El Periódico de Aragón

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SEGURIDAD CIUDADANA

Zaragoza suma la segunda agresión a personas sin hogar este verano

A la última víctima le tuvieron que poner hasta cuatro grapas la semana pasada | Esta cifra podría ser superior porque muchos no lo cuentan y otros no denuncian

Varias personas sin hogar se emplazan en el pasaje Ebrosa, donde tuvo lugar la primera agresión de este verano. ÁNGEL DE CASTRO

Zaragoza suma, al menos, dos agresiones a personas sin hogar en lo que va de verano. La primera, como ya adelantó EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, se produjo el pasado 14 de julio cuando dos jóvenes atacaron a Francisco Javier, de 52 años, en el pasaje Ebrosa. A este primer ataque se suma un segundo que tuvo lugar hace algo menos de una semana. Un viandante alertó a la policía y a la ambulancia para que se personaran en una calle del centro de la capital aragonesa y atendieran con hasta cuatro grapas al herido. Cristina Marco, trabajadora social en el Proyecto de Atención Integral a personas sin hogar, remarca que este número de agresiones podría ser mayor. Muchos no lo cuentan y, el que lo hace, no interpone denuncia en las comandancias policiales.

La primera víctima fue Francisco Javier, quien resultó atacado con brutalidad en el pasaje Ebrosa mientras dormía. Los dos agresores le propinaron una brutal paliza que le provocaron un traumatismo craneal y un corte en la cabeza que le hizo sangrar. En aquella ocasión fue una patrulla de la Policía Nacional la que presenció los hechos, por lo que intervino deteniendo a los dos autores.

Al igual que esta primera agresión «sí que fue un delito de odio» por los insultos que se profirieron hacia la víctima, en la segunda, apunta Cristina, no saben muy bien la razón ni tampoco si consta denuncia.

Sin denuncias

Esta trabajadora social explica que los datos «se escapan», nunca son reales: «Una cosa es lo que nos digan a nosotros, pues no siempre nos lo dicen, y otra cosa es que denuncien. En el caso de que nos lo cuenten. lo primero que les decimos, obviamente, es que denuncien. Si no hay denuncia, no hay ni delito ni registro ni la policía puede actuar para que no queden impunes. Pero, al final, hay que comprender que la decisión está en sus manos. Nosotros no podemos obligarles».

Cristina detalla cuál es el modus operandi de su grupo de trabajo: «Normalmente, las veces que nosotros sabemos o conocemos el suceso es por que nos lo han contado ellos directamente. Bien por la mañana en el despacho, bien por la noche cuando los atiendes en la calle. Empiezan con que les han robado todo y ya luego te cuenta que no solo ha sido un robo como tal, sino que hay mucho más por desgracia».

«A veces están dormidos cuando les atacan», dice una trabajadora social

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Ella insiste en que es fundamental el acompañamiento, la escucha y la empatía hacia estas personas, más aún cuando se suceden estos episodios. «Ni mucho menos les culpabilizas de, por ejemplo, perder sus documentos. A cualquier nos puedes pasar que los perdamos o que nos roben. Pero el problema es que a cualquiera no nos puede pasar que nos peguen una paliza. El hecho de estar en la calle es un foco más de atención. Incluso, a veces, están dormido cuando les atacan. Es el momento más vulnerable de una situación ya vulnerable de por sí», asevera.

Preguntada por la frecuencia con la que se suceden estas agresiones, Cristina señala que «no hay un lugar ni un una época» en la que se acentúen: «Simplemente ocurren y, de repente, ocurren tres o cuatro más. Como si los agresores se pusieran de acuerdo o fueran los mismos, pero no sé cuál es el motivo exacto de que se repitan».

La sociedad juega un papel fundamental en este tipo de situaciones, como sucedió con el ciudadanos que dio la voz de alerta en esta segunda agresión. «Si se ve una agresión, no hay que dejarla pasar porque a eso se le llama complicidad», explica Cristina, a lo que añade: «Nosotros tratamos de dar mucha información a los ciudadanos, además de todas las campañas de sensibilización. Tratamos de acercarlo a la sociedad porque no es una realidad aparte, se convive con ella y se trata de hacerles partícipes de esta realidad. Por eso, trabajamos con el intento de concienciar a la sociedad porque parece que son cosas de sentido común, pero que todavía hay que decir».

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