EDUCACIÓN

'Generación docente': "En la universidad la escuela rural es la gran desconocida"

Isabel y Unai, dos estudiantes madrileños de la Universidad Pontificia de Comillas, en Madrid, están preparando su Trabajo Fin de Grado en dos centros de Aragón, el CRA Martín del Río y el CRA Somontano

Isabel Atance (en cuclillas a la derecha), con alumnos y docentes del CRA Martín del Río.

Isabel Atance (en cuclillas a la derecha), con alumnos y docentes del CRA Martín del Río.

Eva García

Eva García

Cada año 30 jóvenes forman parte de la Generación docente, unas becas de la Fundación Princesa de Gerona, que les permite hacer prácticas en escuelas rurales. Este año son ocho los estudiantes que las hacen en la comunidad y cuatro los aragoneses que las realizan fuera. Participan en la iniciativa ocho colegios rurales agrupados de todo Aragón.

Isabel Atance (CRA Martín del Río): "Es superbonito ver cómo todos se ayudan"

«Es superbonito ver cómo todos se ayudan», asegura la madrileña Isabel Atance, que estudia en la Universidad Pontificia de Comillas Magisterio de Educación Infantil y Primaria, y que desde principios de enero imparte clase en el CRA Martín del Río. «Estoy muy contenta, más de lo que esperaba porque es un colegio muy familiar», asegura y explica: son 20 alumnos de tres a 12 años y nada tiene que ver con lo que había conocido hasta ahora. 

En la carrera hacen prácticas desde primero pero nada comparado con la experiencia que está viviendo en estos momentos. De la escuela rural «no conocía nada» hasta que leyó a César Bona en 2º de Bachillerato y «me abrió los ojos a lo que era la escuela rural». Durante los estudios, asegura que es «una realidad que nadie conoce» así que a ella «se me apareció la virgen cuando encontré esta beca» de la Fundación Princesa de Girona, que le permitía hacer prácticas y realizar el Trabajo Fin de Grado en una escuela rural. 

«La vida es diferente», asegura y es que ha pasado de vivir con su familia a hacerlo sola; y de una ciudad como Madrid a Martín del Río (Teruel) pero «me he sentido como en casa» y reconoce que no se aburre, ya que está haciendo «mil cosas e incluso desconectando, que en Madrid no se puede».

Además de una apasionada de la escuela rural lo es también de las matemáticas manipulativas, que descubrió a través de una profesora que le enseñó que «son necesarias para vivir y desenvolvernos en el mundo». Por eso, cuando a los alumnos de 1º a 3º de Primaria a los que imparte clase y les pregunta si ven matemáticas, tras la respuesta negativa les enseña a través de arroz, harina o papel higiénico. Isabel aprendió las matemáticas de manera memorística pero ella las muestra a través de la experiencia; que descubran un rectángulo o un triángulo a través de la ventana. O jugando al bingo en el recreo con todos los alumnos que lo desean y ahí se ve cómo los pequeños aprenden de los mayores y estos refuerzan sus conocimientos. Esto «no lo podría hacer en una escuela ordinaria de una gran ciudad». 

Por eso, se declara «fan de los pueblos» y de la oportunidad que le da la Fundación Princesa de Gerona. Afirma que no quiere «vivir en una gran ciudad» porque pese a solo llevar tres semanas en Martín del Río ya sabe que allí «los ritmos son diferentes y las emociones también». Es, asegura, «una niña más con sus alumnos y llego cada día a casa entusiasmada».

Unai, con alguno de los estudiantes a los que da clase en el CRA Somontano.

Unai, con alguno de los estudiantes a los que da clase en el CRA Somontano.

Unai Díez (CRA Somontano): "El colegio es el motor del pueblo"

Unai Díez llegó hace tres semanas a La Mata de los Olmos (Teruel) desde Guadarrama (Madrid), un pueblo que él pensaba que era pequeño hasta que llegó a su nuevo destino, que cuenta con unos 200 vecinos. Durante cuatro meses es profesor itinerante en el CRA Somontano, un centro que agrupa siete aulas en siete pueblos. En el suyo, no llega a la veintena. 

«Ha costado acostumbrarse», porque «no podía imaginar que puedes sentir el silencio al ir por la calle», reconoce, porque «no hay farmacia, solo una tienda que abre un rato por la mañana, el médico viene tres veces a la semana...» sin embargo está «muy contento porque los vecinos me lo han puesto muy fácil»; y también el resto de profesores. Pasea mucho, «hablo con los pocos que te cruzas», etc. Y aunque «no ves ni un alma por el pueblo pero para la cabalgata de Reyes o las fiestas, la que se lía, sale todo el mundo a la calle y descubres el sentimiento de pueblo», dice orgulloso.

En estos momentos está «abriendo los ojos a esta realidad» y aunque es un reto enseñar descubrir que «se cierran colegios cada año porque no hay niños me ha marcado; cada cole que cierra acaba el pueblo porque es el motor», señala.

Unai está preparando el Trabajo Fin de Carrera con el tema provisional del Impacto de la metodología Filosofía para niños en la capacidad de reflexión de los niños en un aula rural. Al joven, de 21 años, le encanta la filosofía y sobre todo la dedicada a los más pequeños, que es la que busca que estos «reflexionen y tengan sentido crítico, que es algo que estamos perdiendo con tanta tecnología y tanta inmediatez». De hecho, reconoce que es en Infantil y Primaria cuando más preguntas deben hacerse pero habitualmente «son los profesores los que hacen las preguntas y los niños se quedan mucho dentro». Él diseña unas sesiones para todos los alumnos en el que a través de cuentos y relatos los niños se preguntan cosas y entre todos «categorizan, agrupan y encuentran respuestas». Y cada vez son «más profundas. Es impresionante», señala.

Agradece a la Fundación Princesa de Gerona la beca ya que en la Universidad de Comillas donde estudia Magisterio puedes hacer prácticas en Madrid o ir de Erasmus a Argentina, Escocia o Boston pero no a La Mata de los Olmos, algo posible gracias a la fundación. En un futuro se ve «donde haga falta porque quiero aportar mi granito como docente» y en la gran ciudad «igual no hace falta» mientras que gana enteros la opción de «ser profe rural», concluye.

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