El Periódico de Aragón

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CONSECUENCIAS DE LA INFLACIÓN EN EL SECTOR SERVICIOS

La comida para llevar se encarece mientras baja la clientela habitual

Los productos que compran para cocinar ahora cuestan "un 40% más como mínimo"

El cocinero de Pollos Vela, una tienda de comidas para llevar de Zaragoza, sacando los pollos recién hechos para servir a sus clientes del día. Jaime Galindo.

La comida para llevar, hasta ahora un servicio que permitía un descanso momentáneo de las cocinas o la solución perfecta para el que se ve obligado a comer en la oficina, también sufre las consecuencias de la inflación. El encarecimiento de las materias primas obliga a estos establecimientos, la mayoría regentados por cocineros experimentados que ofrecen productos caseros, a subir los precios en una época como es el verano en la que la clientela de las ciudades disminuye por culpa de las vacaciones estivales.

«Agosto es ya de por si un mes complicado porque la gente se va de viaje, a la playa y no está aquí para consumir pero con los precios que nos cobran todo está siendo mucho más complicado», asegura María Pilar Aguerri, propietaria de Pikar, un establecimientos que ofrece comida casera para llevar en la calle de la Princesa de Zaragoza.

«En lo que son las materias primas todas nos han subido de precio, unas cosas más y otras menos pero todos los productos están más caros», asegura la propietaria. Según sus propias cuentas, la subida de las facturas del producto que se usa pasa cocinar ha podido subir «en torno a un 40%» como mínimo en los últimos meses.

Las comidas para llevar requieren numerosos alimentos que se han encarecido mucho en pocos meses. Jaime Galindo.

Precios inviables

Una subida que también nota, Inmaculada Anaut, propietaria de Pollos Elva, un establecimiento clásico situado en la calle Fueros de Aragón de Zaragoza y especializado en ofrecer pollos asados. «El aceite, los tomates, los huevos, las patatas y, sobre todo, los pollos, cualquier cosa que se me venga a la cabeza ha subido de precio y en algunos casos estamos hablando de multiplicarse por dos y por tres», asegura la propietaria del establecimiento que lleva ya más de 50 años alimentando a los vecinos del barrio.

En este caso concreto, solo el precio del kilo de pollo se ha incrementado en 70 céntimos. «Hemos tenido que subir el precio del pollo porque si no es inviable. Antes el pollo entero costaba 8,30 euros y ahora cuesta 8,80 euros», explica Inmaculada, que asegura que con esa subida no se cubre con los costes de los nuevos precios de las materias primas. «Si subiéramos lo necesario para mantener las mismas ganancias nos pondríamos en más de nueve euros y la gente se asustaría. Por eso nos toca asumir a nosotros una parte y reducir márgenes», añade.

La misma situación se replica en Pikar. «Hemos tenido que subir un poco los precios porque si no estaríamos en perdidas, los márgenes son muy ajustados», explica María Pilar, aun así asegura que las subidas de precio son «mínimas en comparación con lo que nosotros pagamos a los proveedores».

No son solo las materias primas las que han cambiado de importe en las facturas. La luz y el gas marcan desde hace semanas cifras de récord. «Soy la primera a la que le encantaría poder ahorrar en la factura pero es que ahora mismo es imposible que consuma menos de lo que estoy consumiendo», cuenta María Pilar. «Aunque la cocina sea de gas, las neveras y las cámaras tienen que estar enchufadas todo el tiempo y aquí, sin aire acondicionado no podemos estar y como es normal el consumo de energía es bastante alto. Estoy temblando de ver cómo llega la factura», añade.

«Tampoco es nada nuevo, el gas lleva subiendo desde hace al menos un año y medio», explica Inmaculada. «Si el consumo de luz ya es alto nosotros tenemos que sumar el de gas con el que funcionan los asadores y que no es precisamente bajo», añade.

En agosto, menos clientes

Las subidas se acompañan de una ligera bajada de la clientela. «Es verdad que en verano el consumo siempre baja pero este verano estamos trabajando menos que cualquier otro», explica la propietaria Pikar. «No soy la única a la que le han subido los precios, entiendo que el coste de la vida es ahora más caro y que la gente tiene que recortar gastos», añade.

En Pollos Vela, la bajada ha sido mucho más ligera y la propietaria la achaca al mes de agosto. «Seguimos trabajando, este ha sido un verano bastante bueno. Ahora trabajamos menos los fines de semana porque es cuando la gente se va de vacaciones pero un día normal entre semana podemos llegar a vender hasta 40 pollos», explica Inmaculada.

Ahora solo les queda «esperar, seguir trabajando como siempre hemos hecho y rezar para que los precios no suban mucho más».

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