El Periódico de Aragón

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La primera visita de un sumo pontífice a Aragón

Hace 40 años que al papa Juan Pablo II lo quiso todo el mundo

Karol Wojtyla estuvo en Zaragoza por primera vez en 1982 tal día como este domingo. Llenó La Romareda de niños y la plaza del Pilar de fieles

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40 años de la visita de Juan Pablo II a Zaragoza El Periódico de Aragón

Se habla mucho de la crisis de fe que sufre la Iglesia católica, incluso de su pérdida de fieles, contada básicamente en el descenso del número de ceremonias que se ofician hoy en día. Otra cosa bien diferente es la seducción que produce la figura de un Papa, casi cualquiera. En este caso, su fe es capaz de mover territorios enteros.

No ha sucedido aún con Francisco, que de momento ha circunvalado España sin dar una razón exacta de sus rodeos, mas sin embargo ha sido visitado por personajes de diversa índole ­–ateos y de izquierdas, se quiere decir–. En cualquier caso, queda claro que Jorge Mario Bergoglio es admirado y sería bienvenido. No hace ni 10 días que se lo propuso Javier Lambán, el presidente de Aragón, que en su viaje para reunirse con el santo padre de los católicos en el Vaticano le recordó las visitas de Juan Pablo II a Zaragoza. Dos veces estuvo (1982 y 1984). Este domingo se cumplen 40 años de la primera, imborrable para decenas de miles que lo vivieron en directo.

Ya intentó también Jorge Azcón su venida, aunque el alcalde lo hizo por vía indirecta. Le pidió a Feijóo cuando este era presidente de Galicia que, en caso de que convenciera al argentino de viajar a Santiago, le propusiese una segunda parada en Zaragoza. Pero pasó agosto y la cita compostelana que reunió en una peregrinación europea a miles de jóvenes y se esfumó otra opción.

A la espera de que haya mayor unidad en los estamentos políticos y eclesiásticos, que son algunas de las vagas razones por las que se trata de explicar su negativa hasta el momento, habrá que esperar. Juan Pablo II visitó España en cinco ocasiones y Benedicto XVI lo hizo en tres. Jorge Mario Bergoglio, camino de sus casi diez años al frente de la Iglesia Católica, ha rodeado este país.

Ha estado en Francia, Portugal y Marruecos, ha recorrido medio mundo y prácticamente América entera, de polo a polo, pero no ha cerrado ninguna visita oficial con el Estado español pese a que Pedro Sánchez estuvo con él hace más de dos años; la vicepresidenta Yolanda Díaz hace 11 meses en calidad de representante del Gobierno español; o el ministro Félix Bolaños este verano.

"Cuando haya paz"

En España, donde las malas lenguas dicen que no mantiene una buena relación con sus obispos, se le espera en muchos territorios. Le preguntaron al Papa en febrero de 2019, durante un vuelo a Abu Dabi, si existía una razón única de su negativa. "Primero tienen que ponerse de acuerdo los españoles", dijo. El mensaje críptico lo descifró a medias con una segunda explicación: "Cuando haya paz". Se refería, o esa es la lectura que se hizo en su momento, a la situación del independentismo catalán. Ese mes, sin ir más lejos, se estaba celebrando el juicio contra los líderes que promovieron y organizaron el referéndum del 1 de octubre de 2017.

Hasta que llegue el día de su visita, si es que viene, a Zaragoza le quedan los recuerdos. Este domingo se cumplen 40 años del primer paso por Aragón de un Papa contemporáneo. No es raro que visite Zaragoza, una ciudad extraordinariamente importante para el catolicismo y la hispanidad, sobre todo por el significado que tiene en el mundo la Virgen del Pilar, ante la que el papa Juan Pablo II se postró en dos ocasiones.

Juan Pablo II en el Papamovil, en Zaragoza.

Juan Pablo II en el Papamovil, en Zaragoza. GAZA

La primera de ellas fue el 6 de noviembre de 1982, cuando miles de ciudadanos llenaron las calles para ver desfilar el papamóvil. Hacía cuatro años que Karol Wojtyla se había convertido en primado de la iglesia y 18 meses antes había sufrido un atentado que a punto estuvo de acabar con su vida.

En ese primer viaje, en un día frío y bastante desapacible, el Papa se encontró en La Romareda con enfermos y miles de jóvenes. La audiencia con la corporación socialista se produjo en un estrado en la plaza del Pilar. Allí recibió del alcalde, entonces el socialista Ramón Sáinz de Varanda, la llave de la ciudad.

El alcalde de la ciudad entonces, el socialista Ramón Sainz de Varanda, entrega al Papa la llave de la ciudad. GAZA

Zaragoza fue la única ciudad, además de Madrid, donde Juan Pablo II pernoctó en su visita a España. El pontífice llegó a la capital de Aragón en helicóptero, procedente de Javier (Navarra), casi a las 6 de la tarde de ese sábado. Aterrizó en el campo de la ciudad universitaria y desde allí se trasladó a La Romareda, donde mantuvo un breve contacto con los niños aragoneses, que llenaron de reventón el estadio. 50.000 se dijo en su día que había en el terreno zaragocista. Fueron 700.000 las personas que calcularon las fuerzas públicas que se desplazaron a Zaragoza, con una cifra estimada de vehículos de unos 70.000.

