UNA GRAN EMPRESA DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA

Jorge, el imperio aragonés del porcino que da de comer al mundo

El grupo familiar lidera el sector en España y es el segundo en Europa. Exporta el 70% de las 666.000 toneladas de carne que produce al año con China como principal mercado

Sergio Samper Rivas, CEO del Grupo Jorge, junto a un retrato de su padre y fundador de la empresa, Fernando Samper Pinilla, fallecido en 2022.

Sergio Samper Rivas, CEO del Grupo Jorge, junto a un retrato de su padre y fundador de la empresa, Fernando Samper Pinilla, fallecido en 2022. / Jaime Galindo.

El rey del cerdo en España ha abierto sus puertas a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. Se trata del Grupo Jorge, una empresa familiar desconocida para el público en general que desde Aragón ha logrado posicionarse como líder de la industria porcina a nivel nacional y ascender hasta la posición de plata a nivel europeo sin contar los sistemas cooperativistas. Sergio Samper Rivas, consejero delegado de la segunda compañía que más factura en esta comunidad autónoma, rompe el muro de hermetismo que suele rodear a este sector, dominado por grandes sagas que repelen el foco mediático a pesar de la fuerte progresión de esta actividad registrada en los últimos años.

Samper Rivas sale del armario cárnico y nos recibe precisamente en la antigua casa familiar que ha alumbrado la pujante corporación agroalimentaria que capitanea. Una oportunidad única para conocer los entresijos del modelo de éxito que atesora, un estilo propio con el que alcanzó unas ventas de 1.750 millones en 2022, casi 100 años después de que diera sus primeros pasos con un humilde negocio de venta de lechones casa a casa por los pueblos.

La vivienda, situada en la margen izquierda de la ciudad de Zaragoza, es hoy la sede central de una multinacional que alimenta con proteína animal a medio mundo. Vende sus productos a más de 100 países de los cinco continentes, con los mercados asiáticos como estandarte. «Aquí nos hemos criado toda la familia. Vivíamos arriba y abajo estaba la oficina. Antes incluso había una granja de cerdos», rememora el consejero delegado, que nos cuenta sus anhelos y preocupaciones en un día de intenso cierzo, el característico viento del Ebro en el que se ha curtido un negocio de producción local pero dura competencia global.

Asienta el liderazgo en la crianza de 1,6 millones de animales al año en mil granjas y el sacrificio de 7,5 millones de cabezas

Lidera la empresa junto a tres de sus cuatro hermanos: Jorge, director general del área cárnica; Carmina, al mando de desarrollo corporativo; y Olga, que hace un par de años se incorporó para guiar la política de sostenibilidad. Fernando, el mayor de la prole, estuvo al frente del holding hasta 2011, cuando decidió escindirse para emprender su propio proyecto empresarial en el pujante negocio de las energías renovables, Forestalia, que ha logrado hacerse un considerable hueco.

Desde este singular domicilio, los Samper dirigen una gran carnicería abierta al mundo, adonde va a parar el 70% de lo que produce. El grupo presenta unas cifras de actividad deslumbrantes en términos económicos e industriales. Con una producción anual de más de 666.000 toneladas, está a la cabeza en la elaboración y exportación de carne porcina en España, con una cuota del 18% en este segunda variable. O lo que es lo mismo, casi uno de cada cinco kilos de cerdo que salen al exterior lleva su sello. China representa el 15% de lo que vende fuera. Japón, Corea del Sur, Filipinas, Taiwán, Malasia y Vietnam son otros de sus mercados más importantes en Asia, mientras que en Europa destacan Francia, el Reino Unido, Rumania, Italia, Polonia, Hungría y Portugal.

Este liderazgo se sustenta en la crianza de 1,6 millones de animales al año en aproximadamente un millar de granjas propias e integradas. El volumen de sacrificio ronda los 7,5 millones de cabezas, y el despiece, los cinco millones.

