El empuje de una industria aragonesa

Kalfrisa cierra el mejor año de su historia y pone un pie en la India

La empresa alcanza unas ventas de casi 20 millones en 2022 con un 60% de exportación. Abre una segunda fábrica Malpica y la plantilla crece un 40%, hasta 90 trabajadores.

Dos trabajadores de Kalfrisa miden una pieza de un recuperador de calor que se fabrica en la planta de Malpica.

Dos trabajadores de Kalfrisa miden una pieza de un recuperador de calor que se fabrica en la planta de Malpica. / ANDREEA VORNICU

Diversificación productiva y expansión internacional. Son los dos pilares fundamentales que han hecho grande a la empresa Kalfrisa, que protagoniza uno de los mayores casos de éxito entre las pymes de la industria aragonesa. Tras 60 años de experiencia a nivel internacional, ha logrado incrementar la plantilla un 40% desde 2018, hasta los 90 trabajadores, y cerrar en 2022 su mejor año en ventas, facturación y exportación. Ha sido posible gracias al crecimiento sostenido de la compañía, que impulsa la eficiencia energética y la protección del medio ambiente con el diseño y fabricación de soluciones tecnológicas e innovadoras para la gran industria del acero, el hierro, el azulejo o el vidrio. La otra pata de la actividad que desarrolla son los hornos para procesos de incineración, un segmento donde es el líder nacional en equipos para el sector funerario y de mascotas.

El 60% de lo produce va a parar al mercado exterior, uno de los puntos fuertes que definen a esta ingeniería zaragozana, que está asentada en el polígono Malpica, donde acaba de abrir una segunda fábrica. Cuenta en total con tres naves destinadas a procesos productivos que suman 7.610 metros cuadrados y unas oficinas 2.010 metros. Desde esta ubicación, la empresa va redoblar su expansión internacional tras haber ejecutado ya 1.500 proyectos en más de 50 países. Este es uno de los ejes del nuevo plan estratégico que se ha marcado para el periodo 2023-2025, que también apuesta por reforzar el departamento de innovación y continuar con la política de diversificación de productos y mercados que tan buenos resultados le ha dado.

Vista exterior de la segunda fábrica que la empresa impulsa en Malpica.

Vista exterior de la segunda fábrica que la empresa impulsa en Malpica. / ANDREEA VORNICU

Kalfrisa quiere crece en el mundo pero no solo a nivel comercial. Antes del verano constituirá una sociedad filial en la India para tener presencia directa en un mercado al que ya exporta grandes volúmenes y en el que quiere contar con capacidad industrial para dar servicio a la zona y a Oriente Medio, otra de las áreas donde más ha crecido. En Latinoamérica, ya tiene un pie puesto en Lima (Perú), donde el pasado año adquirió una importante participación en la empresa Cabieses SA, especializada en hornos de tratamiento térmico y automatización de equipos industriales, con el objetivo de dar soporte a todo este continente. Y desde 2015 tiene una importante presencia en Polonia de la mano de un distribuidor, con el que prevé crear una compañía conjunta para consolidar la línea de cremación y abrir otras líneas de producto.

Hitos de su historia

Se trata de una empresa con hondas raíces familiares y una actividad cuyos orígenes se remontan a más de 100 años. Así lo certifica su número de afiliación a la mutua de accidentes Maz, en vigor desde 1905 al haber la poliza de una de las sociedades mercantiles que fundaron Kalfrisa. En concreto, la compañía nació con esta denominación en 1965 de la unión de dos empresas familiares, el taller de calderería Claver y el fabricante de cocinas Izuzquiza Arana, ambas con medio siglo de trayectos a sus espaldas. Desde entonces, el negocio ha ido evolucionando y consolidando sus diferentes actividades.

Este crecimiento le llevó a aliarse con un socio alemán (Keu), que en los 80 se hizo con el control de la compañía (53% del capital). Así continuó hasta que en el 2005 volvió a manos de las familias fundadoras (Claver e Izuzquiza), que dieron el relevo a su segunda generación. Actualmente, ya se ha dado entrada a miembros de la tercera.

Ni la gran recesión de 2008 ni la pandemia han torcido el paso a esta firma de hondas raíces familiares, que ha demostrado tener unos fuertes cimientos capaces de resistir percances como el que sufrió en 2017 por causas ajenas. La antigua fábrica que puso en marcha en 2008 en el Parque Tecnológico del Reciclado (PTR), amenazaba ruina por culpa de los defectos de construcción del polígono, lo que obligó a trasladar la producción en un tiempo récord a unas nuevas instalaciones en Malpica –las que antes ocupaba la desaparecida Serviplem–, donde ha echado raíces y ha abierto un segundo centro de producción en la nave que compró a Ferruz.

«La capacidad financiación y la solidez de Kalfrisa permitieron salvar el trance», asegura José María Claver, consejero delegado, que da por cerrado este amargo capítulo en el que «el único honrado que asumió lo que debería fue el arquitecto y su seguro». A pesar de este hecho traumático, la empresa ha mantenido una evolución positiva en los últimos años que ha culminado en los buenos resultados cosechados en 2022. Alcanzó una facturación de casi 20 millones, casi un 90% más que en 2018y la mayor cifra de toda su historia, y unos beneficios antes de impuestos de algo más de 2 millones, gracias principalmente al negocio internacional.

Para Claver, una de las claves de buena marcha de la empresa radica la innovación. Kalfrisa decidió en 2019 crear un departamento propio de I+D del que han germinado grandes proyectos destinados, principalmente, a la descarbonización de los productos de fabrica, ya sea con la electrificación de los equipos que consumen energía o con el uso de fuentes alternativas. «Estamos haciendo pruebas con hidrógeno con resultados muy satisfactorios», apunta.

Con estas sólidas bases, la compañía afronta el futuro con optimismo. «Los objetivos ahora pasan por consolidar los resultados y asentar bien nuestras estructuras», destaca el consejero delegado, que pone también el foco en potenciar la política de calidad y productividad de los procesos de fabricación. «Se trata de seguir sacando desarrollos nuevos, hacer las cosas mejor y buscar un equilibrio entre las diferentes líneas de negocio», explica. Una estrategia con la que Kalfrisa confía en superar los 100 trabajadores en los próximos años.