LOS EFECTOS DE LA METEOROLOGÍA EN LA COMUNIDAD

Las tardías lluvias de mayo no salvan el año del campo aragonés

El secano y los frutales sufren en el final de campaña, pero los frutos secos se alivian / La ganadería extensiva ve con buenos ojos un agua «clave» para reverdecer el monte

La almendra se ha visto beneficiada por estas lluvias.

La almendra se ha visto beneficiada por estas lluvias. / UAGA

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

El dicho «que nunca llueve a gusto de todos» llega este mes de junio con la mayor literalidad posible al campo aragonés. El sector, dañado casi de muerte por la escasez de precipitaciones durante todo el año, analiza de manera desigual las lluvias que llegaron en las últimas jornadas de mayo.

Para unos, como el secano de invierno, el agua no salva la campaña pero sí puede hacer que los granos de cereal engorden un poco de cara a la cosecha. Solo en el caso de las zonas más tardías, las menos húmedas de la comunidad, porque para aquellos que ya han comenzado la cosecha estas últimas lluvias suponen un importante traspiés en el siempre complicado calendario agrícola.

En otros sectores, como el de los agricultores de leñosos, la lluvia ha sido la salvación, ya que algunos árboles ya soltaban sus frutos, como en el caso de las almendras, para hacer frente al estrés hídrico. Explican en la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA), la principal organización sindical del sector primario en la comunidad, que los árboles sueltan sus frutos antes de tiempo «para sobrevivir, ya que así necesitan menos agua para salir adelante». Estas últimas lluvias son, entonces, un pequeño alivio.

Y los últimos, aquellos que confían sus campos a los árboles frutales, «celebraron» el final de la lluvia para evitar que la poca cosecha se fuera al traste. Algunos agricultores, según concretan desde el sindicato, ya veían cómo «las frutas se rajaban en las explotaciones».

Uno de los afectados es Israel Remón, agricultor de la zona de Muel y responsable de la comarca Huerva-Zaragoza de UAGA. Tanto él, como muchos otros agricultores que se dedican al secano en la comunidad, han visto como las lluvias de los últimos días han tenido efectos no deseados: «En general, es malo para el cereal, porque ya nos pilla con la campaña empezada». Una resignación, como es afrontar las lluvias en un momento malo del año, que no cierra los ojos de este agricultor, con mirada amplia y que comprende que «lo que es malo para el sector del secano es bueno para otros compañeros, como los que tienen frutos secos».

Inmerso en la cosecha de las tres gamas de cereales que ha plantado este año –trigo blando, cebada y triticale– Remón lamenta que la humedad que pueden coger las plantas «hace que la máquina no pueda entrar a cosechar y no se puede recoger, porque con el peso la planta se vence hacia el suelo».

Un hecho que retrasa el trabajo y que «trastoca mucho los planes de cómo iba a ir la campaña de recogida». Con mucha humedad, no se puede cosechar y obliga a parar: «Hay que esperar como mínimo un día para poder volver al campo». En esto de la agricultura no hay tiempos fijos, por lo que siempre se tiene que mirar al cielo, ya que ese plazo de un día «puede ser más, porque aquí se funciona según quiera el tiempo». «Es fastidioso y complica bastante la tarea, por lo que la cosecha se puede alargar bastante si las lluvias no cesan», termina Remón.

David Andreu y Pablo Franco son dos de los responsables de frutos secos en UAGA. «Para el almendro viene bien en las zonas, porque se endurece», comenta Andreu, mientras que añade que para el olivar «llega tarde y no va a poder reparar mucho». Franco señala que la almendra está «cuajando» en este momento del año y que servirá, al menos, para salvar los árboles: «Los almendros estaban absorbiendo el agua de la fruta y así se van a poder salvar, no habrá problema para que pasen el verano».

En lo que sí coinciden los dos responsables es en que los plazos de trabajo no se trastocan. «Como pronto, en las zonas más tempranas, empiezan a cosechar en agosto así que podremos seguir el plan de siempre», resume Andreu. Franco no ve mucho problema porque la mayoría de cultivos en Aragón «se recogen en septiembre y todavía hay compañeros labrando sus campos».

Si decían que para el olivar las lluvias llegan muy tarde, el caso de las cerezas es más complejo, en función del tipo de fruta que se analice. Para la más temprana, «tiene un efecto importante, porque alguna ya estaba en riesgo de rajarse y perder gran parte de la cosecha», señala Franco, mientras que para las cerezas más tardías «no es reseñable, porque pueden aguantar cualquier precipitación a esta altura del año».

En el apartado ganadero, las últimas lluvias del mes de mayo abren una fina línea de esperanza para el verano. Sin un aluvión de precipitaciones a la visita y con el sofocante calor que caracteriza los veranos de los últimos años, las precipitaciones son «fundamentales» para que el monte y las zonas de pasto cojan color verde.

«El principal problema que tenía la ganadería extensiva era la falta de hierba en los bajos montes y en las zonas silvestres para que los animales pudiesen pastar», confirman desde UAGA. Una complicación que llevaba a las cabezas de ganado, sobre todo ovino y vacuno en Aragón, a tener que alimentarse con pienso, con el consiguiente aumento de costes para los ganaderos. «Esperamos que estas lluvias ayuden a reverdecer los terrenos y los animales puedan comer habitualmente al aire libre», concluyen desde la organización sindical.