El 34,25% de las masas de agua de la Cuenca del Ebro se encuentran en mal estado químico, y el 5,71 % en mal estado cuantitativo sobreexplotados. De los 576 hm3 de agua que se extraen al año de aguas subterráneas en la cuenca, el 87 % es para uso agrario y ganadero y son estos precisamente los principales focos de contaminación. La proliferación de macrogranjas ha jugado un papel fundamental en esta situación tan negativa, ya que la contaminación del 34,25 % de las masas subterráneas se debe a la carga ganadera.

Junto a la agricultura intensiva y la ganadería industrial cabe destacar la afección de elementos químicos en zonas puntuales, es decir, en focos localizados, debido a la existencia de suelos contaminados por industrias ya abandonadas, vertederos o procedente de filtraciones de los tanques de gasolineras. El 26 % de las masas de agua subterránea de la Cuenca del Ebro tienen presiones significativas de este tipo.

Son datos del informe Sos Acuíferos, que Greenpeace ha presentado hoy en rueda de prensa, una radiografía de las 804 masas de agua subterránea que tiene España, y que da buena cuenta del problema creciente de nuestras reservas de agua. La investigación, que permite al usuario geolocalizar cualquier ubicación del territorio, deja un balance alarmante: el 44% de las masas de agua subterránea en España se encuentra en mal estado, según el análisis realizado de los documentos presentados en los planes de tercer ciclo de planificación (2022-2027). Esto supone tener un total de 353 masas de agua subterránea en mal estado. En extensión superficial se superan los 140.000 kilómetros cuadrados, lo que supone un impacto que abarca casi el 40 % de la superficie total que ocupan todas las masas de agua subterránea en España.

El 27% de las masas de agua subterránea en España se declara en mal estado cuantitativo, es decir, se extrae más agua de la que es capaz de reponer el ciclo natural; el 30 % se encuentran en mal estado químico, o sea que se ha alcanzado un nivel de contaminación (sobre todo por nitratos pero también plaguicidas, metales…) por encima de los niveles máximos para la salud humana; y el 14 % se declara en mal estado cuantitativo y químico. Si una masa suspende en alguno de estos dos parámetros, o los dos, se considera que está en mal estado global.

Entre las principales cuencas analizadas pormenorizadamente, el mal estado general de sus acuíferos es variable pero, en todas, preocupante: Ebro (37%), Guadiana (85%), Guadalquivir (52%), Segura (69%), Júcar (47%) y Duero (29,6%)

“Es evidente que España ha descuidado y sigue descuidando sus aguas subterráneas”, ha declarado Julio Barea, responsable de la campaña de agua de Greenpeace. “Este descuido llevará a graves problemas en el abastecimiento humano. En España, según el Gobierno, el 30% de la población se abastece con aguas subterráneas. En la Cuenca del Duero, por ejemplo, el 67% de los núcleos de población se abastece exclusivamente de agua subterránea, lo que significa que el mal estado químico y cuantitativo puede afectar de manera directa al agua del grifo y dejarlos definitivamente sin agua”, ha añadido Barea.

El descuido de las masas de aguas subterráneas es tal que el 22% de ellas no dispone de un sensor que mida la evolución del nivel del agua (sensor piezométrico) que permita, por tanto, conocer con detalle su estado cuantitativo en base al nivel freático.

Según ha manifestado en la presentación la directora ejecutiva de Greenpeace, Eva Saldaña, “o las Confederaciones Hidrográficas y los gobiernos, del color que sean, empiezan a tomarse este problema en serio o, de seguir con las mismas políticas de despilfarro, agresión y contaminación del agua, este país puede encontrarse en los próximos años con serios apuros para abordar el abastecimiento. Las previsiones de cambio climático para la península auguran un descenso significativo de las precipitaciones y de disponibilidad de agua en superficie y será entonces cuando haya que aprovechar, aún más, las aguas subterráneas”.

Causas del deterioro: El estado cuantitativo (escasez de agua). El 27 % de las masas de agua subterránea en España está en mal estado cuantitativo debido fundamentalmente a las extracciones masivas realizadas. Afecta a más del 50% de las masas en las cuencas del Segura, Guadiana y las internas de Cataluña, así como a un tercio en cuencas del tamaño del Guadalquivir, Segura, Duero, Ebro y Júcar.

Embalse de Mediano (Huesca), en los años 80. Greenpeace

Estado químico (contaminación del agua). El 30% de las masas de agua subterránea presentan mal estado químico. Afecta a la mayor parte de las masas en las cuencas del Guadiana, Segura, Guadalete y Barbate, Gran Canaria, Tinto, Odiel y Piedras y a un tercio de las del Guadalquivir, Júcar, Duero y Ebro.

Contaminación por nutrientes. El impacto por nutrientes, debido principalmente a un exceso de nitratos por fertilizantes agrícolas no orgánicos, pero cada vez más a los purines de la ganadería industrial, además de otros compuestos utilizados en la agricultura, es uno de los impactos más extendidos.

El impacto de las macrogranjas. La ganadería industrial tiene un impacto significativo en las masas de agua subterránea. Esta afección destaca entre las presiones significativas de cuencas como la del Ebro, por la saturación de macrogranjas en amplias zonas de Cataluña y Aragón, y en el Segura, con una fuerte concentración en la Región de Murcia.

Pesticidas y plaguicidas. Los plaguicidas son una de las fuentes de riesgo también más extendidas y que mayor alarma despiertan, por su afección al ser humano. Afecta al 11% de las masas, con mayor impacto en las cuencas de Cataluña, Júcar, Segura, Guadalquivir, Ebro y Duero, entre otras.

Intrusión y contaminación salina. El 13% de las masas de agua subterránea se encuentran afectadas por intrusión y/o contaminación salina. El exceso de extracciones en los acuíferos costeros produce una intrusión de agua salada al cambiar el flujo del acuífero.

El problema de las aguas subterráneas con respecto a las superficiales es que la evolución de los acuíferos es muy lenta y, una vez contaminados, puede llevar décadas su recuperación o ser ya irrecuperables. Hay cuencas que ni siquiera plantean iniciar el camino para revertir su situación.

Demandas de Greenpeace.

  • Es evidente que a esta situación, tan grave, se ha llegado por la connivencia de responsables, entre ellos el Estado (las Confederaciones Hidrográficas que dependen del Ministerio de Transición Ecológica), las Comunidades Autónomas (sus consejerías de medio ambiente y/o agricultura), la oligarquía del campo (agroindustria, macrogranjas, fondos de inversión…), los sindicatos de regantes, así como las grandes empresas constructoras y distribuidoras, beneficiadas de las actuales políticas de desgobierno. España, dice el informe, cuenta con un recurso anual disponible en sus acuíferos de 29.400 hectómetros cúbicos de agua. Esto, en teoría, sería la cantidad de agua total de la que podría disponer al año si se respetase en todas y cada una de las masas de agua subterránea su capacidad de regeneración. Pero desgraciadamente no se cumple. La situación es grave y la emergencia climática la agravará sucesivamente, por lo que Greenpeace urge a la toma de medidas tales como superar la política hidráulica actual, centrada en las grandes obras; reducir el consumo de agua, fundamentalmente por el regadío intensivo e industrial; implantar regímenes de caudales ecológicos; cerrar los más de un millón de pozos ilegales y potenciar la agricultura ecológica, entre otras medidas.