«El único cambio respecto a lo que ya se hacía en Aragón está en que ahora las jóvenes de entre 16 y 17 años no necesitarán la autorización de un adulto si quieren abortar. Por lo demás la reforma de la ley no afectará de forma práctica al la forma de trabajo de la comunidad», explica Laura Baquedano, presidenta de la Sociedad Aragonesa de Ginecología.

La presidenta recuerda que, en la última década, el acceso al aborto en la comunidad ya ha sido un cuestión libre y completamente financiada por el Estado. «Los procedimientos no se realizan en hospitales públicos si no que se realizan en centros concertados. Allí hay profesionales perfectamente cualificados y está comprobado que atienden a las pacientes de la mejor manera posible en el proceso y por supuesto ella no tienen que pagar sino que es la Administración la que se hace cargo del coste del procedimiento», añade la presidenta.

Además, agrega que el cambio en la ley se basa en criterios de avance como sociedad. «Para nosotros, como profesionales de la sanidad y de la ginecología en concreto, todo lo que sea avanzar en que las mujeres reciban la mejor atención posible y sean libres de tomar sus propias decisiones respecto a su cuerpo siempre nos va a parecer una buena noticia», añade Baquedano.

Además, la profesional mantiene que en la comunidad «apenas se tendría que notar el cambio» en la legislación. «Entiendo que si hay cambios es porque son necesarios y porque en otras comunidades no se estará dando el mismo acceso que en Aragón, pero en nuestra comunidad ya era posible interrumpir el embarazo sin restricciones», añade la presidenta que concluye recordando que la reforma del aborto es solo una cuestión dentro de la ley de salud sexual y reproductiva que incluye otros muchos aspectos.

«La reforma que se plantea es una utopía»

«Estamos hablando de una utopía, de una realidad que no es factible». Así de tajante se muestra la doctora María Jesús Barco, ginecóloga en la ciudad de Zaragoza. «Se plantea un acceso total y gratuito y además quieren que sea en una clínica debajo de casa. No hay medios, no es factible», asegura la ginecóloga.

Según Barco, un aborto supone «una cuestión transcendental en la vida de cualquier mujer». «Permitir que chicas de 16 y 17 años se enfrenten solas a una cuestión tan importante no me parece normal, sino algo muy triste», añade la doctora. «Se les presenta a las chicas como una solución rápida y fácil y eso lo único que acaba provocando es enterrar un duelo que hay que pasar en un proceso como es un aborto», explica Barco.

La ginecóloga considera vital que, en el caso de las mujeres más jóvenes que se enfrenten a un aborto, estas estén acompañadas «de las personas que más las quieren en el mundo, sus padres». «No hablamos ya de cuestiones médicas o legales, es una cuestión meramente emocional», añade.

Respecto a la supresión del periodo de tres días de reflexión, otra de las cuestiones que ha sido más polémica dentro de la reforma planteada por el Gobierno nacional, la ginecóloga lo considera «un fraude». «Todas las decisiones que tomamos cada día, hasta las más simples, tenemos que meditarlas, ¿cómo no vas a pensarte algo que va a cambiarte la vida como es un aborto?», se cuestiona la ginecóloga que considera estos cambios «banalizar una cuestión determinante en el desarrollo de la vida».

«Si seguimos evitando el proceso de duelo, tratando estos temas como cuestiones sin importancia y simplemente como la vía rápida de escapar de un problema lo único que conseguimos es un problema mayor y crear una mujer con heridas emocionales sin tratar», concluye.