y un Colegio de verano en el que se intentan «solucionar problemas estructurales». El primero «ha bajado» pero ha crecido el segundo, donde además de asignaturas se trabaja «autonomía, responsabilidad, espíritu de motivación». Actualmente, en el Colegio de Verano hay unos 70 alumnos, venidos de Sevilla, Madrid, Lanzarote, Mallorca y, por supuesto de las tres provincias aragonesas. Es «una oferta que no existe en otras ciudades» porque ya hace años que «vimos venir la situación».

En el caso de Ah!Academia han apostado por de junio a septiembre (no hay clases por la tarde, que siempre las había habido) realizar una «puesta a punto». Es repaso si se ha superado la asignatura y si no resolver dudas e intentar ponerse al día mediante «un trabajo individualizado». El objetivo es que empiecen el curso «en condiciones óptimas para enfrentarse a él», dice Rosa Estaún, quien señala que muchos padres también apuntan a los hijos porque en la Evau se piden notas muy altas para «conseguir plaza en la carrera que van a elegir» y quieren empezar cuanto antes.

La Academia de 10 se centra en Primaria y en alumnos con dificultades concretas. En julio aún se mantienen clases de Dibujo y Matemáticas para aquellos que han estudiado el curso fuera y quieren ponerse al día. Pero en verano se enfocan hacia Primaria, con repaso en matemáticas, lengua, inglés y juegos a última hora. Marta Díez reconoce que la situación es complicada pero llevan ya 18 años abiertos y «la gente nos conoce».

Daño por la pandemia

La pandemia hizo mucho daño al sector y ya tuvieron que adaptarse impartiendo clases online pero todavía se están viviendo las consecuencias, sobre todo educativas. En el curso del 2019-2020 «se dio aprobado general y los niveles fueron muy bajos», señala Ariño, quien señala la labor de los centros que «bastante hicieron con torear la situación»; el siguiente hubo «dificultades» porque no se vieron los programas enteros y ahora seguimos igual», señala. «Vemos mucha falta de base en el conocimiento», dice. Para el subdirector del grupo Piquer, «un alumno que está en 2º, 3º o 4º de la ESO no está capacitado para cursar estudios de Bachillerato». Y pone como ejemplo algunas asignaturas donde ese desconocimiento es «más preocupante». Por ejemplo, cuenta, en Historia si te preguntan por la II guerra mundial puedes «sacar un sobresaliente aunque no sepas quién fue Cristóbal Colón», pero eso no sucede en matemáticas, física, química o los idiomas que «si no tienes la base...»

Esa misma percepción la tiene Rosa Estaún (Ah!cademia), que sobrellevaron el encierro por el coronavirus dando todas las clases pero al volver a la presencialidad, se percibe que «los profesores creen que los alumnos tienen el mismo nivel que tenían antes de la pandemia pero no es así».

Para Marta Díez, de Academia de 10 afecta también mucho la desaparición de los septiembres, porque de esta manera los adolescentes «saben que no tienen consecuencias por no haber aprobado. Si a un chaval le dices que va a pasar de curso de todas maneras aunque no apruebe... la situación es complicada», insiste.

Septiembre como «estímulo»

Para David Ariño, un examen de septiembre es un «objetivo a corto plazo» y «si le quitas el estímulo» de esa prueba el alumno «no responde igual». Antes, explica, había jóvenes que «el 1 de agosto lo daban todo para aprobar en septiembre» y comenzaban el curso con «un nivel aceptable, pero ahora que trabajen en verano es más costoso»; y las familias «no ven ese problema». Cuando comience el curso, «lo que antes necesitaban un mes para poner al día, ahora más tiempo porque se parte de una base más baja».

Pero enseñar es un trabajo vocacional, así que la diversificación y la reinvención ha sido algo obligado para poder seguir con las puertas abiertas. «Hay que ver si la desaparición de septiembre es algo pasajero, porque ya se eliminaron hace dos décadas y luego se recuperaron», señala el vicepresidente de Grupo Piquer, por lo que considera que «muchos centros esperan a ver si esto se revierte o intentarán reconducir la actividad», dice; pero lo que tiene claro es que «si volviesen los niveles prepandemia, se vería que somos un sector absolutamente necesario». El problema no acabará en septiembre. El cambio de editoriales, el desembolso por la compra de libros, hace que hasta octubre, después del Pilar, no se dé por iniciado el curso escolar.

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