Una nueva estrella Michelin brilla en la gastronomía de Aragón. El restaurante Gente Rara, ubicado en la calle Santiago Lapuente, en el zaragozano barrio  de Jesús, se alzaba este martes con este prestigioso reconocimiento que solo tienen ocho establecimientos en la comunidad aragonesa. Y este miércoles, con la emoción todavía en el paladar, se han puesto de nuevo los delantales para dar de comer a sus comensales.

El día siguiente a recibir la distinción de manos del popular Jordi Cruz en la gala celebrada en Toledo, tocaba celebrar pegados a los fogones lo que para sus dueños, Cristian Palacio y Sofía Sanz, ha sido «una emoción muy grande y el resultado del trabajo que has hecho». Ambos coinciden en que «conseguirla nunca había sido nuestro objetivo pero ahora mantenerla se convierte en un reto».

Esta pareja decidió regresar un buen día a Aragón a emprender su sueño y abrir en 2020 su restaurante. La idea de Gente Rara nace en Murcia, donde antes vivían, pensando en criar a su hija cerca de la familia y los amigos de siempre, de la tierra de donde eran, de crecer junto a ella y hacerlo personal y profesionalmente.

En Gente Rara todo detalle es importante. Jaime Galindo

Lo que no sabían es que emprenderían su proyecto en un momento muy complicado: con una pandemia y múltiples restricciones a la hostelería que, ahora echando la vista atrás, les ayudó a redefinir el negocio hasta convertirlo en lo que es ahora: «Pensábamos abrir un negocio para ciento y pico comensales y al final lo hicimos en un local de 450 metros cuadrados para 20. Eso nos permitió adaptarnos muy bien a las restricciones y y cuando limitaban el aforo al 30% nosotros podíamos seguir a pleno rendimiento». Es lo más positivo que deja tras de sí dos años de covid, que «afectó una barbaridad, con golpes muy duros y pensar que igual tenías que cerrar antes incluso de haber abierto», relata Cristian. 

"La alta cocina empezó a hacer cosas tan diferentes que se olvidó de lo que era lo normal. Nos preguntamos por qué es raro lo de toda la vida"

Pero de la gala de este martes en Toledo salen reforzados y con un futuro por delante que ya era prometedor en Zaragoza. Lo dice el hecho de tener una lista de espera de un año en sus reservas, algo que ya tenían antes de la estrella Michelín. Y llevan a gala su forma de entender la cocina y que muchos expertos destacan: en Gente Rara lo raro es que no hay nada raro en lo que se come. «Una de las cosas que intentamos hacer es recuperar cosas humildes que son tradicionales y que se han perdido. Nos preguntamos por qué es raro lo de toda la vida. La alta cocina empezó a hacer cosas tan diferentes que se olvidó de lo que era normal», reflexiona Cristian

Uno de los trabajadores de Gente Rara preparando un plato, este miércoles. Jaime Galindo

Pero, en su opinión, la clave del éxito no está en el plato sino en el «trato a los clientes con cariño y como nos gustaría que nos trataran en un restaurante a nosotros, con naturalidad y que se sientan como en casa, y ofreciendo una experiencia que sea algo más que comer», argumentan Sofía y Cristian. Pero también se come, y para diferenciarse en la carta lo que el cliente se encuentra son dos menús degustación, el Chalado y el Lunático, con hasta 30 platos a probar, «el menú más loco que tenemos», sonríe Cristian. Todos pequeños bocados y mucha variedad. 

El restaurante Gente Rara de Zaragoza ha conseguido una estrella Michelin 2023

El restaurante Gente Rara de Zaragoza ha conseguido una estrella Michelin 2023 JAIME GALINDO

Detrás de ellos dos se encuentra el equipo de 13 personas que forman en el que «todos hacen de todo, aunque cada uno tiene su especialidad» y comparten con muchos de ellos un origen, una juventud en el que uno no tiene claro hacia dónde dirigir la vida. El 80% de sus empleados salieron de la Escuela de Hostelería TOPI, en el Picarral, donde empezó Sofía. Cristian lo hizo en Garantía Social en el IES Pedro de Luna en la especialidad de Cocina. Y de allí surgió lo que es hoy, eso sí, con 22 años de experiencia en hostelería, los últimos años en tierras murcianas trabajando en un negocio y un proyecto diferente. Su sueño estaba en Zaragoza, donde ambos un día encontraron su verdadera vocación.

El equipo de Gente Rara lo forman 13 personas, el 80% de ellos salidos de la Escuela de Hostelería TOPI de Zaragoza. Jaime Galindo

Y pueden lanzar un mensaje claro a los que están hoy: «Es un orgullo porque aprendes que todo el mundo tiene una oportunidad, que muchas veces tienes una capacidad vocacional muy alta y a lo mejor no era el momento para estudiar pero en realidad llevas dentro una estrella Michelín», exponen Cristian y Sofía. «Estudiar no era mi fuerte, pero encontré la cocina y me motivó», añade Cristian. Ellos hoy la tienen y también quienes forman parte de este equipo de Gente Rara.

"Muchos restaurantes en Zaragoza y Aragón merecerían una Estrella Michelín. Se me ocurren como mínimo cuatro más y alguno doble"

De la gala de Toledo salen más motivados, aseguran, y amanecían ayer con «más de 300 mensajes de Whatsapp» en el móvil, de felicitaciones de familia, amigos, exjefes, compañeros... Y aseguran que su Estrella Michelín no solo les ayudará a ellos sino «también a Zaragoza y Aragón para atraer turismo nacional e internacional», que en su tierra «muchos restaurantes merecerían una distinción como esta, «y alguno doble» y que la oferta gastronómica siempre es bandera de cualquier comunidad. Lo que les convierte en una especie de símbolo junto a las otros siete estrellas aragonesas. 

"Cerramos los domingos y los lunes para que todos podamos estar tiempo con la familia y los amigos. Conseguir esto a los dos años de abrir es fantástico"

Y de cara al futuro se marcan dos sueños muy claramente. El primero lo están empezando a cumplir: seguir avanzando en la «conciliación», ya que ahora cierran los domingos y los lunes «para que todos podamos estar más tiempo con la familia y los amigos». «Lograr eso a los dos años de abrir es fantástico, no todo el mundo se lo puede permitir», destaca Cristian. Y es muy raro en la hostelería... «Sí, pero necesario», responde él.

El segundo, trabajar por lograr una estrella Verde, porque es «el futuro de la gastronomía», hacer de la cocina algo más sostenible, «y lo que más ilusión me hace» de cara a un futuro que confían en que sea lo más raro posible. Porque, como dijo en Toledo al recibir su estrella, «un futuro diferente no se construye con gente normal».