Marian Cisterna sabe de lo que habla porque fue una paciente más. Hace aproximadamente una década, un día antes de comenzar su primer tratamiento de fertilidad le diagnosticaron esclerosis múltiple y tuvo que retrasar su deseo. Una vez controlada la enfermedad ella y su marido decidieron intentar de nuevo ser padres. Se quedó embarazada pero «perdí el bebé» cuatro meses después, así que «no consiguió ser madre». 

Su experiencia la plasmó en un libro, No tires la toalla, y de su mano, el Grupo de Apoyo Hello! para pacientes de Reproducción Asistida, un punto de encuentro tanto en redes sociales (sobre todo Instagram, donde tiene más de 10.000 seguidores) como presenciales. Se trata de una comunidad gratuita, que el año que viene cumplirá una década y que en este tiempo ha ayudado a más de cien mil personas, cuenta la zaragozana Marian Cisterna, quien dice orgullosa que en los dos últimos años ha dado el salto a América Latina.

El acompañamiento que da el grupo es «de paciente a paciente» pero no se dan «consejos médicos ni psicológicos porque entonces remitimos a profesionales y colegiados», asegura.

Las mujeres o parejas que han comenzado un tratamiento de reproducción asistida necesita «no ser juzgada», hay que desterrar todas esas cifras de «conozco a una que en cuanto dejó de obsesionarse, se quedó embarazada...», cuenta Marian, o «lo que debes hacer es viajar, relajarte...». Para ella, lo importante es escuchar, «dar importancia» al problema y «normalizar el dolor», cuenta, antes de señalar que «la infertilidad es una enfermedad» y al mismo tiempo «una aventura porque al final no sabes si vas a ser padre y la incertidumbre es brutal, de ahí que los pacientes muchas veces se aíslan para no estar con otros papás». También tiene claro que «si no lo vives...»  

«No te mueres» 

Cisterna asegura que «de no tener hijos no te mueres, pero el dolor existe, es algo invisible»; y cuando a una mujer o pareja le dicen que no va a tener un hijo eso significa que «tu plan de vida no se va a cumplir y todo se cae como un castillo de naipes», explica. Se siente «un gran vacío que siempre va a estar conmigo, es un proceso doloroso y quiero que se vea como una parte de mi vida», cuenta.

Uno de los aspectos positivos del Grupo, que tras dos años realizando encuentros online por culpa del coronavirus, pronto volverán a ser presenciales (también en Zaragoza), es que muchas de las personas que consiguen ser padre o madre «se quedan para ayudar, son lo que llamamos hadas madrinas». En los encuentros, cada uno cuenta su historia y cómo ha llegado hasta el tratamiento de reproducción asistida, aunque también organizan charlas con especialistas, también en psicología, para «poder resolver todas las dudas».

En el grupo siempre ha habido familias «diversas», de hecho, a la primera reunión, hace casi una década ya hubo una mujer que quería ser madre solo y una pareja homosexual, y «aunque ahora sigue siendo un poco tabú, imagínate hace diez años».