El coste de la vida

La sequía amenaza con una nueva subida de los precios

La fruta y la carne, los productos que más se verán afectados por la falta de lluvia / Los consumidores se muestran resignados y adaptan la cesta de la compra

La sequía afectará en el precio de frutas y verduras.

La sequía afectará en el precio de frutas y verduras. / El Periódico de Aragón

Judit Macarro

Primero fue la guerra de Ucrania, que se unió a la falta de suministros y productos, la huelga de transportes y el precio de la energía. La población lleva más de un año con un suma y sigue en la lista de precios. Y ahora se añade la sequía, que podría convertirse en un nuevo quebradero de cabeza para agricultores y ganaderos, para fruterías y supermercados y también para el consumidor, que verá reflejada la falta de lluvia en un nuevo aumento de precios en la lista de la compra. Uno más.

Y pese a que se anuncia la posibilidad de precipitaciones, la situación es alarmante. El actual año agrícola (de septiembre a abril) arroja un déficit de precipitaciones de un 36% por debajo de las medias de referencia, lo que lo convierte en el segundo más seco desde que hay registros (solo por detrás del 2004-2005). Una situación que provocará el alza de precios de la carne, porque los animales no podrán comer pasto; la verdura y también los cereales.

Juan tiene vendido todo el trigo, cebada y triticale que produce pero sabe que hay mayoristas que "están guardando el grano hasta que suba el precio». Al final, todo repercutirá en el consumidor final. 

«Nosotros todavía no hemos notado la subida de los precios, más de lo que hace meses que subieron», explica la encargada de un conocido supermercado en la calle del Carmen; ni tampoco en la frutería de Daniel en el mercado Hernán Cortés. «De momento no, pero se notará, ya que acaba de empezar» y aún «no ha repercutido», reconoce. Sin embargo, sí tiene claro que el coste de los alimentos no han dejado de aumentar. 

Sin embargo, los clientes no han dejado de acudir a sus establecimientos de referencia. Carmen compraba ayer en la frutería de Daniel. Mira los precios pero «no he dejado nada de comprar porque hay que comer», explica. De hecho, ella apuesta por «productos de temporada», porque si compras por ejemplo, las cerezas, «ya sabes que van a ser más caras». Lo mismo con el melón, que hasta ahora venía de fuera y ahora son los primeros, así que también se pagan. 

La Pollería María en Calle de Cortes de Aragón.

La Pollería María en Calle de Cortes de Aragón. / El Periódico de Aragón

En el supermercado, una madre miraba el precio del pollo, que «sube por días», reconocía; una situación que en la pollería María también confirman pese a que sus precios «intentamos que no varíen». Por lo menos de momento.

En el cielo también ponen la mirada estudiantes que, como Alba, que aún dependen de sus padres. ¿La solución? Para ella lanzarse a la compra de marcas blancas y la disminución del consumo cárnico en su dieta.

«He dejado de comer carne», explica la estudiante, quien ha notado la subida de los precios en los lácteos y la carne. Otras medidas que ha adoptado a la hora de hacer la compra es ir a última hora, «cuando los supermercados ponen en oferta los productos próximos a caducar».

El pollo, los huevos o la leche son productos básicos en la cesta de cualquier familia. Una compra de «cuatro cosas», que para una madre de familia como Ana se ha convertido en «un gasto de 70 euros». «He dejado de consumir marcas, ahora elijo la marca blanca», menciona un hombre de mediana edad, que sale de hacer la compra de uno de los grandes supermercados. Como todos los demás, ha notado la subida de la carne y sobre todo del «disparado precio del pollo», que si hace dos días costaba tres euros «ahora ha subido a cuatro y pico».

Los huevos son otro de los productos situados en el top de la subida de precios que para José Luis, padre de familia, «han subido como un 20%». Una afección de la que no se salvan los lácteos, un producto que a pesar de costar más, personas como Alba no renuncian a ellos. Una de las opciones es utilizar aplicaciones para comprar más barato o «lanzarse a las ofertas de última hora».

Una situación que supone todo un esfuerzo para familias como la de Ana, que ven reducidos la cesta de la compra y el dinero del bolsillo. «Nos estamos acostumbrando», asegura Juan, que añade: «estamos aborregados, aceptamos todo, que nos suban los precios, que nos suba todo menos los sueldos y muy poco las pensiones». Ahora solo falta que llueva y alivie los bolsillos de productores y consumidores.

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