El Periódico de Aragón

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LA LUCHA CONTRA LOS INCENDIOS EN LA COMUNIDAD

Este 2022 ha ardido el 28% de toda la superficie forestal quemada en el siglo XXI en Aragón

En lo que va de año 23.000 hectáreas se han calcinado, frente a las 82.000 desde 2001

Lucha contra el fuego en el incendio en las estribaciones del Moncayo. Jaime Galindo.

Los incendios forestales han destruido en Aragón en lo que va de año más de 23.000 hectáreas, 10.740 de ellas arboladas, unos valores que convierten este ejercicio en el de mayor superficie quemada desde que empezó el siglo, pese a que las cifras solo abarcan desde el 1 de enero hasta el pasado 21 de agosto.

Desde 2001 hasta la fecha han ardido en la comunidad en torno a 82.000 hectáreas de superficie forestal arbolada y no arbolada, por lo que la extensión calcinada en lo que va de año representa aproximadamente el 28% del total.

Un dato que pone de relieve la intensidad y la larga duración de las olas de calor que han afectado a la comunidad y, en general, al interior de la península Ibérica durante el presente ejercicio.

Grandes incendios

La mayor parte de las hectáreas que han ardido este 2022, hasta un total de 23.012, se han producido en los 10 incendios más grandes registrados en la región durante los meses de junio, julio y lo que va de agosto.

En concreto, los siniestros que mayor espacio geográfico han abarcado son, por este orden, los de Ateca (14.000 hectáreas), Añón del Moncayo (6.200), Castejón de Tornos (1.350) y Nonaspe (1.100). 

Sin embargo, lo peor es que la alarmante cifra de hectáreas quemadas este año todavía es susceptible de empeorar. Aún queda un mes de verano por delante y el otoño podría ser cálido y poco lluvioso, como es habitual en la comunidad aragonesa a raíz del cambio climático.

Pero, sin llegar a esos extremos, el año actual ya arroja unos números catastróficos. Muy por encima incluso del segundo año con más incendios forestales, 2009, cuando el fuego devoró 19.648 hectáreas arboladas, de monte bajo (arbustos), de tierras de labor y de pasto.

Desde esa fecha, curiosamente, la extensión calcinada cada año en incendios forestales empezó a disminuir, hasta tocar fondo en 2018, con solo 212 hectáreas quemadas.

Años fatídicos

Pero no fue una reducción sostenida, sino irregular, con altibajos. Por ejemplo, en 2015, un verano muy caluroso al igual que este, se dispararon de nuevo los incendios estivales, con 7.855 hectáreas. Una cantidad que no se antoja muy elevada a la vista de que la actual campaña ya triplica esa marca cuando aún faltan cuatro meses para su conclusión. Además, durante la primera década del siglo, hasta 2009, el fuego destruía entre 1.500 y 4.500 hectáreas cada año.

Pero los grandes incendios forestales no son una novedad ni una exclusiva del siglo XXI en Aragón. En la pasada centuria se registraron grandes catástrofes en los bosques de la comunidad.

La más devastadora de todas ellas, hasta la fecha, fue la que asoló el Maestrazgo en 1994, cuando ardieron más de 18.000 hectáreas de pastos y densos pinares en el entorno del pueblo de Villarluengo. Además, este mismo incendio penetró en la cercana provincia de Castellón, donde destruyó otras 20.000 hectáreas.

Ese mismo año otro voraz incendio redujo a cenizas 8.648 hectáreas en las Cinco Villas, una comarca aragonesa muy castigada por los incendios forestales. Al igual que los pinares de Zuera, que en 1995 quedaron muy afectados por el avance del fuego, con 4.200 hectáreas convertidas en humo.

Esta sucesión de catástrofes, ya fueran naturales o provocadas por el hombre, han llevado a las distintas administraciones de Aragón a consagrar una suma creciente de sus recursos a las labores de prevención y extinción. 

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