Julio Yagüe es apicultor en la localidad zaragozana de Ariza, donde su explotación apícola, de producción ecológica, cuenta con 250 colmenas. Allí tampoco han conseguido escapar de los picotazos del abejaruco. «Ha sido una catástrofe, es espantoso y terrible, te revienta todo. Antes había una presencia más lógica con un par de semanas en agosto que pegaba fuerte, pero este año ha sido cuatro o cinco veces más y ha arrasado con las reinas y los enjambres», critica Julio, quien explica que la responsabilidad «debe ser del Estado y las comunidades autónomas» porque se trata de una especie protegida. Por ello, tendrían que «compensar las pérdidas porque son los responsables».
En su caso, la merma no alcanza ese 70% tan generalizado que se ha dado en Aragón. Será de un tercio, puntualiza Julio, porque su producción es más estable al tratarse de una explotación ecológica: «Tal y como está el cambio climático creo que hay que apostar por producciones más estables aunque sean algo inferiores. Mi cosecha es la mitad de la convencional porque el ritmo de la abeja es más natural. Por eso mis pérdidas porcentuales son menores este año, pero cuando la producción convencional crece, la mía no».
La presencia de humo durante tantos días provocó que la abeja se quedara dentro de la colmena
El incendio de Ateca se le ha llevado por delante, «como mínimo», 50 colmenas ya que no será hasta el año que viene cuando se pueda certificar con exactitud. «La presencia de humo durante tantos días provocó que la abeja se quedara dentro de la colmena. Necesitaban agua para hidratarse, que en este caso la extraían de la miel, por lo que se acabó quedando como un caramelo duro», relata este apicultor, quien hace un llamamiento a encontrar «el culpable» del incendio para que pague «con todas las consecuencias».
Con él coincide plenamente Ignacio Ciércoles, otro apicultor que cuenta con varias explotaciones repartidas entre diferentes puntos de la provincia de Teruel. En una temporada normal, su cosecha se movería entre los 15.000 y los 18.000 kilos de miel, repartidos entre unas 700 colmenas. Sin embargo, este año solo recogerá un 33%. «Para darnos con un canto en los dientes», lamenta Ignacio, quien también ha notado esa mayor presencia del abejaruco. «Ya está subiendo a zonas donde antes no subía porque por las noches ya no hace tanto frío», finaliza.
