SOCIEDAD

Ana Carmen habla del párkinson que sufre desde los 39 años: "No mata pero fastidia"

A Ana Carmen le diagnosticaron párkinson con 39 años / «Hoy puedo, mañana no lo sé» es su lema

A Ana Carmen le diagnosticaron párkinson con 39 años

A Ana Carmen le diagnosticaron párkinson con 39 años / EP

Eva García

Eva García

Ana Carmen Villanueva Rived es una mujer activa. Es voluntaria de la asociación Párkinson Aragón, está metida en la asociación en el colegio de sus hijos, en la comisión de fiestas de su pueblo... No para, salvo cuando le obliga la enfermedad. «Me gustaría estar al cien por cien, pero cuando el cuerpo te dice vamos a parar, tienes que hacerlo», asegura. Ella dice que le «falta gasolina», que no es otra cosa que la pastilla (levodopa).

Le diagnosticaron la enfermedad en 2009, con 39 años. En ese momento se le juntaron varias circunstancias familiares (fallecimientos de personas muy cercanas, un accidente, dos niños pequeños, de 2 y 5 años) por lo que fue al médico y le diagnosticaron una depresión y le recetaron medicación. Pronto comenzó un temblor en el dedo de la mano izquierda. Tras mucho insistir y varias pruebas, en noviembre llegó la noticia. Tenía párkinson, con afectación bilateral con predominio en el lado derecho, lo que implica «rigidez en el lado izquierdo, sobre todo en el pie» y cuando pasa el efecto de las pastillas tiene rigidez en los dedos del pie y dolor. Con la medicación el temblor le desapareció y lo mantiene a raya. Ahora toma siete pastillas y asegura que el párkinson «no mata pero fastidia». La define como la «enfermedad de las mil caras» porque a cada persona le afecta de manera diferente.

Afirma que mucha gente se sorprende cuando anuncia la enfermedad, pero si no toma la medicación «se acaba la gasolina y sufres unos bajones tremendos. Comienza un dolor tremendo en el pie, baja el tono de voz y te tienes que tomar la pastilla y eso te reactiva durante dos o tres horas», señala.

La vida sigue, asegura, «y hay que seguir luchando» contra la enfermedad. También con la adolescencia de sus hijos, que ahora tienen 15 y 18 años, dice entre risas, y haciendo frente además a la muerte de su marido tras un mieloma múltiple.

Su lema es Hoy puedo, mañana no lo sé, insiste, antes de reivindicar que «un enfermo no tiene por qué ser un imposibilitado». Está jubilada por viudedad y con incapacidad absoluta, pero le gusta ayudar. Siempre le han gustado las manualidades y desde hace dos años da clases de madera y cristal en la asociación. «A nuestro ritmo», asegura. Reivindicar la labor de la asociación porque es importante estar «con gente que tiene tu mismo problema», señala, por eso participa activamente en las actividades informativas.

Su gran apoyo son sus hijos, a los que dedica mucho de su tiempo y «mientras me sigan llevando el ritmo...». Siempre les dice que «hay que vivir» porque lo que tiene es tiempo y esperanza de que «la enfermedad no vaya más rápido». E insiste: «Sé que no me voy a morir del párkinson, pero quizá sí de sus consecuencias». De momento, vive, disfruta y ayuda con su ejemplo.