El Periódico de Aragón

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El drama del 'bullying' en Aragón

Un grupo de padres de Aragón pide facilitar por ley el cambio de colegio en caso de sufrir acoso escolar

Los afectados consideran que el caso de la pequeña Saray debe servir para que se tomen medidas de protección ante el abuso en las aulas

Julio se propone, con otros padres, que las leyes de educación recojan el acoso escolar en el baremo para cambiar de colegio. EL PERIÓDICO

Un grupo de padres y madres de Zaragoza pide a las autoridades de Educación en la comunidad aragonesa que el baremo que valora los motivos para cambiar de colegio recoja en adelante el hecho de que el alumno o alumna sea víctima de acoso escolar.

Consideran que el protocolo de actuación inmediata ante posibles situaciones de acoso escolar del Gobierno de Aragón es una herramienta adecuada para prevenir conductas, pero denuncian que no se aplica. Hasta el punto, aseguran, de que son las víctimas, y no los

acosadores, quienes acaban marchándose del centro donde sufren los malos tratos físicos y verbales.

Los solicitantes, que barajan crear una asociación, han decidido unirse a raíz de la tentativa de suicidio de la niña Saray, de 10 años, que intentó suicidarse en Zaragoza el pasado fin de semana porque, al parecer, era víctima de acoso por parte de grupo de compañeras en su clase de cuarto de Primaria del colegio Agustín Gericó.

Priorizar el acoso sobre otras condiciones

“El baremo recoge un total de 12 condiciones para poder solicitar cambio de centro de enseñanza, entre ellas el hecho de sufrir violencia de género y ser víctima de terrorismo, pero no menciona en ningún momento que un menor acosado pueda optar a asistir a clase en un colegio diferente del que tiene asignado”, explica Julio R. D., zaragozano de 44 años cuya hija ha tenido ideas suicidas “porque era acosada por sus compañeros y compañeros de curso”.

La futura asociación de familias afectadas por el acoso escolar considera que el doloroso caso de Saray debe servir para llamar la atención a la sociedad y al Gobierno de Aragón sobre la “extrema gravedad” del acoso escolar.

“Hay muchos niños y niñas que padecen las mofas y las agresiones de algunos compañeros”, subraya Julio. “Pero la mayoría de los casos no sale de las redes sociales, de forma que no se les da una solución, se enquistan y recaen con todo su peso sobre la familia, que vive angustiada”, señala.

"Hay muchos niños y niñas que padecen mofas y agresiones de sus compañeros", cuenta Julio, padre de una niña que ha sido acosada

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Por ello reclaman que los alumnos de ambos sexos que sufran acoso escolar “tengan prioridad” en el baremo que otorga puntuación según la causa alegada para cambiar de colegio y que incluye además condiciones como la de familia numerosa, situación de acogimiento y discapacidad reconocida.

400 menores en riesgo de suicidio

“Nuestra idea es crear una organización que agrupe a los progenitores a los que les afecta este problema, pues la mayor dificultad con que se encuentran las familias es con que están solas, dado que ni los colegios ni las instituciones ni los servicios sociales se implican lo necesario para resolver esta situación”, afirma.

Julio asegura que se siente “totalmente desamparado”. Tiene una hija adolescente que sufre acoso escolar desde hace varios años y él ha ido llamando a todas las puertas donde pensaba que le podían ayudar. “Pero me consta que nadie ha hecho nada”, lamenta. Y ello pese a que, según los expertos, su hija es uno más de los 400 menores en riesgo de suicidio detectados en Aragón durante el último año.

Por eso cree que es más necesario que nunca unirse con otros padres en la misma situación. “Saray ha sido como una llamada de atención a la sociedad, no podemos dejar caer en saco roto las lecciones que se extraen de este trágico episodio”.

“Unos días antes del inicio del curso 20-21, mi hija se enteró de que iban a cambiarla de clase, precisamente a la clase donde estaban sus acosadores”, relata el progenitor. “Ella lloró al enterarse y me pidió insistentemente que hiciera algo, por lo que rogué al colegio por correo electrónico que, por favor, que no llevara a efecto ese cambio”, continúa.

De hecho, para dar fuerza a su petición, Julio recordó a los responsables del centro que su hija había sufrido el acoso de niños de esa misma clase. Sin embargo, pese a sus desvelos, el colegio no le preguntó en ningún momento por ese caso de bullying, “y de hecho cambiaron a mi hija a esa clase”. A partir de ahí, añade Julio, su hija “fue cada vez a peor y empezó a faltar a clase con más frecuencia”.  

"El protocolo está bien pero no se aplica"

A partir de ese momento, asegura, empezó para él un peregrinaje en busca de asesoramiento, tanto a través de oenegés como de profesionales de la psicología y la psiquiatría. Y sacó en conclusión que su hija albergaba ideas suicidas. “La persecución de que es objeto ha cambiado su carácter hasta el punto de que ha dejado de ser una chica extrovertida, con aficiones como la música y el dibujo, y se ha convertido en una adolescente que se pasa los días encerrada en su cuarto, sin ir a clase”, afirma.

Julio destaca que el colegio no le ha tendido una mano para tratar de superar la situación. Y está convencido de que esta es la actitud generalizada en los centros de enseñanza. “El protocolo de actuación en estos casos está bien y detalla en 95 páginas todas las situaciones que pueden darse y cómo abordarlas, pero tiene el inconveniente de que no se aplica”, afirma.

Un problema añadido es que se actúa tardíamente porque los casos afloran “cuando el menor lleva mucho tiempo sufriendo las bromas pesadas, las risas y el aislamiento al que le someten sus compañeros”, añade Julio. “No falla el sistema, fallan las personas”, mantiene. “O no se hace nada ante estas situaciones o lo que se hace no es eficaz”, opina. “Creo que este es un problema enorme de la sociedad y que hay muchos niños y niñas que lo sufren”, sostiene el progenitor zaragozano.

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