El Periódico de Aragón

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LAS ACTITUDES MACHISTAS QUE SIGUEN EN LA NOCHE

Las jóvenes aragonesas ante el acoso: "Tenemos que poner la mirada en el agresor, no en las víctimas"

La vuelta a casa es el momento que más temor despierta entre las jóvenes aragonesas, que aseguran situaciones de abuso en la fiesta

Aunque la vuelta a casa concentra la mayoría de los temores, en el interior de las discotecas también se producen abusos. EL PERIÓDICO

El final de la semana es sinónimo de amigos, diversión y fiestas hasta altas horas de la madrugada. Para ellos. Para ellas, además de todo eso, también son las horas de mirar hacia detrás, llamar a una amiga para no volver sola a casa o avisar en varios grupos de que ya se está entrando al portal. 

Tras un verano en el que la sociedad española descubrió los pinchazos y los festivales fueron el foco de esta nueva intentona de sumisión química, la bajada de este tipo de ataques no significa que la plena seguridad haya llegado para las mujeres. 

Ana, Elena y Lidia son tres jóvenes que, como muchas otras, disfrutan de la noche en compañía de sus amigos. Y que, como muchas otras, practican desde su adolescencia algunas técnicas o actitudes con las que sentirse más seguras. Una especie de ritual o protección que arranca incluso antes de salir de casa. 

Muchas veces son los padres los que inician el proceso. «Todas las veces que salgo mis padres me piden que tenga cuidado», asegura Elena. Ana, por su lado, valora como «surrealista» que a ella sus padres le pidan precaución en sus salidas mientras que a su hermano no:«Él es más pequeño y nunca le han dicho que tienen que tener cuidado o que vaya avisando de cómo va la noche». 

En casa también sucede una decisión que ninguna va a cambiar: cada uno se viste como quiere. «No pienso cambiar la ropa que me quiero poner porque me pueda pasar algo», destaca Elena, ya que lamenta que «si un agresor quiere atacarte, lo va a hacer sin importarle qué llevas puesto». 

No está muy segura de cuándo se siente el verdadero temor, pero Lidia cuenta que en el momento de estar de fiesta «no lo siento, porque siempre voy con gente de confianza», aunque señala que al hablar o recordar algunas de las agresiones más difundidas en los medios de comunicación «sí que aparecen esos temores que pensabas que no sentías».

Dentro de las discotecas, la misma responsabilidad que los demás, como tapar las copas. «Suele pasar que el típico pesado insiste en hablar contigo o en quedarse a solas», cita Lidia. Unas actitudes que suelen llegar a su fin con la intervención de otro varón: «Es alucinante, pero muchas veces hasta que no entra un tío a decirle que se aparte o que está molestando, no hacen caso a lo le digas».

Cuando las luces se apagan, los abrigos se recogen y la fiesta llega a su fin, comienza el episodio más incómodo para ellas. Algunos amigos apuran el último cigarro, antes de despedirse, y otros buscan un bar donde almorzar en compañía.

Los que prefieren volver a casa intentan hacerlo acompañados de su grupo de amigos. «Se intenta que nunca ninguna de nuestras amigas vuelva sola», coinciden las tres entrevistadas, que también aseguran que muchos de sus amigos varones «ya tienen interiorizado que este tipo de cosas pueden pasar y se suelen ofrecer a acompañarte». Para Lidia, malagueña de nacimiento pero ya integrada en el día a día de la capital aragonesa, la vuelta a casa fue en su ciudad motivo de decisiones cada fin de semana: «Si salía de fiesta era porque estaba segura de que alguien me iba a acompañar o porque mis padres iban a recogerme, si no me planteaba quedarme en casa». Una tercera opción solo aparecía esas noches en las que el cuerpo demostraba tener más aguante, ya que implicaba quedarse «hasta primera hora de la mañana, cuando ya estaban funcionando todas las líneas de autobús y había mucha gente por la calle». 

Esa compañía de los amigos, pese a favorecer la sensación de seguridad, también demuestra que no todo es tan deseable para ellas: «Si la sociedad sigue tomando como normal que se tengan que hacer este tipo de cosas es muy complicado que se pueda cambiar a corto o medio plazo».

