DÍA MUNDIAL DE LA ENFERMEDAD

Dos pacientes con esclerosis múltiple en Aragón: "No hay que ponerse límites"

La esclerosis múltiple hace un tiempo que llevó a Juan Chimeno y a Carmen Bermúdez a ir en silla de ruedas, pero ambos trabajan «con muchas ganas» por no perder su independencia

Juan Chimeno y Carmen Bermúdez, este martes en la sede de Fadema, en Zaragoza.

Juan Chimeno y Carmen Bermúdez, este martes en la sede de Fadema, en Zaragoza. / ANGEL DE CASTRO

Ana Lahoz

Ana Lahoz

El avance degenerativo progresivo que provoca la esclerosis múltiple la convierten, probablemente, es una de las enfermedades más crueles que existen. Sin cura y con pacientes que debutan muy jóvenes, la patología lleva a muchos pacientes a tener que solicitar la incapacidad laboral debido al cansancio y a la pérdida de fuerza que sufren en los músculos.

Esta circunstancia la conocen bien Carmen Bermúdez y Juan Chimeno, quienes padecen esclerosis múltiple desde hace años. Ambos tuvieron que dejar de trabajar y adaptar su vida «en la medida de lo posible» a las ‘peticiones’ de la enfermedad, aunque tienen claro que «no hay que ponerse límites» y en su adn tienen intrínseco el ser «lo más independientes posibles». 

En el caso de Carmen, hace 15 años que tiene el diagnóstico. «Yo notaba algunas cosas raras, como poca fuerza en la pierna y en el brazo, y una sensación de hormigueo, pero nunca jamás pensé que sería esclerosis», asegura a este diario. «No me quedó más remedio que aceptar la enfermedad e iniciar un proceso de síntomas y medicaciones. Al principio lo pasé muy mal, pero con el tiempo te das cuenta de que hay que seguir y aprender a vivir con ello», señala Bermúdez, quien actualmente vive en la residencia de la Federación Aragonesa de Esclerosis Múltiple (Fadema), en Zaragoza

Carmen Bermúdez, este martes, en la sede de Fadema, donde reside.

Carmen Bermúdez, este martes, en la sede de Fadema, donde reside. / ANGEL DE CASTRO

Hace cuatro años que su movilidad depende de una silla de ruedas, pero eso no impide a Carmen, por ejemplo, ir a coger un AVE para visitar a sus padres en Córdoba. «Valoro lo más pequeño que me sucede y me siento afortunada porque, gracias a la enfermedad, me he dado cuenta de muchas cosas. Pinto, escribo y me apunto a todo, soy muy activa. La base de todo es quererse a uno mismo», explica. 

Más inversión en investigación

No pierde la esperanza de que «algún día» haya un fármaco que aporte solución a la esclerosis múltiple, por lo que fía toda su confianza en la investigación. Ella trabajaba de limpiadora en un colegio cuando la enfermedad se cruzó en su vida, provocándole «un impacto brutal» de inicio. En el caso de Juan Chimeno, el diagnóstico le llegó cuando era interino en los juzgados de Madrid. «Tenía 32 años. Al principio no fueron síntomas fuertes y el deterioro llegó entre 2008 y 2012. Tuve que pedir la discapacidad, me preparé unas oposiciones pero no saqué plaza por poco y estuve un tiempo en paro. No me detuve porque no quería parar mi vida por la enfermedad», cuenta. 

Juan Chimeno tenía 32 años cuando le diagnosticaron la esclerosis.

Juan Chimeno tenía 32 años cuando le diagnosticaron la esclerosis. / ANGEL DE CASTRO

En 2011 se casó «con una maña» en Zaragoza, lo que le trajo a vivir a la capital aragonesa. «Llegué a estudiar un máster MBA e iba y venía de Madrid a Zaragoza y, después, me seleccionaron para un ensayo clínico en Barcelona», recuerda. En 2012, fruto de la evolución de la enfermedad, tuvo que empezar a usar bastón y, al final, optó por solicitar la incapacidad. «Decidí que tenía que quedarme en un sitio fijo y Zaragoza era el lugar. A partir de entonces pasé a tener una vida más tranquila y no hubo grandes cambios. El más importante, sin duda, es que fui padre y tuve tres hijos», asegura Chimeno con orgullo. 

Ahora siente que su calidad de vida «ha empeorado» y «convive» con las molestias. «La mano derecha está agarrotada, he perdido destreza», apunta, al tiempo que reivindica «adaptar la ciudad» a las personas con movilidad reducida. «En el centro está todo muy bien, pero te apartas un poco y es muy difícil pasar por según que pasos de peatones o aceras», dice. «Hasta que no te pasa, no eres consciente. Y también creo que la inversión en I+D para la esclerosis es poca. Lo consideran dinero a un fondo perdido y es un error. Hay que investigar», recalca.