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De vender por casas a la cima

A pesar de este poderío, la compañía no destila aires de grandeza. Más bien al contrario. La modestia y la prudencia son el santo y seña de la casa, que no olvida los orígenes humildes de los que parte. «El objetivo ha sido siempre sobrevivir y hemos entendido que hay que hacer alianzas y tener un volumen. De otra manera, es difícil estar ahí», explica Samper Rivas. Aunque se enorgullece de la excelencia y el liderazgo que ha alcanzado la empresa, contrapone las «cosas buenas y malas» que conlleva ser los primeros: «La gente se fija en ti. Somos una familia que nos gusta estar en un segundo plano, poder pasear por el centro de Zaragoza sin que nadie nos conozca». Eso sí, subraya, al mismo tiempo existe la necesidad «dar visibilidad a lo mucho que hacen bien las empresas» y a un sector porcino que se siente atacado desde distintos frentes con demasiada frecuencia. «Muchas veces se critica muy duramente a los empresarios y seguramente se pueda hacer mejor, pero es necesario que existamos, seguir ganando dinero para reinvertir y no dejar de ser competitivos», reflexiona.

El Grupo Jorge cuenta con otra sede corporativa, unas modernas oficinas situadas en el antiguo recinto de la Expo 2008. Allí se ubica el equipo que está en el día a día de la gestión de la empresa, pero el cerebro de este imperio cárnico se atrinchera en el fortín histórico de los Samper para no dejar de tener los pies en la tierra. La alta dirección trata así de «coger un poco de distancia» con las distintas unidades de negocio «para no contaminarse y seguir viendo las cosas con criterio propio», explica el CEO. Este modelo organizativo es uno de los secretos a los que atribuye parte del éxito de la compañía, junto a la amplitud de servicios que ofrece a todos los operadores del sector, desde la venta de cerdos vivos hasta el matadero o el despiece. «Es muy fácil negociar con nosotros», subraya.

"El objetivo ha sido siempre sobrevivir y hemos entendido que hay que hacer alianzas y tener un volumen", afirma Sergio Samper

El gigante del porcino está hoy en manos de la tercera generación de una actividad familiar cuya historia se remonta a los años 40 del siglo XX, cuando su abuelo, Tomás Samper Albalá, se dedicaba a vender lechones por las casas. «Los fiaban un año y no los cobraban hasta que los agricultores cogían la cosecha de cereal», recuerdan en la familia. Pero fue el padre de los actuales propietarios, Fernando Samper Pinilla, quien engordó el negocio y sentó las bases que lo catapultaron a partir de los años 80 a base de esfuerzo, sagacidad y visión empresarial. Fue quien levantó los cimientos del gigante agroalimentario y este mes se ha cumplido justo un año de su fallecimiento a los 89 años.

En toda la cadena

A la actividad comercial sumó la producción de ganado con la creación en 1984 de la mercantil Jorge SL, que supuso el nacimiento del grupo. Posteriormente se añadieron mataderos, salas de despiece, plantas de tratamiento de productos secundarios del cerdo y el curado y la comercialización de jamones serranos e ibéricos. Así, hasta llegar a cubrir toda la cadena de producción del porcino.

Hoy produce sus propios piensos con dos fábricas, una en Monzalbarba (Zaragoza) y otra en Sariñena (Huesca). A esto se suman cuatro mataderos y salas de despiece que gestiona y opera, distribuidos entre las provincias de Zaragoza (The Pink Pig, en el municipio de Zuera), Barcelona (Le Porc Gourmet, en Santa Eugenia de Berga), Lérida (Le Fortune Pig, en Mollerussa) y Badajoz (Mafresa, en Fregenal de la Sierra), esta última de cerdo ibérico.

Otro de los fuertes de la compañía es la elaboración de jamones, para lo que cuenta con dos grandes empresas: Campodulce, ubicada también en la localidad de Zuera y dedicada al cerdo blanco, y la citada Mafresa, una firma extremeña especializada en ibérico de la que dispone de una participación minoritaria del 20%. En estos secaderos se producen sus piezas con las marcas 959 Consorcio de Jabugo, Capa Negra, Azuaga para el mercado de ibéricos y Rubia y Campodulce para el de serranos.

"La concentración del sector en España no ha acabado. A ver qué oportunidades tenemos", señala el CEO de la compañía

El conglomerado agroindustrial incluye negocios de explotación de granjas y piensos (Cuarte), venta de productos zoosanitarios (Tapesa), transporte de ganado (Aralogic), refrigeración industrial (Frío Limpio de Aragón), productos secundarios del cerdo como tripería y vísceras (PPS) y subproductos para la elaboración de grasas y harinas para comida animal.

