Día mundial

Cecilia, persona con esquizofrenia: «La medicación me regula y la espiritualidad me sostiene»

Toma medicación desde niña pero lleva una vida «lo más normal posible», cuenta / "Me ha costado muchos años aceptar que tengo una enfermedad mental», asegura

Unas diez mil personas padecen trastorno del espectro de la psicosis en Aragón.  | EL PERI´ÓDICO

Unas diez mil personas padecen trastorno del espectro de la psicosis en Aragón. | EL PERI´ÓDICO / EVA GARCÍA

Eva García

Eva García

Cecilia toma medicamentos para tratar la esquizofrenia desde niña. Nació en Perú y ya con cuatro años tenía el diagnóstico pero no un reconocimiento de discapacidad, que no ha obtuvo hasta que llegó a España hace unos quince años (ahora cuenta con 46), cuenta en el Día Mundial de la Esquizofrenia, que se ha conmemorado este miércoles, y que afecta a alrededor de 4.000 personas en la comunidad.

A ella le ha costado mucho «aceptar» que tiene una enfermedad mental, a pensar de «tomar medicación toda mi vida». Pensaba que «cualquiera puede estar enfermo, pero aceptarlo es otra coas». Solo últimamente ha aprendido a ser consciente; sobre todo porque es «una enfermedad que no se cura y tengo que aprender a convivir con ella», explica. Tampoco la medicación cura pero «me mantiene regulada», lo que hace que «no tenga crisis, deje de escuchar voces o tener alucinaciones», señala; al tiempo que insiste en la importancia de «no abandonar la medicina» porque eso conlleva que tenga episodios de crisis pero «no tan numerosos ni tan fuertes», reconoce.

En Zaragoza «ha empezado su vida desde cero», ya que tiene estudios universitarios, es maestra de Primaria, y aunque tiene el título homologado nunca ha pensado en ejercer porque «me da miedo, es una responsabilidad adicional cuidar de niños; me da miedo asumir esa responsabilidad», asegura.

A pesar de ello, trabaja en la limpieza en una residencia de mayores, donde ya lleva más de seis años; así que lleva «una vida normal, la hago lo más normal posible». «Puedo sostenerme con mi trabajo y conciliar la vida familiar», asegura, ya que vive con su madre. Además, está preparando, a través de la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (Asapme) unas oposiciones al Gobierno de Aragón, que cuentan con plazas para personas con discapacidad mental.

Cecilia intenta superar sus miedos; como el que le provoca conducir. «Cuando estaba en la academia y veía pasar un autobús... me entraba un repelús...», asegura. Y también las crisis, que «son estados emocionales de bajón, que no son tantos ni tan frecuentes como antes», ya que se regulan con la medicación, «igual que las alucinaciones».

Comprensión

En el trabajo conocen que padece esquizofrenia y afirma que «lo bueno es que me comprenden y cuando tengo un episodio, seguimos con la vida laboral de manera rutinaria», explica; y lo mismo sucede entre sus amigos y su grupo de conversación, que acaban de retomar tras la pandemia del covid.

Si una idea tiene clara es que «la medicación me regula y la espiritualidad me sostiene» en esos momentos de bajón porque cualquier cosa «me genera un estado emocional crítico, que me carga emocionalmente». Cecilia ha encontrado refugio también en la religión, en asistir a la iglesia, y en la oración. «Para mí es fundamental tener una creencia y en los momentos de crisis, en los que caes como en un hoyo, las oraciones me reaniman», asegura. Este fin de semana pasado ha estado de excursión en Lourdes y ha sido «una experiencia espiritual muy bonita» y ha regresado con «nuevos ánimos. A ver cuantos días me dura», concluye.

4.000 pacientes en la comunidad

Según datos del Ministerio de Sanidad correspondientes a 2017, en Aragón padecen esquizofrenia unas 4.000 personas, auque el número aumenta hasta los diez mil si se incluyen el resto de trastornos del espectros de la psicosis. Asapme-Aragón, coincidiendo con el Día Mundial, quiere llamar la atención sobre estos datos y sobre el perfil de los pacientes. Según las cifras extraídas de la Base de Datos Clínicos de Atención Primaria, la esquizofrenia afecta fundamentalmente a personas con rentas muy bajas, con mayor prevalencia en varones. Unos resultados que «ponen de manifiesto el componente social del trastorno, haciendo evidente la necesidad de un enfoque biopsicosocial en su tratamiento», como así defiende la asociación.

Según aseguran, la esquizofrenia, en cualquiera de sus formas, es más frecuente en los hombres (4,5%) que en las mujeres (2,9%). No obstante, esta proporción cambia a medida que aumenta la edad. La frecuencia en varones es el doble que en las mujeres entre los 20 y los 49 años, pero se iguala a partir de los 65 años, apareciendo en este momento un ligero incremento en la mujer.

Desde la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (Asapme-Aragón) se insiste en la necesidad de atender las demandas de aquellas personas que padecen un trastorno mental grave dentro de los planes sanitarios y sociales. «Los trastornos del espectro de la esquizofrenia interfieren significativamente con las funciones relacionadas con el pensamiento, la percepción, las emociones y la conducta», lo que pude llevar a que las personas afectadas por esta patología pierdan el contacto con la realidad o la distorsionen. Además de los factores genéticos, «es importante reconocer la influencia de los factores biográficos y medioambientales para mejorar su calidad de vida», concluyen desde Asapme.