El cierzo

Todos ellos recibieron la bendición papal en un acto que duró apenas 10 minutos después de dos o tres horas de espera en las que se cantaron constantemente los eslóganes del momento: "Totus Tuus" o "Juan Pablo II, te quiere todo el mundo". No molestó a nadie la espera. Dentro del papamóvil dio la vuelta al campo en medio de un gran griterío, con pañuelos amarillos y blancos al aire. Eran el distintivo visual de una visita marcada, cómo no, por el cierzo, que levantó la capelina del pontífice constantemente.

Pasadas las ocho de la tarde llegó al Pilar tras atravesar las principales calles de la ciudad (Fernando el Católico, Gran vía, Independencia y Alfonso I), todas abarrotadas de público. Antes de conducir el rezo del rosario en la plaza, entró en el camarín de la Virgen, a quien regaló su solideo. El Papa durmió en Zaragoza en el palacio arzobispal y se marchó temprano en dirección a Barcelona.

Las características de la visita a Zaragoza hicieron necesaria la colaboración de numerosos organismos, aunque fue el ayuntamiento de la capital el que tuvo que hacer un mayor desembolso económico, ya que de sus arcas salió la adecuación de los distintos escenarios de los actos multitudinarios. El presupuesto destinado fue de 11 millones de pesetas (unos 66.000 euros) para megafonía, el montaje de dos plataformas, la iluminación, el alquiler de vallas suplementarias, los elementos de ornamentación, las moquetas y una pantalla de vídeo que se instaló en la plaza España.

Jesús Aladrén, canónigo emérito del Pilar, fue el maestro de ceremonias en las dos visitas de Juan Pablo II. Lo recuerda como un Papa "dinámico, de voz poderosa y gestos enérgicos", además de un hombre "muy carismático, muy cercano y muy majo", que no dudó en bromear con el delegado de liturgia.

"Háblame en español que te entenderé mejor que en italiano", le dijo con cierta sorna cuando este trataba de explicarle en el idioma que preside el Vaticano la historia de las Santas Masas, las reliquias que hay en Santa Engracia y que para la ocasión se habían trasladado a La Romareda. "Su español era bastante mejor que mi italiano", ríe Aladrén, que recuerda que llegó mareado por el viaje en helicóptero. "Hasta de un bar le sacaron una manzanilla pero él no quiso detenerse" para no hacer esperar a los fieles.

Las dos visitas fueron "tremendas, una locura de organización y de gente en todo momento". Tanto fue así que por la noche –dormía en el palacio arzobispal– "tuvo que salir al balcón de la plaza del Pilar" para pedir algo de calma: "El Papa también duerme", rogó Wojtyla, que disfrutó y sufrió el sonido de los tambores, los bombos y los timbales 'semanasanteros' ("Este ruido despierta a los muertos", dijo al tiempo que explotaba de júbilo la plaza). Además, cómo no, conoció el folclore aragonés, del que dijo: "Quien canta una jota reza dos veces".

"¡Qué pequeña pero qué grande eres!", le dijo a la Virgen del Pilar

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Es imborrable para Aladrén la primera vez que el papa Juan Pablo II se arrodilló ante la Virgen del Pilar. "¡Qué pequeña pero qué grande eres!", le dijo. "Se llevó una gran impresión del fervor mariano que había", recuerda el canónigo, que tampoco ha olvidado que estaba justo al lado del santo padre polaco cuando le avisaron de que había "una amenaza de bomba que luego se quedó en falsa alarma".

En octubre de 1984, la visita estuvo precedida por una tremenda expectación. Si dos años antes el viaje a la ciudad se había producido en el contexto de una gira por una docena de capitales españolas, esta vez Zaragoza fue el único destino español del pontífice polaco, de paso hacia Latinoamérica.

Este viaje papal estuvo precedido de cierta polémica política por las críticas que generó en algunos sectores el elevado coste para las arcas municipales. Sáinz de Varanda, de profundas convicciones religiosas y admirador de Juan Pablo II, pronunció entonces una frase inolvidable: "El Papa vendrá aunque tengamos que empeñar las alfombras del ayuntamiento".

No hizo falta, pero el consistorio se hizo cargo de la infraestructura y el acondicionamiento del lugar donde se celebraron los actos centrales, y la Administración corrió con los gastos de seguridad, traslado y alojamiento de las autoridades y personalidades que acudieron a Zaragoza. La visita de Juan Pablo los días 10 y 11 de octubre, que duró unas 16 horas, costó unos 100 millones de pesetas (alrededor de 600.000 euros). Parece que hoy eso sigue siendo lo de menos. Azcón quiere que venga y Lambán le ha pedido directamente al Papa jesuita que ha llegado el momento de que pise El Pilar.

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