Al margen del porcino, el grupo lleva más de 20 años inmerso en el sector energético con el desarrollo de instalaciones renovables a través de su división Jorge Energy, lo que le ha permitido que sus instalaciones sean autosuficientes en electricidad. Tiene actualmente en operación 265 megavatios (222 de eólica y 43 de fotovoltaica), ubicados mayoritariamente en Aragón. Con esta capacidad, produce 462 gigavatios hora (GWh) al año. En este área, el objetivo de la compañía pasa por hibridar todos los parques de viento, lo que significará añadir el 50% de potencia fotovoltaica a cada uno.

Otra rama del negocio es la agricultura, donde, además de los mencionados cultivos para producir piensos, destaca por su apuesta desde hace más de 25 años por una plantación de maderas nobles de cerezo y nogal para producir madera de alta calidad, además de la absorción de dióxido de carbono que supone tener más de 170 hectáreas de árboles en pleno desierto de los Monegros. Entre esta actividad forestal y las energías renovables, ha evitado emitir a la atmósfera más de 121.623 toneladas de CO2, además de haber compensado 118.533 (Alcance 1 y 2) con proyectos en todo el mundo.

 A nivel laboral, cuenta actualmente con unos 5.700 trabajadores en toda España, 1.400 más que hace cinco años (4.300). El 65% de estos puestos están ubicados en Aragón, donde suma 3.705 empleados, 1.205 más que en 2017. La progresión en el último lustro ha sido notable, con un incremento de la facturación del 75% –de 1.000 a 1.750 millones de euros– y el 25% más de exportación.

El grupo lleva más de 20 años inmerso en el campo energético, donde opera 265 MW en plantas eólicas y fotovoltaicas

«En el cerdo, el partido se está jugando en España», sentencia Samper Rivas. La cabaña en Europa está bajando por la afección de la PPA (Peste Porcina Africana), lo que impide seguir exportando a algunos países. A pesar de ello, el sector porcino no está para echar cohetes. «Vivimos un momento de grandes incertidumbres, de cambios sin precedentes. Hay que manejar la dificultad», apunta. Las incertidumbres del negocio se ven salpicadas por las tensiones geopolíticas, que «pueden cerrar un mercado de un día para otro». Los elevados precios de las materias primas, la capacidad de abastecimiento, la extensión a nuestro país de la citada enfermedad animal y el futuro del mercado chino son las principales amenazas de cara al futuro.

El sector también se enfrenta al desafío de las alternativas vegetales que imitan a la carne y tratan de hacerse con una porción del pastel alimentario. La batalla está servida, pero el CEO del Grupo Jorge reclama en este punto un «debate justo» con comparaciones «racionales», al tiempo que pone en duda que esos productos que tacha de «ultraprocesados» sean más saludables que la proteína animal o mejores socialmente aunque traten de «confundir al mercado con su discurso». «Habría que ver qué métricas utilizamos y sus efectos a largo plazo», recalca.

Sucesión empresarial

En un negocio dominado por grandes familias, otro de los problemas es la sucesión empresarial. «Algunas han llegado a una etapa que se están pensando si siguen o no», intuye. «El proceso de concentración del sector en España no ha acabado. Veremos qué oportunidades tenemos en esta competencia», vaticina. En este punto, pone de relieve el compromiso de los cuatro hermanos Samper de llevarse «bien» y actuar «con racionalidad» en pos de la empresa. «Hay que ser generosos y pensar cómo se puede continuar, sea solos o agrupados con alguien. El Grupo Jorge tiene su camino pero, si un día no lo tuviera, habría que ver cómo podemos sumar más en otro proyecto», concluye.

Para cumplir el sueño de «sobrevivir» a todo lo que viene y «seguir liderando la transformación del sector», la compañía centra sus esfuerzos en crear un modelo «referente» en materia de sostenibilidad e innovación, lo que pasa por ser una empresa neutra en carbono por la compensación de emisiones de CO2. En el apartado inversor, su proyecto estrella es la construcción en Zuera de una plataforma logística e industrial de 35 hectáreas de superficie, que incluirá una terminal ferroviaria de mercancías con cuatro vías, una fábrica de piensos con capacidad para 525.000 toneladas al año, un gran almacén frigorífico de 12.000 palés y un aparcamiento para 200 camiones. Todo un desafío para una empresa que, como se dice en Aragón, no rebla para mantenerse en la cúspide del porcino.