Marta Esteban ha sido una de las últimas en desalojar la urbanización Villacumbres del Moncayo, en Añón, donde se ha originado un incendio forestal que ha obligado a abandonar sus casas a los vecinos de este municipio, a los Alcalá y a los Vera de Moncayo. "Pienso en la última imagen que tengo de la casa y ... Solo se veía humo", explica camino a Zaragoza y con la incertidumbre como compañera de viaje.

Sobre las 15.30 horas se han quedado sin agua y sin luz --"las horas me bailan, todo ha pasado muy rápido"-- así que ella y sus padres han decidido acercarse a un mirador desde el que se ve todo el valle. "Nos hemos encontrado con el fuego. Al principio, como los árboles no prendían pensábamos que se podía quedar en un susto, pero al poco y con el viento ha empezado a propagarse muy rápido hacía Alcalá de Moncayo y ha sido cuando nos hemos asustado", explica Marta, que ha visto cómo las llamas de este incendio en el Moncayo se acercaban hacía su casa.

El mirador de la urbanización Villacumbres del Moncayo.

"Ha sido horrible. Piensas que algo así solo pasa en las películas", describe desde el coche . "Cuando la Guardia Civil ha ordenado el desalojo he preguntado qué cogíamos, qué nos llevábamos. En el momento me he dado cuenta de que la pregunta era estúpida porque lo que teníamos que hacer era salir de ahí corriendo mis padres, mi perro y yo sin perder el tiempo", relata Marta, que, pese a los nervios y las prisas, ha pensado en sus vecinos. "No todos tienen la misma agilidad para moverse".

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Su camino hacía Borja ha sido toda una odisea. "Hemos sido de los últimos en irnos y la Guardia Civil nos marcaba el camino por la carretera porque no se veía nada con el humo. Ha sido el peor momento de mi vida porque veías el fuego a los dos lados de la carretera", dice con la voz quebrada pero sin olvidarse de lo importante. "Estamos bien. Lo primero somos nosotros y estamos todos bien", insiste Marta, que asegura que en Borja la acogida y el trato ha sido "inmejorable". "Es de agradecer porque en ese momento todos estábamos muy nerviosos. No es fácil porque no sabes qué está pasando con tu casa. Cuando hemos llegado estaba todo organizado, nos han ofrecido agua, comida y también se han preocupado por nuestras mascotas", relata.