La granizada que asoló ayer por la tarde la ribera del río Manubles ha causado importantes pérdidas en la fruticultura. Se han visto afectados, principalmente, los manzanos, los ciruelos y los melocotoneros, así como algunos tipos de uva, pues estos días se está llevando a cabo la vendimia.

"Esta granizada ha empeorado una situación ya de por sí mala", ha señalado el fruticultor Óscar Joven, miembro de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA). "Después del incendio de hace dos meses, el granizo ha rematado lo que quedaba en los árboles", ha añadido.

Joven señala que la tromba que descargó sobre la vega del Manubles, entre Ateca y Moros, ha complicado una situación ya de por sí difícil, dado que en julio la combinación de fuego, humo y altas temperaturas destruyó o dejó gravemente dañados numerosos árboles de una zona cuya economía se basa en el cultivo de distintas variedades de fruta.

Además, la granizada ha cogido a la comarca de Calatayud, que posee su propia denominación de origen, en plena vendimia, con lo que se reducirá de forma sustancial la cantidad de uva que se coge esta campaña.

Hileras de manzanos golpeadas por el granizo, en Moros.

Hileras de manzanos golpeadas por el granizo, en Moros. SERVICIO ESPECIAL

Fuego y lluvia torrencial

"Lo que ha sucedido este año no es normal", subraya el miembro de UAGA. "Como agricultores estamos habituados a las tormentas y a las altas temperaturas del verano, pero nunca habíamos visto que después de un incendio que arrasó nuestras tierras llegara una lluvia torrencial, con granizo, que se ha llevado por delante lo poco que quedaba en pie", asegura.

El pasado mes de agosto, el Gobierno de Aragón aprobó la solicitud de zona catastrófica presentada por varios municipios de la vega del Manubles y del Jalón, que sufrieron graves pérdidas económicas, con destrucción de viviendas, pinares y cultivos debido a un incendio que se inició durante unos trabajos de repoblación forestal en plena ola de calor.

El término de Villalengua, muy próximo al de Moros, no sufrió tanto los efectos de la granizada. Pero se desbordó un barranco y varias calles del pueblo se vieron anegadas por el agua y han aparecido cubiertas de tierra y gravilla.

"El incendio destruyó la capa superficial de vegetación, la que sujetaba el terreno, y el agua ha arrastrado todo lo que ha encontrado a su paso, piedras, ramas y troncos sueltos", lamenta Óscar Joven, que reside en esa localidad.