Un aviso aparece en la pantalla del Ipad y Diego se sube a la furgoneta para dirigirse al punto que le indica Galia, el nuevo sistema de Gestión Avanzada para Limpieza de Alcantarillado de Aquara. Con los mapas interactivos del programa, no tarda en localizar el pozo en el que tiene que trabajar, se trata de una salida preventiva, debe comprobar el estado de una de las tuberías que discurren bajo nuestros pies. 

Una vez llega, primero tiene que cerciorarse de que haya la visibilidad necesaria con la que examinar la estructura y para ello cuenta con una ayuda extra. La cámara en una pértiga extensible le permite ver el interior de la tubería sin que sea necesario bajar. A través del iPad descubre un inconveniente, algo a lo que, desafortunadamente, ya están acostumbrados: una bola de toallitas. Estos productos no se deben tirar por el inodoro porque al deshacerse en pequeñas fibras crean verdaderas bolas que atascan los conductos de desagüe.

Una pértiga permite ver el estado de limpieza de la tubería ANDREEA VORNICU

Frente a este atasco el siguiente paso es dar el aviso para que se acerquen los operarios especializados en limpieza de la unidad de saneamiento. Para ello, Diego llama a Luis, responsable de la unidad, quien, a través de Galia manda la notificación. Gracias a este sistema, la empresa ha avanzado en la gestión de alcantarillado, ya que el volcado de información en tiempo real permite a todos los técnicos estar en contacto y que se genere un historial sobre las salidas y los trabajos realizados. 

Cuando los técnicos de Aquara llegan, la maquinaria se pone en marcha, las mangueras de succión se encargan de quitar el atasco y despejar la tubería. Técnicos como José Luis, Guillermo y Oswaldo están formados para realizar limpiezas en espacios confinados, lugares que solo tienen una salida y a los que deben acceder con un equipo específico. En ocasiones es necesario descender con equipos de respiración debido a posibles gases en el subsuelo. 

En cuanto a la flota, Aquara cuenta con dos tipos de camiones, uno más grande para trabajos que requieran mayor potencia, y uno más pequeño, para los trabajos en calles estrechas o de difícil acceso, como las calles de cascos urbanos.

Un robot inspecciona la red de alcantarillado ANDREEA VORNICU

El cocodrilo

Con el conducto despejado, Diego ya puede comprobar el estado estructural de la tubería. Para esta misión cuenta con la ayuda de un «pequeño amigo», un robot equipado con una cámara de 360 grados que será el encargado de descender por el pozo y desplazarse por el interior de la tubería. Desde la furgoneta, el técnico observa las imágenes que este «cocodrilo» de más de 20 kilos le facilita, pudiendo localizar así posibles desperfectos y problemas en las paredes. Con las comprobaciones hechas y tras recoger al robot, toca redactar el informe y cargarlo en Galia para que, en el caso de necesitar otra intervención se pueda comenzar a organizar el operativo

Desde el furgón, el operario puede comprobar el estado de la tubería ANDREEA VORNICU

El «cocodrilo» es una de las novedades de Aquara que facilita las acciones de prevención y es fácil de manejar. Tras tantas salidas se ha convertido ya en uno de los miembros de la unidad de saneamiento, siendo indispensable para el equipo. Con el informe redactado y el robot bien asegurado en la furgoneta, Diego da el trabajo por realizado, lo marca en Galia y pone rumbo a la siguiente parada que le indica el sistema.