8M

La marea feminista de todas regresa con brío en Zaragoza

Todos los colectivos marchan juntos en Zaragoza pese a las diferencias en una manifestación con unas 10.000 personas que recuerda la revolución de 2018 tras el frenazo por el covid

La marea feminista toma el corazón de Zaragoza

Galindo / Vornicu

Laura Carnicero

Laura Carnicero

Zaragoza

La lucha feminista ha llenado las calles de las principales ciudades y pueblos de Aragón en un 8 de marzo que ha recuperado el sabor reivindicativo y la fuerza de la explosión del movimiento previo a la pandemia del coronavirus. Las divisiones del movimiento feminista a escala estatal por los debates abiertos en canal por la ley Trans, la ley del solo sí es sí o el eterno dilema de la abolición de la prostitución convivieron sin problemas en una misma manifestación en Zaragoza, que ha partió de la plaza Aragón pasadas las 19.00 horas y alcanzó la plaza del Pilar una hora y media después.

El feminismo diverso, la lucha de las mujeres y los hombres por la igualdad real, se ha dado la mano en la capital aragonesa en una jornada en la que participaron más de 8.000 personas según la Delegación del Gobierno y 50.000 según los convocantes. Ya por la mañana la jornada había comenzado con la multitudinaria reivindicación de las estudiantes, que recorrieron la Gran Vía zaragozana para exigir igualdad. 

Los enormes retos pendientes, como la violencia de género, los asesinatos machistas, la brecha salarial y el peso como una losa de los cuidados familiares y la conciliación siguen con una vigencia tal que las discrepancias por otras cuestiones no mermaron ni un ápice el grito de los colectivos feministas, desde las más jóvenes a las más veteranas.

Con pancartas hechas a mano, vestidas de morado, con el símbolo de la mujer pintado en las mejillas, entre amigas o familias enteras unieron fuerzas para exigir un futuro en igualdad. "Feminismo= igualdad", recordaban en más de una pancarta. Sobre todo, en contra de la violencia machista que hace apenas una semana segó una vida más en Villanueva de Gállego, la de María del Carmen, que fue asesinada por su expareja en presencia de su hijo de seis años.

Las batucadas han puesto el ritmo a una marcha que fue en algunos momentos lenta por la elevada afluencia, como en la entrada a la calle Alfonso, con el tradicional tapón de las grandes marchas. Las feministas versionaron el Bella Ciao y gritaron con fuerza que "No estamos locas, estamos hasta el coño" y que "sola y borracha, quiero llegar a casa".

Es lo que más les preocupa a Candela, Yara, Lara y Helena. Cuatro jóvenes de 15 años que han participado juntas en la manifestación y aseguran que cada 8 de marzo salen a la calle "porque hay que cambiar este mundo". "Estoy harta de volver a casa con miedo, de que mi madre esté preocupada por si no vuelvo, de que compartir la ubicación con el móvil se haya convertido en costumbre para que mis amigos y familia sepan que estoy bien", denuncian.

Feminista de largo recorrido es Arantza, que confiesa que acude a las marchas del 8M desde los años 70. Ayer estaba en segunda fila, justo detrás de la pancarta de la cabecera de la manifestación. "Estoy aquí porque llevo toda la vida manifestándome, incluso cuando nos decían que las que estábamos éramos cuatro locas", recuerda. "Hemos logrado muchos avances, pero tenemos que seguir luchando. Es duro que tanto tiempo después haya tantas divisiones y que pase lo que está pasando entre los jóvenes. Mientras sigan las agresiones sexuales entre la gente joven tenemos que seguir reivindicando la igualdad real", recalca.

Hay quien asiste a la manifestación movida por una conversación. Clara, de 27 años, trató de explicarle a su madre qué es el feminismo. "Ella ve el movimiento como algo extremo, y al mismo tiempo comparte sus reivindicaciones. Cuando le he dicho que ella es feminista, aunque no lo vea ella así. Ahí me he dado cuenta de que falta información para saber que feminismo quiere decir igualdad", comenta.

En la marcha no faltaron los colectivos que defienden que la lucha de las mujeres trans forma parte del feminismo y quienes señalan lo contrario. Separadas en la manifestación y con mensajes radicalmente opuestos todas pudieron expresar su opinión sin escenificar una ruptura total.

Todas las voces pudieron escucharse. Por ejemplo, la de Mercy Rojas, del colectivo Mottainai, que portaban unas pancartas cosidas por ellas mismas con el lema Hilvanando vidas y con el objetivo de "lograr un futuro de dignidad para todas las personas". Cerca estaba Olaya, con su pequeño Ara, de seis meses, que ayer salió a la calle para reivindicar mejores bajas maternales y más cuidados en el parto y durante el embarazo. "La OMS recomienda dos años de lactancia materna y tenemos cuatro meses de baja: no hay por dónde cogerlo", denuncia. O Clara, de 20 años, con una pancarta con el lema "Unidas somos poderosas", junto al movimiento que clama por la igualdad en la Iglesia.

Javier y José Manuel, con edad cercana a la jubilación, acompañaban a Pilar, "como desde el principio, cuando solo nos juntábamos 500 personas". "El modelo que defiende el feminismo aporta mucho a nuestra sociedad en términos de igualdad y justicia y nos hace avanzar", destacan, convencidos de que el protagonismo ayer era de ellas, pero también de que su apoyo es imprescindible.

La manifestación de Día Internacional de la Mujer volvió a dejar en Zaragoza una imagen de lucha común: la de las mujeres que se resisten a conformarse con un mundo que las oprime y que exigen ocupar el lugar que les pertenece en igualdad.

Tracking Pixel Contents