Cada año tienen lugar alrededor de 800 primeras visitas en la unidad de reproducción asistida del hospital Miguel Servet, centro de referencia en Aragón; y desde allí se deriva o no al tratamiento. Cada año se realizan unos 500 ciclos de Fecundación in vitro y alrededor de 600 de inseminación artificial, una cifra más o menos estable en los últimos años porque «el personal y los medios son los mismos», reconoce Pilar Conte, jefa de la Unidad de Reproducción Asistida del centro. Las cifras, eso sí, se redujeron a la mitad durante la pandemia porque «tuvimos que cerrar y abrir fue un reto porque no había espacios para mantener las normas de seguridad».

Y también ha bajado la lista de espera, quizá por la tendencia actual que es la de «retrasar todavía más la maternidad» por el covid, por las sucesivas crisis económicas y porque la «gente joven tiene menos oportunidades» y de ahí que «el número de parejas que buscan un embarazo sea menor». Actualmente, es de once meses, pero no desde que se comienza el tratamiento sino de que se visita por primera vez al ginecólogo para decirle que no se queda embarazada. 

Y es que la especialista afirma de forma categórica es que «la mayor causa actual de infertilidad es la edad», sucede en todo occidente y «sobre todo en España, que buscamos la maternidad muy tarde y la tasa de fertilidad va ligada a la edad», señala. Eso supone que tanto espontáneamente como por técnicas de reproducción asistida la posibilidad de quedarse embarazada «depende de la edad», cuenta. Y matiza que aunque muchas pacientes creen que la técnica «revierte esa disminución de la fertilidad con la edad, es al revés, funcionan peor con más edad».

La lista de espera es de once meses desde que la mujer acude por primera vez al ginecólogo a plantearle su problema de infertilidad

Son también los años de la mujer los que determinan el éxito del tratamiento. Se puede medir de muchas maneras, explica, por transferencia o parto por ciclo iniciado. En este segundo caso es del 15%, o sea, de «cien ciclos iniciados solo 15 conseguirán un hijo vivo en casa», afirma Conte, pero es mayor cuanta menor edad tiene la paciente. Con 40 años, desciende al 5%. En el caso de transferencia, es del 25%, «uno de cada cuatro acaban en embarazo, uno de cada tres si eres más joven», pero a veces hay aborto. Esa tasa es «similar a la del embarazo natural».

Es por eso que la jefa de la unidad señala que habría que «buscar el embarazo a una edad más temprana», una tendencia que no se cumple en Occidente, ni siquiera Francia, que «ya no llega a 2 hijos de media, más alta que nosotros, que estamos en 1,1, pero es de 1,8», señala.

Un tercio de los tratamientos se dan a mujeres solas o parejas homosexuales

Ese deseo de ser madre cada vez más tarde puede deberse a la situación económica, pero también a la «aparición de métodos anticonceptivos fiables y seguros y a la incorporación de la mujer al mercado laboral», que es lo que ha provocado que caiga la tasa de embarazo.

Para entrar a formar parte del tratamiento hay que cumplir una serie de requisitos, la edad, no tener hijo propio o que no sea un riesgo para la madre. Si no se les incluye «se lo toman mal porque hay muchas expectativas y hay veces que es difícil de comprender que la sanidad pública tiene que atender muchas necesidades».

El perfil de mujeres ha cambiado en los últimos años, ya que aumentan las mujeres «solas que buscan un hijo»; de hecho, asegura que «un tercio son con semen de donante, bien por que viene una mujer sola o una pareja de lesbianas».

En todos los casos, la edad es alta; porque cuando viene una pareja con 30 años «la infertilidad será por otro factor que habrá que estudiar»; pero cuando acuden con 36 o 37, explica, «no se dan cuenta de que las patologías también crecen con la edad, ya que hay más posibilidades de quistes, miomas, etcétera. «La técnica de reproducción asistida no mejora la calidad del óvulo», señala; sin embargo sí que puede mejorar «la eficacia de lo que hacemos». 

Nueva unidad

De ahí que se muestre satisfecha por la creación de una nueva unidad de reproducción asistida, cuya obra estará terminada en unos «cuatro meses», aunque «luego habrá que vestirla», señala.

La necesidad viene determinada porque la unidad de reproducción asistida se creó en el Miguel Servet en el año 2002 y en estos 20 años, «los avances en las técnicas de reproducción han cambiado mucho, han parecido nuevas y se han modificado las que había», lo que hace que se sea fundamental «espacios de laboratorio y equipos». De hecho, la unidad no cuenta actualmente (ni desde su creación) con un espacio físico, ya que están situados en el área de paritorios «y no podemos ampliarla, de hecho les hemos quitado espacio». Hay que ampliar el laboratorio y dotarlo de equipos nuevos porque «se han quedado obsoletos», pero también actualizar el área quirúrgica y de estar de los pacientes.

La unidad «no permitirá iniciar más ciclos, pero sí diferentes»; puesto que en estos año ha surgido una técnica que «ha revolucionado» la reproducción asistida, que es el cambio en los métodos de congelación embrionaria. Antes, era lenta y la supervivencia no era buena, sin embargo con la «vitrificación de embriones, se dan las máximas oportunidades a un solo ciclo». Y es que puede conseguir seis y si «solo transfiero uno, evito el embarazo múltiple y congelo los otros cinco, por lo que puedo dar más oportunidades a la mujer», pero para eso «debemos tener unas incubadoras nuevas y unos tanques de congelación enormes que ahora no tenemos», lo que hay ahora es «un montón de tanques pequeños».

La nueva unidad, por tanto, «no permitirá aumentar el número de ciclos pero sí la calidad» y por tanto «la cantidad final de tratamientos», pero «la biología no la podemos cambiar». Ni tampoco la edad.