Más allá de la compañía, la localización y las conexiones también son importantes para la vuelta a casa. Ana, por ejemplo, admite que «siempre» intenta volver acompañada a casa, aunque si no le importa: «Tengo la suerte de que el autobús me deja en la puerta de casa». Pese a esta circunstancia, los mecanismos más típicos, «como ir hablando por teléfono o avisar a mis grupos de amigas de que ya estoy en la cama» se repiten cada noche de fiesta. 

«Es surrealista que a mi hermano pequeño no le pregunten qué va a hacer por las noches y a mí sí»

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La solidaridad y el compañerismo es lo que más destacan en los finales de esas noches de alegría. «Yo muchas veces paso más miedo por mis amigas que por mí misma», cuenta Ana, mientras que Elena también tiene un recuerdo para sus compañeros varones: «Ellos también pueden volver a casa con el temor de sufrir alguna agresión o de que les intenten atracar». Unos segundos de silencio después, completa: «Aunque creo que todos tenemos claro que es casi imposible que esos ataques que puedan recibir terminen con una agresión de tipo sexual o con un intento de violación». Los hermanos, también varones, aparecen de nuevo para Lidia: «Nuestros padres me preguntan cómo va la noche o si voy a volver muy tarde, pero a mis hermanos nunca». 

¿Todo este problema tiene solución? Las reflexiones saltan de un grupo de amigos a otro, pues las tres aseguran que en sus círculos «sí se habla de lo que puede pasar por las noches». Porque hablar del tema y que siga siendo algo de lo que debatir puede ser clave, según Elena: «Ayuda a dar visibilidad, para que la gente vea que el tema va muy en serio». El enfoque, al menos para Ana, sigue siendo el debe de la sociedad, ya que considera que «seguimos poniendo el ojo en las víctimas o diciéndoles a las mujeres que tengan cuidado, cuando el problema es el agresor». «No podemos permitir que este tipo de abusos y que las mujeres se tengan que proteger se establezca como algo normal», sentencia Lidia. 

Educación y trabajo a largo plazo, las claves para un experto

«Es una situación permanente y que tiene que ver con cómo está estructurado el espacio público».Así resume Santiago Boira, presidente del Colegio Profesional de Psicología de Aragón, el problema que sufren las mujeres cuando salen de fiesta o al volver a casa. 

Este estado de temor al que se enfrentan las jóvenes es el que genera «unos comportamientos de seguridad que son un reflejo de la realidad». Una realidad que hace que las mujeres opten por «volver acompañadas o avisar a sus conocidos cuando llegan a casa».

Todo lo que sufren estas mujeres en su día a día viene dado por, en palabras de Boira, «unos derechos que los hombres nos damos a nosotros mismos y que no podemos hacer», en referencia a las situaciones de abuso o acoso que, por desgracia, se repiten. «La consecuencia al clima que generan estos comportamientos es que las mujeres sientan la necesidad de protegerse», completa. 

Esta mencionada defensa debe extenderse más allá del género femenino, y Boira considera que «la verdadera lucha es a nivel social y en ella se debe educar a todas las personas». «El papel del entorno debe ser el de no permitir el abuso de la intimidad de las mujeres», señala el psicólogo, que anima a intervenir a todos aquellos familaires y amigos que contemplen ese tipo de acosos, «ya que los niveles de denuncia de estas situaciones en los interiores de las discotecas sigue siendo reducidos».

El proceso educativo será largo y trabajado, y el presidente del Colegio de Psicólogos advierte de que es «clave» que la mirada pase de la víctima al abusador: «Hay que volver la vista al agresor, al que tiene actitudes machistas y sexistas, y no a las que las sufren». 

«Es importante que este proceso de educación comience lo antes posible», cuenta Boira, que advierte que las relaciones cada vez son más desequilibradas a edades más tempranas: «Hay que evitar por todos los medios que las actitudes machistas se reproduzcan, porque es un problema que cada vez vemos antes y puede llevar a todo tipo de violencias».

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