El Periódico de Aragón

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EL IMPACTO ECONÓMICO

El mercado inmobiliario atisba su despegue en Valdejalón

Una treintena de familias de empleados de la logística ya se ha desplazado a Épila | Los promotores ya empiezan a licitar sus proyectos y atraen el interés de los inversores

El restaurante Doña Manuela, en la entrada de Épila, junto a la gasolinera. ANGEL DE CASTRO

El desembarco de Guissona en Épila comienza a ser algo tangible y el mercado inmobiliario de la comarca de Valdejalón empieza a moverse mientras espera a la llegada de los 4.000 empleados que la industria agroganadera generará en el entorno. Sin embargo, lo hace poco a poco, con mucho interés por algunos proyectos de obra nueva que atraen a los inversores para alquilarlos en un futuro. Se evidencia esto también en la subida de precios de la vivienda antigua que se adquiere para reformar y arrendar después, que hasta duplican los valores que hasta hace poco se pedían.

De hecho, una treintena de familias de trabajadores de la logística vive ya en Épila en casas de alquiler. Son los primeros empleados directos de la plataforma agroalimentaria de BonÀrea, que llevará a Épila a satisfacer la demanda de vivienda que presumiblemente crecerá conforme avance el proyecto hasta 2029, cuando estará finalizado.

«No hay nada de oferta en Épila desde hace 20 años. Y ahora es cuando debemos aparecer los promotores», comenta Raúl Giménez, promotor de Construcciones LRG. De hecho, lo que se está dando es un proceso de revalorización de las casas más antiguas para renovar y reformar y alquilar después. «Una casa que antes valía 30.000 euros ahora se compra para reformar y cuesta 60.000», revela Giménez.

De momento esta sociedad ya tiene varios proyectos en cartera, con disponibilidad en tres terrenos. A principios de 2023 licitarán el proyecto de un bloque de 23 pisos para los que ya tienen reservas para el 50%. Contará también con 10 locales en los bajos, 10 trasteros y 17 plazas de aparcamiento y se ubicará en la esquina entre las calles Barrio Nuevo y Horno Nuevo.

Además, LRG promoverá otro bloque de 12 pisos y otros dos de 28 viviendas, que están en fase de tramitación de las licencias. La mayor parte de los compradores son inversores que llegan al calor de una subida del alquiler: un piso de 65 metros cuadrados puede rondar ahora los 500 euros de alquiler.

Coincide con la estimación Octavio Bosqued, gerente de la agencia inmobiliaria Inmoboss, quien apunta que los precios oscilan «entre los 400 y los 600 euros». «El dinamismo se está empezando a notar en los alquileres», explica Bosqued, aunque él no ha percibido todavía un movimiento real del mercado inmobiliario. «Es bastante raro. Los tiempos no acompañan, es cierto, pero creo que empezaremos a notar el dinamismo dentro de un par de años, conforme vayan abriendo las distintas naves de la plataforma de BonÀrea», explica Bosqued.

Existen tres planes urbanísticos que supondrán la construcción de 680 viviendas: 240 en la zona del colegio, 140 junto a las piscinas y 300 en la antigua azucarera. De hecho, la obra que se encuentra en mayor grado de desarrollo es la que recoge la construcción de 133 viviendas unifamiliares en frente de las piscinas municipales que ha promovido una agrupación de propietarios.

Sin embargo, hay otros modelos que quizás podrían interesar en la comarca de Valdejalón. En la localidad de Guissona, donde el grupo homónimo tiene su mayor plataforma agroalimentaria, la fórmula utilizada por BonÀrea ha sido la cooperativa de viviendas y la creación de otros servicios comunes, como el de guardería. Pero en el caso de Épila, ese no parece ser, en principio, el objetivo de los responsables del grupo empresarial catalán.

Además, los comercios y la hostelería aguardan con ansia ese impacto prometido en la economía local del desembarco de BonÁrea. Será este un aterrizaje gradual durante lo que queda de década. Cambiará a buen seguro la forma urbana y social de la localidad de Épila. 

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