Entrevista |

Julián Casanova: "Si los políticos no entienden la memoria, tienen un problema de democracia"

El catedrático en Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza aborda la Ley de Memoria Democrática y valora su situación en el presente

El historiador Julián Casanova, en una imagen de archivo.

El historiador Julián Casanova, en una imagen de archivo. / JOSÉ LUIS ROCA

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, atiende a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN desde su despacho en la Universidad de Michigan, donde se encuentra este curso académico como profesor distinguido. Casanova, uno de los mayores expertos nacionales en el siglo XX, da su opinión sobre la Ley de Memoria Democrática y la necesidad de la sociedad española de enfrentarse a su pasado y conseguir, por fin, la justicia. 

Las asociaciones memorialistas celebran la nueva ley pero consideran que falta presencia de la memoria democrática en las escuelas.

Hay varias partes. La ley no dicta juicio sobre el pasado, sino que rescata del pasado a la gente que sufrió la represión del franquismo y de la guerra civil. Durante la guerra civil hubo dos bandos, dos Españas, y se mató en las dos. Pero a raíz del 1 de abril, los vencedores tuvieron todo tipo de retribuciones y los otros fueron olvidados. Hasta tal punto que muchos no han encontrado los restos. ¿Qué hace esta ley, sea donde sea? Gestionar algo que públicamente que desde la dictadura no se hizo y desde la democracia se está obligado a hacer. Esta primera parte, que no se entienda en política, significa que este país tiene un problema con la democracia y con la mirada al pasado.

¿Qué dice la segunda parte?

Habla de educación. Solo hay un camino: coger a los historiadores y que la gente aprenda las lecciones del pasado a través de la gente que investiga concienzudamente y es capaz de difundir ese pasado. Se lleva a las escuelas con libertad, sabiendo que la historia no es blanco y negro y sin ocultar nada.

Se dice rápido, pero no parece sencillo de aplicar...

Hay que tener una ley de enseñanza en condiciones, en la que no se haga ni uso ni abuso político de la historia. Me da igual de un lado o de otro, solo tratan de adaptar el pasado para intentar hacer ver que el presente está bien. El problema ha sido una derecha española que no ha querido confrontar ese pasado. Qué más dará, si se acepta la democracia, que el partido fascista dominó en España. Lo mismo para la izquierda, si de verdad admiten la democracia. Si no estamos de acuerdo con esto, la enseñanza crea unos problemas terribles, porque nunca habrá consenso.

¿Qué le parece que algunos profesores afronten con temor la enseñanza de estos temas?

Hay profesores que hacen el pino para conseguir enseñar la guerra civil a sus chavales. Hoy tenemos más recursos que nunca para hacer de la historia una asignatura entretenida y cercana, no mantener un relato de batallas y hechos. Es algo más. Los profesores buenos saben que hay que precisar los conocimientos y que el historiador tiene que ser una guía, no tiene que soltar todos los conocimientos para que luego los olviden al salir del aula. No debería haber problemas en 2023 para que un profesor pudiera explicar todos sus temas. 

¿La organización del currículo es un problema?

Lo digo muchas veces: ¿qué sentido tiene estudiar la historia de los dinosaurios o la Edad Media, pero no ser capaces de estudiar lo que le pasó a nuestros abuelos, algo que ha influido directamente en nuestras vidas? Incluso para saber que somos unos privilegiados frente a lo que tuvieron que vivir.

El tiempo también apremia, el calendario escolar es el que es.

Lo que no se puede pretender es recorrer desde los romanos hasta ahora. Porque demostramos que la historia es un bodrio, porque los alumnos no aprenden en profundidad de nada y, sobre todo, porque nunca llegan al siglo XX. El tiempo escaso necesita de mucha precisión y el buen historiador debe ser capaz de elegir. El esfuerzo docente tiene que hacerse, pero hay que exigirle a la administración que no vaya cambiando leyes o programas cada año.

Mencionaba los constantes cambios de leyes educativas. ¿Qué puede hacer la sociedad, que está en mano de los políticos?

Si eso pasa en educación, y no en otros sectores, puede ser porque no le den importancia o porque le dan mucha y no se fían de los que estaban antes. Es fácil llegar a un acuerdo básico sobre educación. Solo tenemos que fiarnos en los países que salen en todas las listas de ejemplo de sistema educativo. Debe ser flexible, que contemple todas las sensibilidades y todos los enfoques. No me gustaría que la educación fuera una línea ortodoxa e inamovible.

Algunos de esos políticos aseguran que las asociaciones memorialistas tienen fecha de caducidad. ¿Lo cree?

Si las asociaciones, entre las que cada una tiene unos objetivos diferentes, ven cumplidas las metas que tenían propuestas, perderán peso. Pero si el Estado asume esas tareas: buscar a los muertos, gestionar mejor la memoria... Creo que hay una diversidad y que como todos, las asociaciones cometen errores. Pero debemos saber que la historia es de colores y que no se debe politizar ni aprovechar en beneficio propio por ninguno. Hay que distinguir entre historia y memoria, para todo se necesita documentación y mucho estudio del pasado. 

¿Cómo ve el futuro de España respecto a la memoria democrática?

Las sociedad con un pasado sucio tienen problemas para enfrentarlo. Hay que comprender que esos pasados siempre crean problemas, pero las democracias deben tener los medios y la suficiente dignidad para que salgan adelante. Pese a la constante revisión de la ultraderecha en los últimos tiempos en todo el mundo Cuando hablan de solo mirar el futuro, siempre les recuerdo que la historia es un coche:hay que mirar adelante, pero no te olvides de mirar al retrovisor, porque si no sabes lo que tienes detrás al final tendrás un accidente. 

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